¡°Estamos atrapados¡±
Los habitantes de una urbanizaci¨®n de El Pla de Santa Maria explican con resignaci¨®n sus estrecheces ante la falta de luz, agua y alcantarillado
Una cuarentena de personas vive desde hace m¨¢s de dos d¨¦cadas sin luz, agua ni alcantarillado p¨²blico en la urbanizaci¨®n El Vedat, a las afueras del municipio El Pla de Santa Maria (Alt Camp). Tampoco hay asfalto en sus calles, sino tierra o hierba. Para acceder a la urbanizaci¨®n hay que cruzar un peque?o riachuelo, que se ha desbordado debido a las ¨²ltimas lluvias. As¨ª, entre solares cubiertos de matorrales y amapolas, se alzan unas 50 viviendas: se divisa alguna casa aparentemente lujosa, chalets unifamiliares, pero tambi¨¦n parcelas a medio construir con ladrillos esparcidos a su alrededor, caba?as o caravanas.
Los primeros habitantes de El Vedat llegaron en la d¨¦cada de los a?os 80, en su mayor¨ªa procedentes del ¨¢rea metropolitana de Barcelona. Todos se sent¨ªan atra¨ªdos por la idea de cambiar la ciudad por un entorno tranquilo con todas las comodidades, y a un precio mucho m¨¢s econ¨®mico. Sin embargo, tras comprar las parcelas, las promesas del promotor, un hombre ya fallecido apodado El Andorrano seg¨²n cuentan los vecinos, nunca se cumplieron. ¡°Les dijo que urbanizar¨ªa las calles cuando estuviesen todas las parcelas compradas, pero despu¨¦s no lo hizo y as¨ª qued¨®¡±, explica Mateu Montserrat (CiU), alcalde de El Pla de Sant Maria.
Unas 2.000 urbanizaciones irregulares
En Catalu?a hay unas 2.000 urbanizaciones levantadas entre 1960 y 1970, alejadas de los n¨²cleos urbanos. Suman 300.000 parcelas con casas unifamiliares que en origen fueron segundas residencias, pero que en muchos casos se han convertido en vivienda habitual. Son barrios donde a veces falla la pavimentaci¨®n de los accesos, los suministros b¨¢sicos de agua, luz, gas o tel¨¦fono, donde a menudo no hay sistema de alcantarillado y donde faltan servicios p¨²blicos. Adem¨¢s, debido a su origen ilegal, hay casos en los que las familias no pueden registrar o acreditar la propiedad de sus viviendas.
De todo ello alert¨® el S¨ªndic de Greuges, Rafael Rib¨®, quien destac¨® que la situaci¨®n de las familias se agrava en el momento en que estas urbanizaciones se convierten en n¨²cleos habitados permanentemente. Rib¨® entiende que se est¨¢ vulnerando el art¨ªculo 47 de la Constituci¨®n, el que habla del ¡°derecho a una vivienda digna y adecuada¡±. Por ello, convoc¨® a un grupo de expertos que han elaborado una serie de propuestas, como la necesidad de flexibilizar la normativa para adaptarla a cada asentamiento.
El Gobierno tripartito (PSC-ICV, ERC) aprob¨® en 2009 la Ley de mejora de las Urbanizaciones con d¨¦ficits urban¨ªsticos. Esta ley (que estimaba los habitantes potenciales en 625.000 personas) cerraba, te¨®ricamente, un tri¨¢ngulo de problemas urban¨ªsticos: primero se hab¨ªa aprobado la ley de barrios y luego la creaci¨®n de 50 nuevos ensanches de vivienda. La Ley de las Urbanizaciones contemplaba la creaci¨®n de un fondo econ¨®mico para regularizarlas (para que los Ayuntamientos pudieran redactar planes para adecuarlas). El Tripartito lleg¨® a hacer dos convocatorias de ayudas para redactar planes (2009 y 2010) y una para obras (2010). Pero la crisis avanz¨® y la falta de presupuesto congel¨® las ayudas y con ellas la ley.
Juan Carrillo y Margarita Silva fueron los primeros en llegar a este p¨¢ramo. El matrimonio, ambos de 64 a?os, dej¨® L¡¯Hospitalet hace 25 a?os, harto de vivir entre estrecheces. ¡°Los propietarios de los solares cog¨ªan a los vecinos del barrio, nos montaban en un autob¨²s y nos llevaban hasta aqu¨ª para vendernos los terrenos. Me fui haciendo yo mismo la casa durante los fines de semana, sin permisos. Y como hace m¨¢s de 20 a?os, no nos la tirar¨¢n abajo¡±, narra Carrillo, que fue lampista. Con el paso del tiempo, la pareja se las ha ingeniado para proveerse de energ¨ªa. En una de las cocheras del patio sobresale un gran generador y del tejado cuelgan dos placas solares. ¡°En invierno a las cinco de la tarde ya es de noche y las placas no cargan, por eso hemos tenido que alquilar un piso en una ciudad, Valls (Alt Camp)¡±, cuenta Carrillo. A escasos metros de su vivienda sobresale otra repleta de carteles donde se lee: ¡°Se vende¡±. All¨ª vive un matrimonio con sus hijos y nietos, llegados del Prat de Llobregat (Baix Llobregat). ¡°Vendimos el piso de 50 metros cuadrados para comprar este de 300. Como poco me he gastado 150.000 euros y ahora estamos perdidos de la mano de Dios. Nos han enga?ado a todos¡±, esgrime Josep Montalv¨¢n, de 59 a?os, que se dedicaba a la construcci¨®n.
La comunidad se nutre del agua de un pozo cercano. Desde este dep¨®sito est¨¢n conectadas tuber¨ªas bajo llave hasta cada parcela. De manera rotatoria un vecino administra el agua, por la que cada vivienda paga siete euros por hora de suministro. Adem¨¢s, un cami¨®n se acerca un par de veces por semana para recoger la basura. ¡°Pagamos este servicio al Ayuntamiento¡±, dice Antonio Montalv¨¢n, hijo de Josep. Tiene 36 a?os y est¨¢ en paro. Se las arregla como puede para hacer frente a costes como el de la gasolina; cada d¨ªa debe recorrer decenas de kil¨®metros para llevar a sus hijos al colegio. El cartero tampoco llega a El Vedat. Tener tel¨¦fono fijo es un lujo imposible de hacerse realidad. En lugar de alcantarillado, hay fosa s¨¦ptica. ¡°Estamos atrapados aqu¨ª¡±, resume Antonio. En internet proliferan los anuncios de venta de casas de esta urbanizaci¨®n. Un chalet de 150 metros cuadrados, por ejemplo, cuesta 220.000 euros.
El alcalde de El Pla de Santa Maria explica que, aunque lo intentan, no pueden urbanizar las calles por el elevado coste de las obras. El Consistorio no deja construir m¨¢s casas en El Vedat y a las ya alzadas les tramita un permiso como vivienda ¡°agr¨ªcola interurbana¡±. ¡°La urbanizaci¨®n es propiedad privada y la ley no permite disgregar fincas de menos de tres hect¨¢reas, no tienen escrituras solo un papel de compraventa¡±, dice Montserrat. ?Llegar¨¢n alg¨²n d¨ªa los servicios p¨²blicos? ¡°Imposible¡±, concluye el alcalde.
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