Patrimonio okupado
La mayor¨ªa de los vecinos del deteriorado Palacio de la Infanta Carlota, en Malasa?a, ser¨¢n desalojados El Ayuntamiento busca realojo para el resto
Dos leones custodiaban la escalera principal del Palacio de la Infanta Carlota, situado en la calle de la Luna, en pleno coraz¨®n de Malasa?a. Unas pinturas pompeyanas le daban relumbre al techo y unos grandes jarrones habitaban en las hornacinas. Un edificio ilustre para la nobleza ideado en 1775 por el arquitecto del Museo del Prado, Juan Villanueva. Por sus pasillos, en las dos primeras plantas, correteaban Francisco de Paula, hermano de Fernando VII, y su esposa, Maria Luisa Carlota de Borb¨®n Dos Sicilias. La misma que abofete¨® al ministro Calomarde cuando quiso abolir la ley que permit¨ªa acceder al trono a Isabel II.
Hoy, los leones parecen haber salido corriendo y, sin su custodia, muchos de los elementos ornamentales de esta joya del patrimonio hist¨®rico y art¨ªstico de la ciudad han ido desapareciendo. Donde antes luc¨ªan las pinturas pompeyanas, ahora hay un techo ennegrecido; donde antes descansaban los jarrones, solo se pueden ver dos hornacinas hu¨¦rfanas. Sus vecinos forman una comunidad llena de contrastes: por un lado, ancianos que han pasado toda su vida entre las paredes del palacio; y por otro lado, aquellos que han ido ocupando de manera ilegal las viviendas que los antiguos inquilinos fueron dejando cuando el Ayuntamiento anunci¨® en 2005 la expropiaci¨®n del inmueble.
El edificio fue ideado
La ¨²ltima voz de alarma la puso Izquierda Unida en un pleno de finales de julio. El portavoz municipal, ?ngel P¨¦rez, pregunt¨® sobre el futuro de este edificio y acus¨® al Ayuntamiento de ¡°dilapidar¡± el patrimonio inmobiliario hist¨®rico de los vecinos, poniendo sobre la mesa dos antecedentes: el derribo de la casa blasonada de Embajadores y el deterioro del Palacio de Sueca. Este ¨²ltimo y el Palacio de la Infanta Carlota gozan de la m¨¢xima protecci¨®n hist¨®rico-art¨ªstica, seg¨²n el cat¨¢logo de Normas Urban¨ªsticas. Isabel Pinilla, directora general de Gesti¨®n Urban¨ªstica, respondi¨® con el anuncio del desalojo de 25 viviendas y el realojo de las nueve restantes por parte de la EMVS. Desde el Consistorio informan de que todav¨ªa no se sabe cu¨¢ndo se van a materializar estas medidas. Pinilla no se refiri¨® a su conservaci¨®n. ¡°Este es un Ayuntamiento insensible con el patrimonio¡±, se?ala Vicente Pat¨®n, presidente de la Asociaci¨®n Madrid Ciudadan¨ªa y Patrimonio, que lucha por conservar lo que todav¨ªa queda del legado hist¨®rico, art¨ªstico y cultural de la ciudad.
Basta con empujar la puerta principal para entrar en el antiguo palacio. A la derecha, varios contenedores llenos de basura. A la izquierda, un cartel informa de una inminente inspecci¨®n de sanidad, y otro increpa a los vecinos de nacionalidad china por su ¡°falta de higiene¡±. Los vecinos entran y salen con total normalidad. Dos de ellos, con rasgos asi¨¢ticos, entran con un carro lleno de latas de cervezas.
Rosa Garc¨ªa, de 64 a?os, lleva 50 viviendo en este edificio. Ahora lo hace junto a su hijo y su madre, de 90 a?os. ¡°Es una pena¡±, exclama a trav¨¦s de una de sus ventanas. Ahora, est¨¢ a la espera de que le ofrezcan un piso de la EMVS para mudarse.
Lo cierto es que, seg¨²n cuentan los vecinos, el palacio se ha ido echando a perder desde antes de que pasara a manos del Ayuntamiento. La finca fue adquirida en marzo de 2001 por Teafi Al¨ª, un empresario iran¨ª que se dedicaba a la compra y rehabilitaci¨®n de edificios antiguos en ciudades europeas. Su empresa, Cintia Real, comenz¨® a acumular deudas con el Ayuntamiento por no poder hacer frente al pago de multas y reparaciones. Los vecinos denunciaron que las obras de rehabilitaci¨®n que acometi¨® este empresario acab¨® con muchos elementos de valor hist¨®rico del palacio. Incluso varios afirman que se incendi¨® una moto dentro del vest¨ªbulo y que eso propici¨® que se tuvieran que realizar obras de reparaci¨®n.
Taefi Al¨ª abandon¨® el edificio y el Ayuntamiento decidi¨® expropiarlo en 2005, un proceso que no acab¨® hasta 2011, cuando se acord¨® un justiprecio. Ahora, la finca est¨¢ inscrita a favor del Consistorio en el Registro de la Propiedad, seg¨²n afirm¨® Isabel Pinilla en el pleno. Entonces, tambi¨¦n a?adi¨® que el edificio pasar¨¢ al ?rea de Hacienda cuando se efect¨²en los desalojos y los realojos y que a partir de ah¨ª se decidir¨¢ que us¨® tendr¨¢ en un futuro. Cuando se anunci¨® la expropiaci¨®n, con Alberto Ruiz Gallard¨®n en la alcald¨ªa, se dijo que iba a estar destinado ¡°paliar el d¨¦ficit de equipamientos¡± del distrito de Centro.
La expropiaci¨®n dur¨® hasta 2011 cuando se acord¨® el precio definitivo
Aurora, de 80 a?os, ha vivido 70 en este antiguo palacio. Dice que su familia le tiene prohibido abrir a extra?os y que en ocasiones pasa miedo por la gente que entra y sale. ¡°Ayer mismo arrancaron la cerradura del portal¡±, cuenta. Aurora recuerda las lujosas viviendas que hab¨ªa en los primeros pisos. Describe propiedades de hasta 13 habitaciones, con grandes chimeneas, pianos de cola y paredes pintadas de azul cielo. Asegura tambi¨¦n que en ese edificio vivi¨® un familiar de Carrero Blanco, presidente del Consejo de Ministros durante la ¨²ltima etapa franquista asesinado por ETA, y que se le pod¨ªa ver de vez en cuando por ah¨ª. Ahora vive en un d¨²plex con una gran terraza, pero tarde o temprano tendr¨¢ que mudarse cuando acepte uno de los pisos que el Ayuntamiento le ofrece.
La de Carlos es una situaci¨®n totalmente distinta. Vive all¨ª con su mujer desde hace un par de a?os, pero est¨¢ de manera ilegal. Carlos se?ala los locales del bajo del edificio que dan al patio interior. ¡°All¨ª estaban las oficinas para alquilar las viviendas¡±. Asegura que despu¨¦s de que Cintia Real abandonara el edificio se siguieron realquilando los pisos de aquellos vecinos indemnizados que hab¨ªan dejado sus viviendas. Carlos trabajaba en la construcci¨®n, pero ahora ya suma cuatro a?os en el paro. Tampoco tiene ning¨²n ingreso, pero cuenta que una trabajadora social ya se ha puesto en contacto con ¨¦l para ayudarle. Mientras, sobrevive como puede. Incluso ha llegado a salir a la calle a vender cerveza. ¡°Como ellos¡±, dice se?alando a los dos vecinos que empujan un carro lleno de latas. Un d¨ªa le multaron y decidi¨® no volverlo a hacer.
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