Excepciones a la regla
No todo funciona mal en Alicante, por ejemplo sus museos
Vivimos una ¨¦poca en que la crisis econ¨®mica y la corrupci¨®n han convertido las malas noticias en algo habitual. Cada ma?ana, nos sobresaltamos al escuchar la radio o al ojear las p¨¢ginas de la prensa. Esta situaci¨®n, al prolongarse, ha acabado por te?ir de pesimismo nuestra mirada de pesimismo y, poco a poco, se ha impuesto la idea de que las cosas no funcionan en este pa¨ªs, o funcionan mal. En Alicante, el fen¨®meno es de una notable intensidad. La ciudad vive un momento de incertidumbre, que la ha sumido en un estado de postergaci¨®n perceptible a simple vista. El Ayuntamiento, como ya he contado en anteriores cr¨®nicas, carece de cualquier actividad pol¨ªtica de relieve; los empresarios que, en otras ¨¦pocas, desempe?aron un papel activo en la marcha de la ciudad, tambi¨¦n est¨¢n ausentes de la vida p¨²blica.
No todo, sin embargo, funciona mal en Alicante. Una excepci¨®n son sus museos, tanto el dedicado al arte contempor¨¢neo (MACA), como el de arqueolog¨ªa (MARQ). La singularidad no deja de sorprender en un pa¨ªs donde, por lo com¨²n, las autoridades suelen considerar la cultura poco m¨¢s que un espect¨¢culo. Desde su reforma, el MARQ ha logrado un notable prestigio que le llev¨® a obtener, en el 2004, el Premio Europeo al mejor museo. Pero para el MARQ, si se me permite decirlo, las cosas fueron f¨¢ciles desde un principio. El museo se construy¨® en una ¨¦poca de bonanza econ¨®mica y los pol¨ªticos del momento quisieron convertirlo en una obra de referencia, para la que no escatimaron el dinero. Despu¨¦s, su equipo directivo ha sabido mantener una l¨ªnea de exposiciones exigente, donde han destacado algunas muestras de impacto indudable, muy bien seleccionadas, que han establecido su prestigio. El resultado es un museo que, al d¨ªa de hoy, dispone de una l¨ªnea de cr¨¦dito considerable.
Con el MACA, las cosas fueron algo diferentes. Fundado sobre la colecci¨®n ¡ªmagn¨ªfica¡ª que el pintor Eusebio Sempere don¨® a la ciudad de Alicante, este museo tuvo unos comienzos complicados. La pol¨ªtica, la mala pol¨ªtica, se cruz¨® en su camino y, m¨¢s de una vez, el proyecto estuvo a punto de naufragar por el exceso de protagonismo de alg¨²n concejal. Afortunadamente, se impuso el sentido com¨²n y el edificio de los arquitectos Sol Madridejos y Juan Carlos Sancho pudo rematarse. Comparado con otras construcciones semejantes de la ¨¦poca, nos encontramos ante un edificio modesto. Esta modestia, sin embargo, no tiene nada que ver con su calidad. Al contrario, me atrever¨ªa a decir que constituye un acierto: el museo se adapta perfectamente a su entorno ¡ªalgo que no era nada f¨¢cil¡ª y tiene la presencia suficiente para no pasar desapercibido. La normalidad es una de las cualidades m¨¢s dif¨ªciles de lograr en la arquitectura.
En un museo, el edificio es una parte importante, qu¨¦ duda cabe; pero lo que debemos valorar, en ¨²ltima instancia, es su trayectoria, es decir, sus exposiciones. Cuando se inaugur¨®, me encontraba entre los que no ten¨ªan mucha fe en el futuro del MACA: admito que me equivoqu¨¦. Desde su fundaci¨®n, el museo ha mantenido una l¨ªnea de exposiciones notable, que ha sorprendido a todo el mundo de manera muy grata. Estamos lejos, desde luego, de aquel ¡°museo de referencia¡± al que aludi¨® Sonia Castedo en su inauguraci¨®n. Por sus condiciones, el MACA no ser¨¢ nunca un museo de referencia, pero s¨ª resulta muy adecuado para las necesidades de una ciudad como Alicante. Yo explicar¨ªa su ¨¦xito en dos condiciones: un presupuesto escaso, que le ha obligado a centrarse en lo esencial, y en el buen sentido y la discreci¨®n de su directora, Rosa Castells. Y, sobre todo, en la ausencia de ingerencias pol¨ªticas que le han permitido dedicarse a lo que debe ser el trabajo de un museo, algo que comparte con el MARQ.
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