El butronero lector
Unos ladrones vac¨ªan la caja de la librer¨ªa Alberti Accedieron por un agujero que hicieron desde el local contiguo abandonado
¡°Esto lo ha hecho un ladr¨®n lector¡±, se comentaba este mediod¨ªa en la librer¨ªa Alberti, en Arg¨¹elles, mientras pon¨ªan orden al estropicio causado por los butroneros que desvalijaron la caja en la madrugada del s¨¢bado. Pasado el disgusto, los due?os del establecimiento y el resto del personal intentan tom¨¢rselo con humor. Pero en un primer momento, el agujero en la pared de poco menos de medio metro de di¨¢metro sent¨® como un mazazo.
Lola Larumbe, una de las propietarias, se acerc¨® en la ma?ana del domingo al negocio. Aunque no abren ese d¨ªa, quer¨ªa pasarse a trabajar en algunos asuntos. Al principio no se fij¨® en el hueco abierto en el muro contiguo al local que lleva tres a?os vac¨ªo. Solo vio un altavoz en el suelo y le pareci¨® extra?o, pod¨ªa haberse ca¨ªdo solo, pens¨®, incluso se le pas¨® por la cabeza un peque?o terremoto. Cualquier idea entraba en su cabeza salvo la posibilidad de que unos ladrones entraran en una librer¨ªa. Fue cuando abri¨® la puerta del almac¨¦n y vio el destrozo que hab¨ªan dejado tras de s¨ª en busca del bot¨ªn, cuando Larumbe entendi¨® qu¨¦ hab¨ªa pasado. Los butroneros incluso descolgaron los cuadros esperando encontrar tras los marcos la caja fuerte oculta que, a su entender, deb¨ªa ocultar una librer¨ªa. Uno de los cuadros de Alberti muestra la antigua fachada del edificio, que en tiempos fue una casa de beneficencia.
¡°En el almac¨¦n no se pod¨ªa ni entrar de c¨®mo lo hab¨ªan dejado¡±, relata. Un d¨ªa despu¨¦s los papeles y recibos han vuelto a sus carpetas de colores apiladas en una estanter¨ªa y los due?os han aprovechado para hacer limpieza de todo eso que durante a?os se va acumulando en la parte trasera. Durante 38 a?os, que son los que lleva proporcionando letras la Alberti a Madrid, se puede acumular mucho, aparte de papeles en el almac¨¦n, el cari?o de todos los clientes que tambi¨¦n se han llevado un susto por lo que le ha pasado no solo a su librer¨ªa, sino tambi¨¦n a su punto de encuentro.
El agujero ahora ya est¨¢ cubierto por un tosco muro de hormig¨®n, levantado r¨¢pidamente para que los due?os del establecimiento pudieran irse el domingo tranquilos a casa. ¡°La polic¨ªa nos ha dicho que seguramente han estudiado nuestros horarios y que incluso puede que hayan estado aqu¨ª dentro para estudiar el local¡±. Las estanter¨ªas contin¨²an destrozadas, a la espera de que el seguro dictamine, pero algunos libros se mantienen encima de los extremos que quedaron intactos, como una met¨¢fora de que, a pesar de lo sucedido, la librer¨ªa no modificar¨¢ su curso. ¡°En un principio pens¨¦ que me hab¨ªan robado tambi¨¦n la felicidad y las ganas¡±, comenta Larumbe, ¡°y pens¨¦ anular todos los actos al menos de esta semana, pero luego reflexion¨¦ y decid¨ª seguir adelante con todo¡±. No es solo por el dichoso agujero, que representa una advertencia de que no solo de joyer¨ªas viven los butroneros, sino porque Larumbe siente que va ¡°a contracorriente¡± en un momento en el que no paran de cerrar negocios. ¡°Si te roban es que est¨¢s vivo¡±, le responden en seguida en la librer¨ªa ante este atisbo de des¨¢nimo.
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