Romper el fatalismo
La corrupci¨®n se hace estructural cuando el dinero se convierte en referencia absoluta y todo tiene un precio
Regreso de viaje y veo que la corrupci¨®n sigue copando las portadas en los medios de comunicaci¨®n. Se dice que necesitamos motivos para el optimismo si no queremos quedar definitivamente atrapados en el pantano del pesimismo. Perm¨ªtanme una nota de optimismo: resolver el problema de la corrupci¨®n es posible si se dan dos condiciones: voluntad por parte de los que tienen poder, ¡ªno s¨®lo pol¨ªtico sino tambi¨¦n econ¨®mico¡ª; y una actitud mucho m¨¢s activa ¡ªy no s¨®lo de lamento e indignaci¨®n¡ª de la ciudadan¨ªa. Estos d¨ªas abundan los listados de medidas legislativas: la corrupci¨®n no se resuelve simplemente modificando la ley.
?Qu¨¦ quiere decir resolver el problema de la corrupci¨®n? Sencillamente, que deje de tener car¨¢cter estructural, que es lo que que destruye la legitimidad de la democracia. Comportamientos delictivos de personas concretas los habr¨¢ siempre en pol¨ªtica, como en cualquier otro ¨¢mbito de actividad. El problema es que la corrupci¨®n en Espa?a no es un hecho aislado e individual (a tratar como tal) sino algo articulado con los partidos pol¨ªticos y las estructuras de poder, con la anuencia por acci¨®n o por omisi¨®n de los jefes. Alimentado, adem¨¢s, por una promiscua relaci¨®n entre pol¨ªtica y dinero, fruto a la vez de la dependencia econ¨®mica de los partidos.
La torpeza con la que los pol¨ªticos han afrontado los problemas de corrupci¨®n les ha convertido en chivo expiatorio. No es extra?o: los principales partidos pactaron unas reformas legislativas que pr¨¢cticamente eximen de delito al corruptor. ?A qu¨¦ responde este desequilibrio en las responsabilidades? ?Por qu¨¦ proteger al corruptor? La ciudadan¨ªa se escandaliza por comportamientos de los pol¨ªticos que no generan esc¨¢ndalo cuando se producen en la vida civil. Que un ciudadano evada dinero para eludir al fisco se considera normal, que lo haga un pol¨ªtico es un esc¨¢ndalo. Esta actitud cubre de engolado farise¨ªsmo la escena medi¨¢tica de la corrupci¨®n. Y carga de fatalismo a la deriva del sistema pol¨ªtico.
Rajoy es el responsable pol¨ªtico m¨¢ximo del sistema de financiaci¨®n del PP gestionado por B¨¢rcenas, como en el pasado lo fue Aznar
La clave est¨¢, por tanto, en la voluntad de los dirigentes pol¨ªticos de afrontar la corrupci¨®n. Y esta brilla por su ausencia. Ellos mismos se han colocado en el centro de la diana, por lo que han hecho o por lo que ha tolerado y por su actitud defensiva. La sensaci¨®n de que todas sus energ¨ªas se centran en defenderse, en salir indemnes de las acusaciones, resta toda credibilidad a sus respuestas. La ¨²nica forma de generar confianza es tomar la iniciativa. La iniciativa es anticiparse en la denuncia o anticiparse en la clarificaci¨®n. Pero los partidos s¨®lo conocen una t¨¢ctica: resistir.
Rajoy es el responsable pol¨ªtico m¨¢ximo del sistema de financiaci¨®n del PP gestionado por B¨¢rcenas (como en el pasado lo fue Aznar). ?Por qu¨¦ le mantuvo cuando lleg¨®? ?C¨®mo no detecto las se?ales manifiestas de enriquecimiento del personaje? ?C¨®mo podemos creer que no estuviera al corriente de los manejos financieros del partido? Si no puede responder, no puede seguir como presidente. Mantenerse en el cargo puede ser un incentivo democr¨¢tico, porque obliga al gobernante a escuchar a la ciudadan¨ªa, pero puede tambi¨¦n ser fuente de autoritarismo, de populismo o de demagogia. Una acci¨®n pol¨ªtica orientada a crear una barrera de protecci¨®n para seguir como presidente a cualquier precio es una opci¨®n autoritaria incompatible con una gesti¨®n pol¨ªtica adecuada y m¨¢s en tiempo de crisis. Es en s¨ª una forma de corrupci¨®n, porque juega al deterioro de las instituciones, al servicio del inter¨¦s personal. Y lo que digo sobre Rajoy, vale tambi¨¦n para Artur Mas y el caso Palau. Mas ha prometido explicarse. La ¨²nica explicaci¨®n que vale es anticiparse a los hechos judiciales, decir todo lo que sabe y sacar consecuencias. Mientras esto no ocurra, mientras no haya se?ales inequ¨ªvocas para el entorno de los partidos y de los gobiernos, los cambios no servir¨¢n de nada. O se avisa con hechos contundentes de que se acab¨® el cortejo o la degradaci¨®n del sistema es irreversible.
Ya no hay margen para las buenas palabras. Los partidos han de abrir las ventanas al precio que sea. Ya desapareci¨® UCD y no se hundi¨® el mundo. Lo que degrada a la democracia es que act¨²en como una sociedad de asistencia mutua. Por ejemplo, cuando CiU, PSC y Esquerra vetan a Agust¨ª Colom en la Sindicatura de Cuentas dan una se?al p¨¦sima. La corrupci¨®n se hace estructural cuando el dinero se convierte en referencia absoluta y todo tiene un precio. Es el clima ideol¨®gico de nuestro tiempo, asumido por la mayor parte del espectro pol¨ªtico. Es el fatalismo que hay que romper.
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