La generaci¨®n mejor preparada
El empobrecimiento intelectual tiene su correlaci¨®n en unos ciudadanos manipulables
?Tenemos la generaci¨®n mejor preparada de la historia? Cada vez que lo oigo miro r¨¢pidamente a mi alrededor y trato de encontrar a los protagonistas de la afirmaci¨®n. La ¨²ltima vez lo escuch¨¦ de labios de Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, pero no ha sido el ¨²nico, ni ser¨¢ el ¨²ltimo, porque ese falso convencimiento ha superado las fronteras partidistas y se ha incrustado en el imaginario colectivo de la frase lis¨¦rgica, como la certificaci¨®n de una verdad absoluta. As¨ª, aunque todos los an¨¢lisis, end¨®genos y ex¨®genos, de nuestra realidad educativa, nos lleven a pensar lo contrario ¡ªque estamos no ante la mejor, sino ante la generaci¨®n peor preparada de nuestra historia reciente¡ª, los pol¨ªticos siguen manteniendo esa posici¨®n incuestionable, como si plantearse su m¨¢s m¨ªnima fisura constituyera un anatema contra el que hay que rebelarse con furia convencida, neg¨¢ndolo sin contemplaciones, pero tambi¨¦n sin argumentos probatorios.
No hace falta remitirse al Informe PISA, que nos sit¨²a en la vanguardia, s¨ª, pero del furg¨®n de cola europeo, para tener una perspectiva del nivel intelectual de nuestros estudiantes antes de llegar a la Universidad. Si hace varias d¨¦cadas, en el examen final de Bachillerato no se pod¨ªa aprobar con faltas de ortograf¨ªa, ahora los profesores de Universidad ya han renunciado a penalizarlas en las pruebas escritas, porque saben que, de hacerlo, casi no podr¨ªan aprobar a ning¨²n alumno. Pero tambi¨¦n esto es, en el fondo, m¨¢s referencial que explicativo de una realidad ominosa, que nos arrastra hacia un futuro desesperanzador, no tanto porque la gente casi no sepa redactar correctamente, sino porque sin el razonamiento en la lectura, con una comprensi¨®n l¨®gica entre el pensamiento y la palabra, los ciudadanos estar¨¢n m¨¢s indefensos ante cualquier abuso.
Esta famosa generaci¨®n ¡°mejor preparada de la historia¡± sabe leer, es cierto, m¨¢s o menos mayoritariamente, a diferencia de otras. Pero el asunto comienza a complicarse si tratamos de dilucidar si, adem¨¢s de saber leer, son capaces de establecer una corriente m¨ªnima de significaci¨®n, o una lectura comprensiva que les sirva no s¨®lo para asimilar, mejor o peor, la informaci¨®n que han recibido, sino para interpretar el sentido del texto.
Antes, el Bachillerato no se superaba con faltas de ortograf¨ªa. Ahora, renuncian a penalizarlas
Desde que empec¨¦ a publicar libros, he tenido la oportunidad de participar en muchos encuentros con chavales, en colegios e institutos. La experiencia, quiz¨¢ la m¨¢s estimulante alejada del escritorio, me ha resultado tan enriquecedora como dura interiormente. Porque en los ¨²ltimos 10 a?os, habl¨¢ndoles de las mismas cosas ¡ªo sea, la escritura, la lectura y la vida¡ª, he venido notando un cambio progresivo en su nivel de comprensi¨®n y de conocimiento de la lengua hablada normalmente. Quiz¨¢ este sea el ¨¦xito de la famosa generaci¨®n mejor preparada: una igualaci¨®n de m¨ªnimos perfectamente lograda, para que todo el mundo entienda a partir de ese m¨ªnimo, sin exigirle m¨¢s. El empobrecimiento expresivo, sem¨¢ntico, intelectual, tiene su correlaci¨®n inevitable en la formaci¨®n de unos ciudadanos mucho m¨¢s expuestos, m¨¢s manipulables e inconscientes que un chaval que haya le¨ªdo, comprendido e interiorizado La regenta.
Claro que hay chicos brillantes: tambi¨¦n los he conocido. Pero cuanto m¨¢s mediocre es el clima en que se desenvuelven, menos capacidad de desarrollo podr¨¢ tener cualquiera de sus talentos. He hablado con muchos profesores y la opini¨®n sobre las causas de este empobrecimiento paulatino es m¨¢s o menos un¨¢nime: la p¨¦rdida del principio de autoridad, la exigencia cada vez menor y el cambio continuo de unos planes de estudio que debieran de haber sido la primera materia principal de consenso entre los partidos pol¨ªticos, pactando un modelo educativo sostenido en el tiempo, en lugar de la alternancia que va dejando las asignaturas cada vez m¨¢s vac¨ªas de contenido.
Siempre habr¨¢ gente brillante, pero nuestro sistema no lo es. Defender que tenemos la mejor generaci¨®n es un disparate, o un cinismo, s¨®lo comparable a afirmar que en Espa?a la gente habla generalmente m¨¢s idiomas, algo que s¨ª sucede en otros pa¨ªses europeos. Los h¨¦roes de este triste relato, como siempre, son los profesores, luchando contra el pasotismo de muchos de los padres, la influencia nefasta ¡ªcriminal¡ª de las televisiones, el enga?o de la facilidad digital y el desvergonzado abandono de la cultura del esfuerzo. Pero para cambiar, para levantar esto, hay que empezar por reconocer el mal, por no seguir enga?¨¢ndonos a nosotros mismos ni a nuestra juventud.
Joaqu¨ªn P¨¦rez Aza¨²stre es escritor.
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