Rajoy y el arte de la mentira
El l¨ªder del PP est¨¢ convirtiendo su quehacer en ¡°el crimen perfecto¡±
Hace casi doscientos a?os un escritor ingl¨¦s maldito pero excepcional, de extraordinaria inteligencia y cultura, opi¨®mano de vida desordenada y dilapidador, Thomas de Quincey, escribi¨® un op¨²sculo titulado Sobre el asesinato como una de las bellas artes.
En esa obra defend¨ªa con sarcasmo, queriendo subvertir la l¨®gica y el buen sentido burgu¨¦s de su ¨¦poca como en casi todos sus textos, que el crimen no solo tiene un aspecto moral sino tambi¨¦n est¨¦tico que permite contemplarlo como un aut¨¦ntico arte.
Vali¨¦ndose de la conferencia que un personaje an¨®nimo imparte en una supuesta Asociaci¨®n de expertos en el asesinato, del acta de una de sus reuniones y de la morbosa descripci¨®n de tres cr¨ªmenes, de Quincey elabora toda una teor¨ªa del asesinato y de los criminales que recuerda la ¡°modesta proposici¨®n¡± que a?os antes hab¨ªa hecho el cl¨¦rigo irland¨¦s Jonathan Switf para combatir la hambruna y ¡°para prevenir que los ni?os de los pobres de Irlanda sean una carga para sus padres o el pa¨ªs, y para hacerlos ¨²tiles al p¨²blico¡±: com¨¦rselos, ¡°ya sea como estofado, asado, al horno o hervidos¡±.
De Quincey, quien escrib¨ªa perfectamente en griego cl¨¢sico a los trece a?os y que public¨® tambi¨¦n un manual de Econom¨ªa Pol¨ªtica, seguramente por encargo o para ganar unas libras como hizo con casi toda su obra, afirma que el crimen es deleznable mientras se proyecta pero que, una vez cometido, tiene siempre algo de provecho, como su naturaleza de obra de arte que los hombres refinados saben apreciar.
Me ha venido a la memoria esta obra del escritor ingl¨¦s sobre el asesinato al o¨ªr, justo cuando comenzaban mis vacaciones estivales, el discurso de Mariano Rajoy en el parlamento, supuestamente, para aclarar a la poblaci¨®n lo que ocurri¨® con su ex tesorero y hombre confianza, Luis B¨¢rcenas.
Diferentes analistas de la vida pol¨ªtica y periodistas han echado cuentas de las mentiras del presidente en esta ¨²ltima intervenci¨®n y hasta diecinueve he contado en alguno de ellos. Las m¨¢s sonadas, quiz¨¢, las que tratan de ocultar la confianza y el evidente apoyo prestado al tesorero corrupto por Rajoy y la direcci¨®n de su partido, incluso despu¨¦s de que sus operaciones hubieran sido descubiertas; o las que tratan de echar tierra sobre la retribuci¨®n en dinero negro recibida por diferentes dirigentes populares. Y hasta ochenta mentiras m¨¢s se relacionan en videos y p¨¢ginas web en donde se recuerda, por ejemplo, que Rajoy afirm¨® que no subir¨ªa el IVA, que no tocar¨ªa las pensiones, que no abaratar¨ªa el despido, que no habr¨ªa copago, que no crear¨ªa un banco malo, que el rescate a la banca no nos costar¨ªa dinero..., entre otras.
El l¨ªder del Partido Popular est¨¢ desarrollando tal capacidad de recrear la realidad para presentarla ante los ciudadanos en la versi¨®n que m¨¢s le conviene que est¨¢ convirtiendo su quehacer en ¡°el crimen perfecto¡± que dec¨ªa Jean Baudrillard que se comete en nuestra ¨¦poca cuando se asesina a la verdad para provocar el ¡°exterminio progresivo del mundo real¡± que lleva a la gente al ¡°ombligo de los limbos¡±. Donde descansan los votantes convertidos por tanta mentira en sumisos creyentes.
Y tan viva es en Rajoy la mentira que la convierte en un arte. Hace falta temple y finura para mentir sin alterarse, aunque dicen que gui?a un ojo cuando lo hace, y hay que ser ¡°un hombre de genio extraordinario¡±, como dec¨ªa de Quincey que lo fue Ca¨ªn, para poder hacerlo tantas veces: como cuando dijo que no hab¨ªa habido sobresueldos en su partido; que B¨¢rcenas hac¨ªa a?os que no ten¨ªa responsabilidades en el PP o que ¡°todo lo que se refiere a m¨ª no es cierto, salvo alguna cosa¡±.
Pero Rajoy deber¨ªa dejar de mentir. Aunque seguro que se ve a s¨ª mismo como un ser ¡°morbosamente virtuoso¡±, como define de Quincey a su personaje, si miente terminar¨¢ como terminan todos los criminales, seg¨²n el tambi¨¦n autor de Confesiones de un ingl¨¦s comedor de opio: ¡°Uno empieza por permitirse un asesinato, pronto no le dar¨¢ importancia al robar, del robo pasa a la bebida y a la inobservancia del d¨ªa del Se?or, y se acaba por faltar a la buena educaci¨®n y por dejar las cosas para el d¨ªa siguiente¡±. Algo impropio de un presidente ¡°como Dios manda¡±.
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