El relevo de Mas
El Madrid oficial busca acorralar a Mas para forzar un cambio de liderazgo, pero la alternativa ser¨ªa a¨²n m¨¢s radical
Recapitulemos. El primer gran error reciente del establishment pol¨ªtico-medi¨¢tico espa?ol con respecto a Catalu?a consisti¨® en minimizar el impacto de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto. En el peor de los casos (para muchos, en el mejor), aquello se llevar¨ªa por delante la f¨®rmula de los tripartitos de izquierdas, arrojar¨ªa a los extremistas de Esquerra Republicana a las tinieblas de una largu¨ªsima oposici¨®n y allanar¨ªa el camino para el retorno al poder de una Converg¨¨ncia i Uni¨® tan pragm¨¢tica y d¨²ctil como la de los tiempos de Pujol. S¨ª, claro que hubo la gran manifestaci¨®n del 10 de julio de 2010, pero eso se consider¨® un calent¨®n veraniego, una llamarada sentimental que iba a apagarse sin dejar rastro.
Tras un par de a?os de aparente quietud, el segundo gran error fue leer los acontecimientos catalanes de septiembre de 2012 en clave conspirativa, como una operaci¨®n orquestada de arriba abajo, y no como lo que fueron: una eclosi¨®n del malestar sociopol¨ªtico acumulado desde la sentencia del Constitucional y agudizado por la crisis, un movimiento de abajo arriba. El error de considerar a Artur Mas el deus ex machina del ¡°desaf¨ªo catal¨¢n¡± condujo a otra equivocaci¨®n: la de creer que, si Mas y CiU pinchaban en las urnas, tal ¡°desaf¨ªo¡± se evaporaba. Basta recordar c¨®mo exultaron ciertas cabeceras el pasado 26 de noviembre, dando por amortizado al presidente de la Generalitat y por finiquitado el proceso soberanista.
Desde entonces, a lo largo del ¨²ltimo semestre, esa pauta de lectura (seg¨²n la cual la muerte pol¨ªtica de Artur Mas resolver¨ªa todos los problemas) se ha mantenido inc¨®lume en los c¨ªrculos del poder espa?ol y en sus sucursales barcelonesas. Estos siguen sin entender que la Converg¨¨ncia de hoy no es la de Pujol ¡ªni siquiera Pujol es ya aquel Pujol de dos d¨¦cadas atr¨¢s, y bien que le pesa la decepci¨®n¡¡ª pero, sobre todo, no perciben que la sociedad catalana ha sufrido una masiva, brutal p¨¦rdida de confianza en los compromisos, los apa?os y las f¨®rmulas ambiguas que vertebraron la relaci¨®n Catalu?a-Espa?a desde 1977 hasta 2006. Que el llamado ¡°desaf¨ªo catal¨¢n¡± lo alimentan agudas percepciones de incomprensi¨®n, de enga?o y de maltrato, no supuestas maquinaciones urdidas desde la plaza de Sant Jaume y propagadas por unos medios serviles y goebbelsianos.
Si Espa?a fuese un Estado regido con inteligencia y esp¨ªritu de conservaci¨®n, la respuesta? consistir¨ªa en mostrarse conciliadores y emp¨¢ticos
Si Espa?a fuese un Estado regido con inteligencia y esp¨ªritu de conservaci¨®n, la respuesta pertinente consistir¨ªa en mostrarse conciliadores y emp¨¢ticos. Pero es todo lo contrario, ya se atienda a los alardes de Monago, a las amenazas de Aznar, a los planes de Wert y de Garc¨ªa-Margallo o a las tergiversaciones de Rubalcaba.
El Madrid oficial sigue persuadido de que encajonar a Artur Mas en un callej¨®n sin salida, obligarle por la v¨ªa del l¨ªmite de d¨¦ficit a tomar medidas de recorte cada vez m¨¢s impopulares, cerrar la puerta a cualquier posibilidad de una consulta consensuada, aupar al Tribunal Constitucional a magistrados de perfil centralista y conservador tan acusado como Enrique L¨®pez¡, de que asediar al l¨ªder convergente por los cuatro costados provocar¨¢ el colapso de su pol¨ªtica, ya sea por la deserci¨®n de Uni¨® Democr¨¤tica, o por la presi¨®n insuperable de los medios empresariales, o porque el instinto de supervivencia de los cuadros convergentes fuerce un cambio de liderazgo y de rumbo, o por ruptura de la resistencia psicol¨®gica del propio Mas.
Desde luego, no es imposible que alguno de estos escenarios se haga realidad. Pero quienes, desde Madrid o desde Barcelona, trabajan para que as¨ª sea deber¨ªan preguntarse a qui¨¦n iba a beneficiar la enorme frustraci¨®n subsiguiente. Porque el relevo de Artur Mas no ser¨ªa Pere Navarro, ni tampoco Alicia S¨¢nchez-Camacho, ni siquiera un Duran Lleida que ha quemado cualquier posibilidad de liderar jam¨¢s el nacionalismo mayoritario. Si Artur Mas desaparece v¨ªctima de un suicidio inducido, su relevo saldr¨¢ de la confluencia entre Esquerra Republicana y una CDC mucho m¨¢s radicalizada. Lo que no va a regresar ¡ªa ver si se enteran¡ª es el tiempo de la conllevancia.
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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