El crep¨²sculo de las salas
M¨¢s de 40 cines han desaparecido en los ¨²ltimos 10 a?os o se han reconvertido en tiendas y teatros
La sala 1 del antiguo cine Avenida expone bolsos y abalorios. Un piso m¨¢s arriba, bordeando las escaleras del rellano, la sala 2 ofrece varios percheros de abrigos. Es el resultado de la reconversi¨®n de un espacio del a?o 1926 en una conocida tienda de ropa. Como este inmueble situado en la Gran V¨ªa, hasta 44 salas del centro de Madrid se han reconvertido o directamente han desaparecido en los ¨²ltimos diez a?os. Unas acumulan escombros donde antes hab¨ªa butacas. Algunas han transformado su pantalla por plat¨®s de musicales. Y otras han sido pasto de franquicias multinacionales.
Este trasvase de lo anal¨®gico a las blusas de saldo se ha desarrollado como un goteo progresivo. Algunos achacan esta deriva al incesante transcurrir de los tiempos. Otros, a una laxitud administrativa que ha preferido el negocio al ocio. En cualquier caso, las cifras no enga?an: hasta 10 de los 13 cines de la principal arteria madrile?a se han perdido en la ¨²ltima d¨¦cada. Casi 400 si lo llevamos al terreno nacional, seg¨²n los datos del ministerio de Cultura de 2011.
Lugares m¨ªticos como el cine Bogart, el Roxy A, el Azul, el Rex o el Pompeya. Espacios que daban sentido a sus calles. Casos como el de los Luchana, que se despidi¨® en junio del a?o pasado y es el ¨²ltimo damnificado de esta sangr¨ªa audiovisual. Su destino estaba impreso en las decisiones municipales de los ¨²ltimos meses. En enero de 2005, el Ayuntamiento ¡ªpresidido entonces por Alberto Ruiz-Gallard¨®n¡ª modific¨® el Plan General de Ordenaci¨®n Urbana de 1997 para romper el blindaje cultural de los cines y habilitarlos en comercios o viviendas a cambio de mantener los elementos arquitect¨®nicos y compatibilizar el uso con ¡°palcos, tramoyas y escenarios¡±. Una concordia que se debate actualmente en el Palacio de la M¨²sica ¡ªpuesto en venta recientemente por Bankia, que planeaba montar un centro cultural¡ª y que acab¨® con la vida de 11 cines durante los primeros 12 meses desde la entrada en vigor de la medida.
Se trata de una ¡°desertizaci¨®n cultural¡± de los cascos hist¨®ricos de las ciudades, seg¨²n lo ha definido la plataforma Salvemos Los Cines. O un ¡°dinamismo penoso¡± en boca de Fidel Revilla, docente y escritor del libro Historia de Madrid (La Librer¨ªa, 2005). ¡°A veces ha sido una modificaci¨®n muy respetuosa y otras muy dolorosa¡±, insiste el historiador, ¡°pero siempre ha primado lo econ¨®mico. Y las grandes marcas siempre van a querer el lugar privilegiado¡±. ¡°Deber¨ªa existir una mezcla de comercio y actividad cultural para que haya acci¨®n econ¨®mica¡±, defiende Agust¨ªn Rovira, director de la Asociaci¨®n Espa?ola para la Gerencia de los Centros Urbanos (Agecu), agrupaci¨®n que tambi¨¦n destaca que estos espacios ¡°son un motor¡± y ¡°revitalizan¡± la zona. Algo en lo que coinciden los hosteleros de Gran V¨ªa situados al lado del teatro Lope de Vega o del Coliseum que, a d¨ªa de hoy, albergan superproducciones de gran ¨¦xito internacional como El Rey Le¨®n y Sonrisas y L¨¢grimas.
Subida del IVA
Pero no todo es cuesti¨®n de superficies. Tambi¨¦n hay que considerar el desembolso por cada funci¨®n. El precio de las entradas se ha incrementado en un 36% en siete a?os, 17 puntos m¨¢s que el IPC. Una escalada porcentual acorde con la subida del IVA aprobada por el Gobierno central que, desde septiembre de 2012, ha pasado del 8% al 21%. Diferencia que no ha afectado a otros espect¨¢culos como el f¨²tbol (del 8% al 10%) o los libros (4%). ¡°Al fin y al cabo, los cines son empresas privadas y miran los beneficios¡±, resume Rovira.
¡°Aparte del ajuste que hemos tenido que hacer en el precio de la entrada¡±, comenta Mariano G¨®ngora, gerente de los cines Paz, ¡°ahora tenemos que modificar el proyector antiguo a uno digital¡±. Esta modernizaci¨®n supone un coste de 50.000 euros por cada aparato. ¡°No sale a cuenta¡±, protesta, ¡°y va a ocasionar que entre este a?o y el que viene echen el cierre unos cuantos m¨¢s¡±. Este empresario acusa al Estado de falta de apoyo al sector: ¡°Hay subvenciones al creador y al productor, pero no al exhibidor¡±, explica mientras apunta que solo se recibe una ayuda de la Uni¨®n Europea por mostrar pel¨ªculas de pa¨ªses comunitarios.
