Tetu¨¢n: ¡®making-of¡¯ de una batalla
El MNAC expone la gran obra de Mari¨¤ Fortuny y 130 objetos relacionados con su creaci¨®n
Controvertida y poco ortodoxa a las estructuras del g¨¦nero b¨¦lico, La Batalla de Tetu¨¢n o Expugnaci¨®n del campamento marroqu¨ª por las tropas espa?olas el 4 de febrero de 1860, de Mari¨¤ Fortuny i Marsal (Reus 1838-Roma 1874) es una obra inconclusa, que provoc¨® m¨¢s de un dolor de cabeza a su autor que fue incapaz de resolver el encargo y acab¨® siendo la historia de un fracaso. 150 a?os despu¨¦s de su ejecuci¨®n, el cuadro se ha convertido en parte del imaginario colectivo y sigue atrayendo al espectador con una extra?a fascinaci¨®n. El Museo Nacional de Arte de Catalu?a, MNAC, coincidiendo con el 175 aniversario del nacimiento del pintor expone esta enorme obra (9,72 por 3 metros) y gran parte de los cerca de doscientos bocetos preparatorios que la hicieron posible. La batalla de Tetuan de Fortuny. De la trinchera al museo es un homenaje a la obra, al pintor, considerado el mejor artista catal¨¢n del siglo XIX, y a todo el mundo que la hizo posible.
La vida le cambi¨® al joven pintor de 24 a?os Mari¨¤ Fortuny en 1860, cuando acept¨® el encargo para decorar con una serie de obras pict¨®ricas las paredes del Sal¨®n de Sesiones del Palau de la Diputaci¨®n de Barcelona. Fortuny descubri¨® en Marruecos un mundo lleno de color y personajes ex¨®ticos que le llevaron a abandonar las t¨¦cnicas de taller que hab¨ªa practicado hasta ese momento, ti?endo su pintura desde ese momento de orientalismo.
El tema del encargo eran las haza?as ¨¦picas del ej¨¦rcito espa?ol en el norte de ?frica. La Diputaci¨®n de Barcelona, a propuesta de Mila i Fontanals decidi¨® enviar al escenario un artista para que documentara los hechos del general Joan Prim y su batall¨®n de voluntarios que la propia Diputaci¨®n hab¨ªa sufragado. El elegido fue Mari¨¤ Fortuny, un pensionado desde hac¨ªa dos a?os por la instituci¨®n en Roma, que hab¨ªa demostrado su capacidad para trabajar del natural. El encargo, recibido el 10 de enero de 1860, comportaba viajar el escenario de la guerra para realizar cuatro cuadros de gran formato y seis medianos que reflejaran los hechos b¨¦licos. El precio se fij¨® en 40.000 reales, m¨¢s otros 2.000 al mes, mientras estuviera en ?frica.
Los intrascendentes ataques bereberes a las fortificaciones de Ceuta fueron aprovechados por el gobierno de la Uni¨®n Liberal del general Leopoldo O'Donnell para iniciar hostilidades contra el gobierno marroqu¨ª. Una operaci¨®n de imagen que tuvo poca repercusi¨®n en las fuentes ¨¢rabes, ¡°de hecho, para ellos la batalla no existi¨®¡±, asegura Jordi A. Carbonell, profesor de la Universidad Rovira i Virgili y comisario de la exposici¨®n junto a Francesc Qu¨ªlez, conservador jefe del Gabinete de Dibujos y Grabados del MNAC. ¡°Lo que se intentaba era crear una cortina de humo de los problemas internos¡±, aseguran. El fervor que alentaron las cr¨®nicas period¨ªsticas sobre el conflicto llev¨® a muchos a alistarse voluntarios, como los 500 hombres de un batall¨®n catal¨¢n que march¨® al frente dirigido por Prim.
