La ciudad dibujada en viejas postales
Un libro descubre el Madrid que se plasmaba en las cartas ilustradas
Hay una forma distinta, rica y nueva de conocer Madrid: a trav¨¦s de las postales. Se trata de un g¨¦nero de correspondencia interpersonal que, desde hace m¨¢s de un siglo, ha relacionado a gentes de toda condici¨®n mediante cartas ilustradas rubricadas con mensajes gratos. A lo largo de 126 a?os, Madrid ha sido dado a conocer, puertas adentro y en el extranjero, con tan feliz veh¨ªculo.
Hoy, la proliferaci¨®n del tel¨¦fono m¨®vil, provisto de capacidad para transmitir im¨¢genes, y el despliegue del correo inform¨¢tico, han amortiguado la importancia de la postal. Pero queda un segmento restringido de personas que facilita el acceso a sus tesoros, aquellos que dieron cuenta grata de la realidad humana, social y monumental que las postales han reflejado. Quienes lo brindan al p¨²blico son hoy los coleccionistas, personas disciplinadas que cumplen el rito recolector como una liturgia social. Y lo hacen con miras a satisfacer no solo su afici¨®n propia, casi siempre muy enraizada, sino adem¨¢s con el prop¨®sito de colmar el inter¨¦s de muchas personas que su afecto comparten. Y ello porque esas ilustraciones dan habitualmente noticia de bellos momentos desde bonitos parajes como los que el Madrid decimon¨®nico presentaba en aquellas inolvidables cartas postales.
Mart¨ªn Carrasco, asturiano de Tapia de Casariego (1942) aunque madrile?o desde hace m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, pasa por ser uno de los principales coleccionistas europeos de postales. As¨ª lo atestiguan los premios cosechados por ¨¦l y sus colecciones, hasta 80.000 de ellas sobre Madrid, en lugares tan distintos como Valencia, Londres, Michigan o Toronto.
Ahora La Librer¨ªa, editorial consagrada a temas de trasunto madrile?o, saca a la calle su libro Tarjetas postales ilustradas de Madrid 1887-1905. Incluye m¨¢s de 500 cartas postales ilustradas y abarca el per¨ªodo de arranque de este g¨¦nero postal hasta 1900, desde la primera editada en Espa?a por Leopoldo L¨®pez, en 1887, con comercio especializado la calle de la Cruz de Madrid, hasta el fin de centuria. Fue a partir de entonces cuando se inaugur¨® la que los coleccionistas han denominado ¡°edad de oro¡± de la postal ilustrada, el lustro entre 1900 y 1905.
Tanta fue la importancia de la cartofilia, que as¨ª se llama la disciplina colectora propia, que surgieron en Madrid varias revistas especializadas, dedicadas a relatar los progresos de las publicaciones de series de postales ilustradas. La difusi¨®n de tan gr¨¢fico ajuar se debe a dos emporios impresores. El primero, Hauser y Menet, empresa fundada por dos socios suizos, que tendr¨ªa su sede en la celle del Plomo, junto a Legazpi, y ser¨ªa un vivero de grandes impresores, tip¨®grafos y cromadores; la otra compa?¨ªa comenzar¨ªa su singladura bajo la prestigiosa cobertura del fot¨®grafo Laurent, y despu¨¦s como Fototipia Lacoste.
Ambas empresas convirtieron la postal en un bello y rentable negocio, porque la pulsi¨®n emotiva que llevaba a los corresponsales a cartearse de esta manera ha resultado, durante m¨¢s de un siglo, una afecci¨®n irresistible. Y ello a pesar de que su precio era aproximadamente unas diez veces superior al de una carta normal.
De este modo, gracias a las postales, cabe contemplar un Madrid epocal e ins¨®lito, lleno de detalles donde la sonrisa acompa?a a la sorpresa cuando el observador descubre, por ejemplo, un vestigio arquitect¨®nico monumental que a¨²n hoy perdura sobre la ciudad o bien se le permite idear c¨®mo fue otro que desapareci¨® bajo la piqueta.
Es el caso de la serie sobre el Palacio Real, la plaza de Toros de Las Ventas, con Lagartijo sobre su coso; o ; asimismo, el libro muestra una poda el Retiro; escenas infantiles en la zona del Parterre, con sus ariz¨®nicas arbustivas taladas hasta adquirir hoy bell¨ªsima forma arb¨®rea; la cripta neorrom¨¢nica de la catedral de La Almudena, en plena construcci¨®n, o un puesto de sand¨ªas inmortalizado en 1902 en la Glorieta de Carlos V, junto a la estaci¨®n de Atocha: al fondo surge el edificio del ministerio de Agricultura, todav¨ªa sin los estatuas aladas que posteriormente lo coronaron y de las cuales otras postales dan noticia. Este veh¨ªculo de correspondencia permitir¨¢, gracias a este libro, que historiadores, estudiosos y p¨²blico madrile?o en general puedan reconocer el rostro de Madrid, a¨²n presente o ya ido, tal como qued¨® representado en aquella bisagra hist¨®rica gracias a las sales de plata y al esfuerzo de fot¨®grafos, impresores, ilustradores y corresponsales, signados por una misma pasi¨®n por la belleza.
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