Menos ofrendas y m¨¢s dinero
"Alberto Fabra debe ser el primero en coger la pancarta. Sin una iniciativa semejante, seguiremos ofrendando a Espa?a dinero, no glorias"
La verdad es lo ¨²nico que no tiene remedio. Y la verdad de la Comunidad Valenciana es terrible. Una autonom¨ªa con su imagen por los suelos, un sistema financiero quebrado v¨ªctima de la p¨¦sima gesti¨®n de sus gestores que, con la inestimable ayuda de unos promotores inmobiliarios, cuando no c¨®mplices, arruinaron las cajas y los bancos sobre los que pusieron sus sucias manos. ¡°Lo peor de lo peor¡±, dijo el exgobernador del Banco de Espa?a de la antigua Caja Mediterr¨¢neo (CAM). ¡°A escala, peor que lo peor de lo peor¡±, afirm¨® del Banco de Valencia uno de los administradores colocados por el Fondo de Reestructuraci¨®n y Ordenaci¨®n Bancaria (FROB); unas ¨¦lites pol¨ªticas con escas¨ªsima capacidad de influencia en los centros de poder reales, m¨¢s enredadas en sus miserabilismos partidistas que en resolver los problemas de la gente, am¨¦n de un pestilente olor a corrupci¨®n por m¨¢s esfuerzos que hagan los partidos de la oposici¨®n ¡ªespecialmente el PSPV, que no ha criado la fama, pero s¨ª ha cardado la lana¡ª e incluso el actual Gobierno de la Generalitat con Alberto Fabra quien, pese a las complicaciones que tiene y a sus indecisiones (esas idas y venidas de Dora Ibars¡), se esfuerza en limpiar el gallinero que le dejaron como herencia, con m¨¢s voluntad que acierto.
Y, enfrente, adem¨¢s, una sociedad cabreada. Harta de los recortes en sanidad y educaci¨®n, rabiosa porque no ya sabe d¨®nde gritar para cobrar sus deudas, indignada por la prepotencia de los bancos, desconfiada de sus representantes, desesperada ante los desahucios, cansada de sacrificios in¨²tiles, desesperanzada por tanta austeridad que no conduce a otra parte que no sea a la pobreza. Pero si quedaba alg¨²n incauto que, v¨ªctima de su voluntarismo, crey¨® ver una peque?a luz al final del t¨²nel, lleg¨® el ministro Crist¨®bal Montoro el pasado jueves y le quit¨® la ilusi¨®n con un dato: 3,45% de d¨¦ficit respecto del PIB regional, cuando el objetivo era de 1,5 y la media espa?ola del 1,73%. Traducido en euros: El Consell tiene que ajustar (reducir, recortar, bajar, disminuir) sus gastos en unos 2.100 millones de euros. Dicho para que se entere todo el mundo: menos educaci¨®n, menos sanidad p¨²blica, menos est¨ªmulos a la econom¨ªa productiva, m¨¢s crisis, m¨¢s recesi¨®n, m¨¢s paro. Peor calidad de vida, en definitiva.
El mazazo es de tal magnitud, que el Consell intent¨® justificar el desastre refugi¨¢ndose en el que ahora es su mantra favorito: la p¨¦sima financiaci¨®n auton¨®mica. Un hecho innegable. Los ingresos per c¨¢pita de los valencianos est¨¢n 211 euros por debajo de la media espa?ola, un 12%. La correcci¨®n de este desfase supondr¨ªa que la consejer¨ªa de Hacienda habr¨ªa ingresado algo m¨¢s de 1.000 millones por parte del Estado, cantidad que hubiera servido para acercarse al objetivo del 1,5% del d¨¦ficit. El Consell arguy¨® en su defensa que sus ajustes presupuestarios durante el a?o pasado hab¨ªan representado para las arcas auton¨®micas un ahorro cercano a los 2.000 millones, un esfuerzo realmente importante. Pero la amarga verdad pol¨ªtica presenta algunas realidades que revelan su falta de influencia pol¨ªtica. En esta semana que termina el Ejecutivo de Mariano Rajoy ha aumentado en 200 millones de euros las entregas de dinero a cuenta a Andaluc¨ªa, mientras que a la Comunidad Valenciana se las han rebajado en 174. El segundo plan de pago a los proveedores incluye al Pa¨ªs Vasco y Navarra, con una financiaci¨®n per c¨¢pita muy superior a la media, y no recoge ninguna sugerencia del Consell para incluir deudas correspondientes a 2012. Por ¨²ltimo, mucho m¨¢s visible y m¨¢s destructiva, la doble negativa del PP en el Congreso de los Diputados a votar a favor de modificar el actual sistema de financiaci¨®n auton¨®mico.
Los partidos deber¨ªan dejar aparte sus intereses particulares y firmar un pacto por la financiaci¨®n
Juan Carlos Moragues, consejero de Hacienda, sostiene que el Gobierno de Fabra mantiene sus reivindicaciones, aunque ¡°no de manera tan visible como en otras comunidades aut¨®nomas¡±. La historia de los valencianos est¨¢ plagada de reivindicaciones prudentes y de fracasos solemnes. No hay que retroceder demasiado en el tiempo para tener presente como la discreci¨®n reivindicativa la pas¨® una seria factura pol¨ªtica al socialista Joan Lerma. M¨¢s estelar, Eduardo Zaplana, hizo de su visibilidad toda una estrategia, pero los resultados de su gesti¨®n le fueron mejor a ¨¦l que a la Comunidad Valenciana (su modelo de financiaci¨®n fue un desastre para la Comunidad Valenciana) y Francisco Camps solo fue ¡°coraz¨®n de le¨®n¡± ante Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero. Un victimismo est¨¦ril que durante un periodo de tiempo le proporcion¨® r¨¦ditos en forma de votos, pero que nunca se tradujo en nada tangible. En el PP, ahora, ya nadie osa levantar la voz. Hasta la anta?o fiera Rita Barber¨¢, alcaldesa de Valencia, se comporta cual t¨ªmida y comprensiva damisela ante los desplantes que llegan desde Moncloa.
Los pol¨ªticos se supone que trabajan para modificar la realidad en beneficio de los ciudadanos. Existe un consenso generalizado sobre la necesidad de modificar un sistema de financiaci¨®n que solo garantiza la ruina. La valenciana es, diga lo que diga el t¨®pico y sientan muchos de sus habitantes, una autonom¨ªa pobre, endeudada, de las que menos gasta por habitante y es la ¨²nica con saldo negativo, pese a que su renta per c¨¢pita en inferior a la media y su presi¨®n fiscal superior. Estos son datos, no sentimientos ni emociones tan gratos a los partidos nacionalistas. No parece que fuera descabellado exigir a todas las fuerzas pol¨ªticas y sociales, puesto que est¨¢n todos de acuerdo, que firmen un acuerdo con un solo punto: Reclamar al Gobierno central la modificaci¨®n urgente del sistema de financiaci¨®n. Hay, sin embargo, una condici¨®n previa: Alberto Fabra debe ser el primero en coger la pancarta. Sin una iniciativa semejante, seguiremos ofrendando a Espa?a dinero, no glorias. Pero ser¨¢ a costa de nuestra ruina.
Resulta dif¨ªcil saber qui¨¦n puede beneficiarse del miserabilismo pol¨ªtico actual; pero est¨¢ claro quienes pierden: los ciudadanos. Los ajustes solo pueden llegar por la v¨ªa de suprimir servicios p¨²blicos o aumentar los impuestos. O ambas cosas. Los paganos son los mismos.
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