Una estrella a medio hacer
Sole¨¢ es una flamenca indie, un diamante a medio pulir cuyo debut es titubeante hasta en el formato
¡°Pongamos los relojes en hora¡±, anunci¨® en el Price un solemne Antonio Arias hacia las diez de la noche, tras media docena de piezas sin rastro de la te¨®rica protagonista de la velada. No est¨¢ claro que a Sole¨¢ Morente, la mediana de los reto?os de don Enrique, le hicieran un favor coloc¨¢ndola justo despu¨¦s de que Carmen Linares hubiera exhibido pura pasi¨®n desaforada con una seguiriya dedicada a su padre. Vaqueros y chupa de cuero, Linares era una veintea?era del 51, la mism¨ªsima reencarnaci¨®n en femenino del esp¨ªritu de Omega. As¨ª que cuando Sole¨¢ abord¨® No solo yo, que tiene m¨¢s de rumba liviana que de hondura y quej¨ªo, el esp¨ªritu de aquel m¨¢gico sortilegio de rock y flamenco se desvaneci¨® como nube leve.
Sole¨¢ es una flamenca indie, un diamante a medio pulir cuyo debut es titubeante hasta en el formato: un EP de solo cinco piezas junto a Los Evangelistas, esa coalici¨®n de Los Planetas con Lagartija Nick para honrar la memoria del inmarcesible Morente. Anoche se advert¨ªa una esforzada lucha entre m¨²sicos y vocalista por definir una intersecci¨®n novedosa, por invocar el magisterio del m¨¢s grande sin incurrir en redundancias. Sole¨¢ tiene ganas, presencia y gen¨¦tica, pero a¨²n ejerce de estrella a medio hacer. Emocionante cuando se hace o¨ªr entre Jota y Arias en Yo, poeta decadente, desconcertante en ese difuso intento de rock electr¨®nico que parece Si t¨² fueras mi novio¡¯; dudosa cuando reblandece el discurso con La sangre de mi coraz¨®n, balada en la que lo mejor, como durante casi todo el concierto, fueron las texturas on¨ªricas y alucinadas que Florent va dibujando con esa guitarra infinita.
El arranque de la velada correspondi¨® a Los Evangelistas y su flamenco psicod¨¦lico, estimulante gracias a la intensa bater¨ªa de Eric Jim¨¦nez y con el murmullo de Jota avivando el debate entre partidarios e irritados. Y la emoci¨®n lleg¨® en el arrebato final, con Sole¨¢ escoltada por sus hermanos, Jos¨¦ Enrique y Estrella, m¨¢s iconoclasta que nunca con su camiseta de tirantes y lengua stoniana. Ella fue quien asumi¨® el mando en la lorquiana Ciudad sin sue?o y el Manhattan de Leonard Cohen, que sonaron ca¨®ticas y cat¨¢rticas. Una sabrosa combinaci¨®n de atributos.
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