La guerra en el norte de ?frica fue el primer conflicto que tuvo una aut¨¦ntica cobertura period¨ªstica, gr¨¢fica y fotogr¨¢fica. En este contexto, como hizo Frederic Hardman, por The Times, que ya hab¨ªa estado en Crimea, o el corresponsal de Le Monde Illustr¨¦ de Par¨ªs, Charles Yriarte, o el fot¨®grafo Enrique Facio (del que se pueden ver en la exposici¨®n una docena de alb¨²minas conservadas por Patrimonio Nacional que no se han visto nunca), Fortuny llega al continente dispuesto a dejar constancia del poder del estado espa?ol.
Durante su estancia de tres meses en 1860, Fortuny realiz¨® casi 200 dibujos preparatorios a l¨¢piz y numerosas acuarelas, que constituyen de por si una cr¨®nica. Su primera tienda de campa?a, el paisaje, rincones de la ciudad, la arquitectura, escenas de la calle, las indumentarias de jud¨ªos y musulmanes, pero tambi¨¦n la vida en el campamento, la guerra o las entrevistas de paz, uniformes, las siestas de los soldados, sus caballos y los dromedarios o el ¨²nico cerdo de la ciudad que llevaron los espa?oles y un largo etc¨¦tera, son objeto de su trabajo. La mayor¨ªa dibujos esquem¨¢ticos.
Pero la aventura africana del pintor comenz¨® mal. Cuando lleg¨® a Tetu¨¢n, el 12 de febrero, hac¨ªa seis d¨ªas que las tropas espa?olas hab¨ªan entrado a la ciudad, por lo que no pudo vivir la batalla que acab¨® pintando en su cuadro. Fortuny s¨ª asisti¨® a las negociaciones de la paz en febrero de 1860, donde tuvo la oportunidad de ver al enemigo de cerca, incluso al pr¨ªncipe Mulay Abbas, l¨ªder del ej¨¦rcito marroqu¨ª, cuando se entrevist¨® con O'Donnell. Durante el encuentro realiza el dibujo de un rife?o muerto en el suelo que incorpor¨® en el cuadro final.
Pero las negociaciones de paz no acabaron bien y el conflicto se recrudeci¨®, siendo la ciudad de T¨¢nger el nuevo objetivo de las tropas espa?olas.
En marzo se ocupa la ciudad de Samsa donde Fortuny presencia por primera vez, aunque en un segundo plano, un verdadero enfrentamiento cuerpo a cuerpo, y luego la batalla de Wad-Ras, ¡°donde sinti¨® la bayoneta pasar cerca¡±, seg¨²n Carbonell, que determin¨® la guerra. Fortuny dibuja el movimiento de las tropas y los duros enfrentamientos, sobre todo los protagonizados por el batall¨®n catal¨¢n que lucharon ¡°como tigres¡±, seg¨²n palabras del propio Prim, protegiendo al ej¨¦rcito de las embestidas de los jinetes marroqu¨ªes. De los 257 soldados que entraron en combate, 118, entre ellos 7 oficiales, murieron. ¡°Brava gente es la de mi tierra¡±, dijo Prim en una carta.
Fortuny, por los dibujos conservados, en los que refleja la fuerza de la lucha cuerpo a cuerpo, lo vivi¨® desde un lugar elevado, cerca del puente del Bu-Sfiha. El MNAC ha reunido todos los dibujos preparatorios del cuadro sobre Wad-Ras y el esbozo que se expone en las salas del Prado de esta batalla. Tras la ofensiva se vivi¨® un segundo encuentro para negociar la paz entre O'Donnell y Mulay Abbas que acab¨® en un armisticio y que Fortuny aprovech¨® para realizar m¨¢s apuntes del enemigo.