Hay otros factores clave en el futuro de estos inmuebles: la pirater¨ªa y el avance tecnol¨®gico. Espa?a, a la cabeza europea de descargas ilegales, ha perdido m¨¢s de 48 millones de espectadores en una d¨¦cada. La Federaci¨®n de Cines de Espa?a (Fece), a trav¨¦s de su presidente, Juan Ram¨®n G¨®mez Fabra, declar¨® que ¡°las salas de cine son un sector fundamental para la difusi¨®n y promoci¨®n de las pel¨ªculas, de la cultura¡± y que habr¨ªa que ¡°cambiar la visi¨®n¡± sobre las ayudas que se ofrecen en la Industria cinematogr¨¢fica.
Los nuevos paradigmas de consumo tambi¨¦n han constituido un serio problema. El sector ha tenido que incluir proyecciones en tres dimensiones (3D) para diferenciar el ritual de ver una pel¨ªcula fuera o en casa. Un proceso que no todo el mundo acepta y que supone un sobrecoste por las gafas o la adecuaci¨®n del sistema. ¡°Se han dilapidado espacios interesantes que pod¨ªan haber encontrado nuevos usos culturales distintos al cine, mientras se gastaban ingentes cantidades de dinero p¨²blico en construir salas nuevas¡±, opinan desde el colectivo Madrid.
¡°Nuestros romos ediles, despu¨¦s de haber arrasado el territorio, las costas y el paisaje con sus desprop¨®sitos urban¨ªsticos, quieren ahora explotar y destruir los centros hist¨®ricos de las ciudades, que ven como espacios de oportunidad¡±, sentencian.
¡°El confort ha matado a los cines de barrio¡±, afirma David Miguel S¨¢nchez, autor del libro Cines de Madrid (La Librer¨ªa, 2012). Seg¨²n la teor¨ªa de este rastreador de espacios audiovisuales, antes solo exist¨ªa la posibilidad de evasi¨®n en las salas de cines y en los campos de f¨²tbol. Con la multiplicaci¨®n de opciones, la gente ha elegido un uso l¨²dico del arte cinematogr¨¢fico que se acopla a las actividades festivas. ¡°Ahora se prefiere ir a las multisalas porque se puede esperar comiendo una hamburguesa y entrar un minuto antes de que empiece¡±, mientras que ¡°antes se buscaba una experiencia que no te proporcionaban en otro sitio¡±, sostiene, ¡°y te tocaba ir a la ¨²nica pantalla que estrenaba una pel¨ªcula¡±. Y resuelve: ¡°Ahora hay 50 salas que ponen lo mismo y es m¨¢s c¨®modo irte a un centro comercial de las afueras, que llegas en coche y aparcas sin problemas¡±.
La soluci¨®n de este minucioso observador pasa por la reinvenci¨®n. David Miguel S¨¢nchez cita como ejemplo la Filmoteca Nacional, situada en el edificio del cine Dor¨¦, en Ant¨®n Mart¨ªn. Tambi¨¦n menciona la isla cinematogr¨¢fica creada en la plaza de los Cubos de la calle de la Princesa. En ambos casos, la programaci¨®n se escapa de los circuitos mayoritarios. En el primero se exhiben ciclos tem¨¢ticos o dedicados a directores, ¡°y hay unas colas largu¨ªsimas¡±. En los segundos, se respeta la versi¨®n original y la autor¨ªa de las producciones. ¡°Aunque es cierto que las facilidades a los comercios y la subida del IVA est¨¢n siendo catastr¨®ficos¡±, concluye.
Un gimnasio en los Luna
La b¨²squeda de lo a?ejo tambi¨¦n sirve para defender estos rincones. El olor enmoquetado, las sesiones dobles o el merodeo en la oscuridad del palco son un buen argumento contra el cambio. Una opci¨®n que se llev¨® a cabo hace dos a?os en los cines Luna, edificio que hab¨ªa sido ocupado desde su cierre en 2005, y que un grupo de amigos reabri¨® temporalmente para ofrecer un festival mensual de terror de serie B. La iniciativa fue un ¨¦xito, pero una oferta de un gimnasio la sepult¨®. Una decisi¨®n que se amolda a la opini¨®n de Fernando Villalonga, delegado de Las Artes, que ha se?alado que el Palacio de la M¨²sica ¡°solo¡± era un cine y que ¡°no hay que mantenerlo por romanticismo¡±.
La presentadora de los premios Goya, Eva Hache, se cuestionaba en la ¨²ltima gala si a¨²n exist¨ªan los cines. O el escritor Javier Mar¨ªas, que en el volumen titulado Donde todo ha sucedido confiesa: ¡°Mi infancia est¨¢ asociada al cine m¨¢s que a casi ninguna otra cosa, como la gran parte de escritores de mi edad¡±. El pr¨ªncipe Alonso, el Mar¨ªa Cristina o el Col¨®n. Salas hoy casi todas desaparecidas¡±. Estas impresiones concuerdan con la de Gloria Gonz¨¢lez, de 70 a?os, que en la puerta de los Capitol, uno de los pocos supervivientes, recuerda que ¡°antes mirabas a un lado y a otro y estaba precios¨ªsimo de carteles y cines¡±. Suspira, revisa el bolso, se coloca el abrigo y se dirige hacia su sala donde, esta vez s¨ª, ver¨¢ una pel¨ªcula de acci¨®n.
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