Verdi con resignaci¨®n

No ha mostrado este a?o mucha imaginaci¨®n el Festival Castell de Peralada a la hora de escoger para su concierto inaugural, como celebraci¨®n del bicentenario del nacimiento de Giuseppe Verdi, una obra tan recurrente como el R¨¦quiem. No hubo, pues, mucho margen para la sorpresa en una velada que comenz¨® de forma un tanto desangelada y que fue cobrando fuerza hasta alcanzar un buen nivel musical. Siendo optimistas, cabe hablar de ¨¦xito, aunque no especialmente memorable. La respuesta del p¨²blico fue buena: teniendo en cuenta el alto precio de las entradas (de 150 a 45 euros) y dejando a un lado el generoso reparto de invitaciones a mecenas, tradicionalmente ligado a la jornada inaugural, se lleg¨® al 80% de ocupaci¨®n del aforo del auditorio del castillo de Peralada, que es de 1.800 localidades. No est¨¢ mal, para estos tiempos.

En t¨¦rminos art¨ªsticos, la versi¨®n ofrecida por la orquesta y el coro del Gran Teatro del Liceo bajo la escrupulosa direcci¨®n de su titular, Josep Pons, fue de menos a m¨¢s, desde la frialdad y desequilibrio inicial al clima que propici¨® momentos de belleza expresiva y rotunda intensidad dram¨¢tica. Tiene especial m¨¦rito, adem¨¢s, interpretar un R¨¦quiem, que no es quiz¨¢ el tipo de obra m¨¢s adecuado para levantar el ¨¢nimo, en un momento de tanta crispaci¨®n y temor por el futuro laboral como el que vive la plantilla del Liceo, afectada por el ERE temporal que les espera del 1 al 24 de septiembre (m¨¢s un segundo per¨ªodo en julio de 2014). Eso s¨ª, cumplieron su deber con resignaci¨®n verdiana.

Aunque sea el R¨¦quiem m¨¢s oper¨ªstico y teatral del repertorio, Pons marc¨® con firmeza el pulso dram¨¢tico, sin efectismos, con musicalidad y buen gusto en el fraseo. Hubo tendencia al grito en la masa coral reclutada para la ocasi¨®n: a la diezmada plantilla del coro del Liceo (ya solo son 56 cantantes), se sumaron las voces de la Polif¨°nica de Puig-reig con el entusiasmo propio de un coro amateur, entregado al m¨¢ximo, pero sin la precisi¨®n y t¨¦cnica profesional que exige una partitura de m¨¢ximo lucimiento coral. En general, fue una versi¨®n irregular, de rotundas din¨¢micas y episodios confusos tambi¨¦n en la respuesta orquestal.

Pons marc¨® con firmeza el pulso dram¨¢tico, sin efectismos, con musicalidad y buen gusto en el fraseo

Tambi¨¦n fue irregular el rendimiento de los cuatro solistas. La soprano holandesa Eva-Maria Westbroek, que tiene por color, t¨¦cnica y estilo m¨¢s afinidad con el repertorio alem¨¢n y ruso, supo utilizar sus consistentes recursos con energ¨ªa, luciendo en muchos momentos una gran fuerza dram¨¢tica. Dos voces italianas con muchas tablas, la mezzosoprano Luciana D¡¯Intino y el bajo Michele Pertusi, mostraron buena l¨ªnea y m¨¢s dominio del estilo verdiano, mientras que la bonita voz del tenor Giuseppe Filianoti result¨® poco audible y tirante en los agudos.