Solo ante el mundo
La versi¨®n de 'Rhinoc¨¦ros' una de las piezas m¨¢s destacadas del teatro del absurdo creada por Ionesco es tan imponente como efectiva
Rhinoc¨¦ros de Ionesco (1959) es una de las piezas m¨¢s destacadas del teatro del absurdo. A lo largo de tres actos, los habitantes de una peque?a ciudad de provincias francesa se van convirtiendo en rinocerontes. Todos excepto B¨¦renger, un tipo indolente y dado al alcohol, que se niega a dejarse llevar por la metamorfosis que sufre el resto y acaba qued¨¢ndose solo. Resuena Kafka y el nacimiento del fascismo; el individuo ante la uniformizaci¨®n de la sociedad, su soledad ante las epidemias ideol¨®gicas que se enmascaran bajo esta rinoceritis.
RINOCERONT
De Eug¨¨ne Ionesco. Direcci¨®n: Emmanuel Demarcy-Mota.
Teatre Lliure. Sala Fabi¨¤ Puigserver
Barcelona. Hasta hoy domingo
Consciente de la vigencia de la obra y de las nuevas alegor¨ªas que su relectura despierta con los a?os, Emmanuel Demarcy-Mota, el director del montaje y del Th¨¦atre de la Ville de Par¨ªs, que es desde donde nos llega tras pasearse por medio mundo, nos presenta una revisi¨®n de 2011 de la puesta en escena que hizo en 2004 con la misma compa?¨ªa. Consciente tambi¨¦n, imagino, que medio siglo despu¨¦s de su estreno Rhinoc¨¦ros ya no es recibida con la misma sorpresa y el mismo impacto, su propuesta parece querer provocar esa impresi¨®n de singularidad por otros medios ajenos al texto. De ah¨ª, sigo imaginando, el despliegue escenogr¨¢fico del que se sirve para trasladar las consecuencias de las estampidas de los rinocerontes que recorren la obra. M¨®dulos que se mueven creando nuevos espacios y cuyos techos se inclinan en el segundo acto bajo el peso del rinoceronte que amenaza a los funcionarios de la oficina de la administraci¨®n p¨²blica, por ejemplo; telones que aten¨²an la iluminaci¨®n de por s¨ª oscura con el fin de crear una atm¨®sfera un tanto inquietante; im¨¢genes de enormes cabezas de rinoceronte proyectadas sobre un fondo invisible dando la sensaci¨®n de estar flotando. La propuesta esc¨¦nica es tan imponente como efectiva. Y a ella se le une el trabajo f¨ªsico de los int¨¦rpretes, a veces coreogr¨¢fico, otras casi acrob¨¢tico, con el que figura que sortean las carreras de los paquidermos.
Por encima, sin embargo, de todos estos elementos est¨¢ el trabajo actoral de los int¨¦rpretes, sobre todo el del protagonista, y la lectura que de ¨¦l se desprende. Y es que mientras sus compa?eros afrontan sus respectivos personajes desde una comicidad que cae deliberadamente en lo grotesco, Serge Maggiani se desmarca de ellos con un B¨¦renger de lo m¨¢s natural y cre¨ªble. Desde el pr¨®logo, un extracto de la ¨²nica novela de Ionesco, Le solitaire, que aborda en solitario, este individuo distinto a los dem¨¢s consigue, como quien no quiere la cosa, hacerse con la funci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.