El abril de 1860 el pintor vuelve a Espa?a cargado de trajes y objetos curiosos que acabaron, ¡°tras ser requisados por la aduana italiana durante un tiempo¡± en su estudio en Roma. Antes los diputados de Barcelona le pagan un viaje a Par¨ªs para ¡°inspirarse¡± viendo un cuadro sobre la conquista de Argelia realizado por Horace Vernet. Una pintura de dimensiones espectaculares: 21,39 metros de largo por 4,89 de alto. Y que seguro que le influy¨®, aunque no como se esperaba.
Seg¨²n Charles Baudelaire, Vernet era un militar que pintaba. Pero Fortuny no. La visi¨®n de esta obra, le apabull¨® tanto que acab¨® desmoralizado, explican los comisarios. Tras su retorno a Roma comienza a pintar obras como La Odalisca y Il Contino. En 1962 vuelve a viajar a Tetu¨¢n y T¨¢nger la infiel, durante otros tres meses m¨¢s, donde profundiza, en los escenarios de la guerra de forma relajada y acent¨²a su inter¨¦s por el orientalismo.
Despu¨¦s de tres a?os, el encargo inicial de la Diputaci¨®n, queda reducido a un solo cuadro de grandes dimensiones y se le da una pr¨®rroga de dos a?os m¨¢s de pensi¨®n. Fortuny trabaja en la batalla ¡ªdespu¨¦s de realizar dos enormes esbozos entre 1861 y 1863¡ª, entre abril y mayo de 1863 y 1865. Pero desde el primer momento la obra le causaba problemas, ¡°era una esclavitud¡±, escribi¨® Folch i Torres, por lo que el pintor comenz¨® a llamarlo, despectivamente, ¡°el gran cuadro¡±. Cuando la pensi¨®n se acab¨®, abandon¨® su ejecuci¨®n centr¨¢ndose en otras obras, con la esperanza de acabarlo posteriormente.
En realidad, en los ¨²ltimos a?os Fortuny no hab¨ªa vuelto a a?adir pincelada alguna en el enorme cuadro que hab¨ªa quedado arrinconado en su estudio. Parad¨®gicamente, eso hizo aumentar la fama de la pintura: cada vez que aparec¨ªa su taller reproducido en fotograf¨ªas, se ve¨ªa la enorme batalla como un tel¨®n de fondo.
Fortuny, enriquecido por el resto de sus producciones, como La Vicaria, que hab¨ªa vendido a un gran precio, devolvi¨® el dinero del encargo, despu¨¦s de alegar motivos de salud para no terminarla. ¡°Vanidoso¡± e ¡°ingrato¡± fue lo m¨¢s tibio que se le dijo desde la Diputaci¨®n que le reclamaron los 4.200 escudos invertidos. El cuadro se qued¨® en Roma colgado en su estudio sin acabar. En 1875, tras fallecer el pintor, la Diputaci¨®n lo compr¨® a su viuda por 50.000 pesetas y lo instal¨® en el Sal¨®n de Sesiones, tal y como estaba previsto en un origen, algo que no deja de ser parad¨®jico.
La compra no estuvo exenta de pol¨¦mica, y en diarios como El Diluvio, La Publicidad e Ilustraci¨®n, no faltaron las cr¨ªticas por lo mal resuelta de la obra y la confusi¨®n de alguna de sus partes. Qu¨ªlez recoge en la publicaci¨®n que acompa?a la exposici¨®n las diferentes cr¨ªticas publicadas, algunas muy duras, como las que aseguraban que el cuadro era un lienzo ¡°pretencioso y desatinado¡± e incluso, lo peor que le pod¨ªan decir a Fortuny, una copia del cuadro de Vernet. All¨ª estuvo expuesto hasta que en 1919 se traslad¨® al Museo de la Ciutadella, con la colaboraci¨®n de una brigada de bomberos que lo llevaron en brazos en posici¨®n horizontal.
