A?os ochenta para dandis
Un grupo en el que tres de sus cinco componentes empu?an viol¨ªn, saxo y trompeta nace predestinado a un pop buc¨®lico y sofisticado
Una banda que coloca a dos de sus cinco integrantes frente a los sintetizadores tiene visos de evocar el pop bailable de los ochenta, siempre tan efectista como excesivo. Un grupo en el que tres de sus cinco componentes empu?an viol¨ªn, saxo y trompeta nace predestinado a un pop buc¨®lico y sofisticado, de hechuras pintonas y camer¨ªsticas. Los londinenses Fanfarlo desdoblan a sus personajes y consiguen ser ambas cosas a la vez: refinados y ochenteros, evocadores pero contempor¨¢neos, divertidos o solemnes. Tambi¨¦n pueden embarullarse y recalar en alg¨²n sitio desdibujado, pero eso fue las menos de las veces. En general, su concierto de este jueves en el Price, la primera vez que se sub¨ªan a un escenario desde noviembre, dej¨® la sensaci¨®n de que el quinteto brit¨¢nico consigue revivir el esp¨ªritu de los ochenta desde la perspectiva de unos aut¨¦nticos dandis del pop.
La velada volvi¨® a resultar algo deslucida en aforo (700 localidades vendidas) y desconcertante en su cartel, que inclu¨ªa un par de teloneros sin demasiado que ver con la banda protagonista. Fueron dos ratos agradables, con todo. Abrieron boca los ?iran¨ªes! Migrain Sq., un cuarteto de pop electr¨®nico con chica al frente que recuerda la parsimonia de Morcheeba o, m¨¢s a¨²n, la finura minuciosa de The Gift, nuestros vecinos portugueses. Gente curiosa, en todo caso, que tan pronto se ensimisma en un vals como adapta al farsi ¡®La canci¨®n que nunca dir¨¦¡¯, de Lorca. Su mayor ilusi¨®n, de hecho, es actuar en la casa natal del poeta granadino: ah¨ª queda eso.
El segundo aperitivo corri¨® por cuenta de los barceloneses Ruidoblanco, que, como tantas otras formaciones que pasan por manos de Suso Saiz, a¨²nan sagacidad y melodrama; dramatismo a machete con, en su caso, una marcada vocaci¨®n mel¨®dica. ¡®Fr¨¢giles¡¯ o ¡®Desaparecer¡¯ (esta ¨²ltima, con final en italiano) son por ahora los mejores ejemplos de ese pop emotivo y hasta enrabietado que, aun con una segunda voz femenina, remite a las coordenadas de Piratas. Todav¨ªa le falta repertorio a este quinteto con solo un disco y un reciente EP (¡®El hombre que habita el mundo¡¯), pero las trazas son muy prometedoras.
Y as¨ª, Simon Balthazar y sus cuatro compinches de Fanfarlo se encontraron el terreno expedito para desplegar ese pop pausado y finolis que despierta admiraci¨®n (y alguna que otra tirria) en las riberas del T¨¢mesis. Desde la inaugural ¡®We¡¯re the future¡¯ los notamos estilosos y extra?amente actuales, pese a su indisimulado gusto por los teclados. A fin de cuentas, parecen recordarnos, los ochenta conocieron a Duran Duran, pero tambi¨¦n a The Pale Fountains.
El repertorio se vuelve m¨¢s pastoral con viol¨ªn y trompeta, claro, en el caso de ¡®Bones, mientras ¡®Lenslife¡¯ se enriquece con un motivo central pentat¨®nico, como si la Muralla China no quedara tan lejos del Soho. Pero lo mejor acontece con ¡®Tunguska¡¯, cuando Balthazar agarra el saxo, Leon Beckenham reincide con la trompeta y entre los dos nos acercan a aquel c¨¢ndido ¡®soul¡¯ de ojos azules.
A la altura de ¡®Grey & gold¡¯ ya quedan pocas dudas: los londinenses son unos chicos modernos que se amamantaron con Nick Heyward o -si es que alguien los recuerda- Friends Again. A veces se mantienen tan fieles a los tiempos medios que pueden incurrir en redundancia, como si siempre aconteciesen cosas parecidas. Pero ese distinguido ¡®Harold T. Wilkins¡¯ final, con Simon apurando su vino, confirma sus hechuras de anti-rockeros con estilo.
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