No fue el ¨²nico traslado: se expuso en el Palau Nacional, viaj¨® a Olot, durante la Guerra Civil, volvi¨® a Montju?c, despu¨¦s a Reus y al Sal¨®n del Tinell para la famosa exposici¨®n de 1962 en se enfrent¨® con la obra de Dal¨ª. Fue y vino varias veces a Montju?c, hasta su ingreso definitivo en el MNAC en 2004 (tras derribar una pared del antiguo arsenal para sacarlo). Ese a?o ha sido la ¨²ltima vez que ha visto la luz natural.
Seg¨²n Carbonell y Qu¨ªlez, los comisarios de la exposici¨®n del MNAC, Fortuny, pese a los infortunios del proceso, cre¨® una interpretaci¨®n innovadora del tema. La pintura describe el dilatado escenario de la batalla en el mismo escenario donde ocurri¨®, pudi¨¦ndose reconocer accidentes geogr¨¢ficos como el cabo Ta?for o la bah¨ªa y la desembocadura del r¨ªo Martil. El pintor coloc¨® a los personajes principales en la parte central de la tela, formando un tri¨¢ngulo: O¡¯Donnell, sereno, en la parte central, dirige la batalla, seguido de su escolta de h¨²sares ¡°representado de forma cl¨¢sica¡±. Hacia la izquierda, los voluntarios catalanes dirigidos por el h¨¦roe de la batalla, el brigadier reusense, Victoriano Sugranyes que muri¨® en la jornada (hab¨ªa llegado a la ciudad el d¨ªa anterior) y a la derecha del espectador, el h¨¦roe militar rom¨¢ntico, el general Prim, que lucha, a galope tendido y sable en mano contra un guerrero musulm¨¢n; una imagen convertida en t¨®pica e ic¨®nica del general. A partir de esta figura se despliegan diversas figuras que narran la derrota: la poblaci¨®n que huye, presa del p¨¢nico y el pr¨ªncipe marroqu¨ª y su ej¨¦rcito de jinetes. En realidad, Mulay Abbas observ¨®, impotente, desde lo alto de un tur¨®n c¨®mo su ej¨¦rcito perd¨ªa la contienda y la ciudad de Tetu¨¢n. En el margen superior izquierdo se identifica el campamento de los marroqu¨ªes, destacando la lujosa tienda del pr¨ªncipe que fue trasladada y expuesta en Madrid como bot¨ªn de guerra.
Seg¨²n Carbonell, el cuadro de Fortuny, a diferencia de otros historicistas que reflejan batallas y caen en la ret¨®rica montando escenograf¨ªas, es una obra ¡°con expresividad y veracidad, con fragmentos magistrales que apuntan a las obras luministas de la ¨²ltima etapa del pintor. Es un cuadro important¨ªsimo porque cambia el concepto de la pintura hist¨®rica. Es muy transgresor y nada can¨®nico, quiz¨¢ por eso fue criticado en primera instancia¡±. Pero pese que reproduce con finalidad la atmosfera di¨¢fana del norte de ?frica, los especialistas remarcan que no es del todo real y que aparecen una serie de elementos imaginarios y estereotipos. Por ejemplo: los alrededores de Tetu¨¢n est¨¢n verdes siempre, pero Fortuny opt¨® por pintar un paisaje ¨¢rido y marr¨®n que a su entender, se correspond¨ªa con la imagen europea de lo que era ?frica.
Junto a las 130 obras relacionadas con la pintura, el MNAC expone dos espingardas que trajo Prim de la guerra, un sable, los prism¨¢ticos, el ros (gorro) y la cartera de campa?a del general. La visita concluye con varias obras que Salvador Dal¨ª adquiri¨® de Fortuny como el Tribunal de la Alhambra que ha cedido su fundaci¨®n de Figueres. Se exhiben junto a la documentaci¨®n sobre la exposici¨®n de 1962 en el Sal¨®n del Tinell ¡ªimpagable el reportaje del NODO¡ª que puso en di¨¢logo la obra de Fortuny y la hom¨®nima de Dal¨ª que vieron, en la Barcelona franquista de entonces, 40.000 personas.
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