Huracanes de bote
Un museo de ideas e inventos que podr¨ªan convertirse en marcas registradas

Termina agosto, y con ¨¦l esta secci¨®n. Y lo hace ¡ªlo hacemos¡ª en un lugar extra?o que permite reflexionar sobre el origen primero de las marcas y de los productos que consumimos o no consumimos, algo as¨ª como la fase previa de la publicidad. Estamos en un lugar parad¨®jico ¡ªen el Museu d'Idees i Invents de Barcelona¡ª, una instituci¨®n privada que re¨²ne material muy dispar y a veces sorprendente. Sin embargo, el conjunto no borra la sensaci¨®n de que se trata de una tienda de objetos simp¨¢ticos que cobra entrada ¡ªocho euros¡ª por visitarla.
La filosof¨ªa de este lugar pretende estimular la creatividad del visitante a trav¨¦s de un completo muestrario de dispositivos, mecanismos, tecnolog¨ªa y curiosidades. El d¨ªa que fui yo hab¨ªa un grupo de ni?os y ni?as de un curso de verano, a quienes estaban contando las aplicaciones de una serie de inventos. Una parte de la clase transcurr¨ªa en una larga sala acristalada, con una mesa a medio camino entre el parvulario y la sala de juntas donde los ni?os dibujaban sus ideas.
El espacio que ocupa esta colecci¨®n particular hab¨ªa sido la sede del PSUC
Aqu¨ª el capitalismo parece haber vencido a las antiguallas marxistas. El espacio que ocupa esta colecci¨®n particular hab¨ªa sido la sede del PSUC en la calle Ciutat. Ahora quien nos da la bienvenida no es una bandera roja con la hoz y el martillo, sino una b¨¢scula quita-complejos de colores, cuyas medidas en kilos han sido permutadas por nombres de personajes conocidos. Se supone que uno puede pesar tan poco como Mister Potato, o tanto como King Kong o Moby Dyck. Acto seguido ya vienen los escaparates de la tienda del museo, situada justo en la entrada. Venden desde zapatillas con luces en la punta para poder ir al aseo de noche sin encender la luz, hasta el Get a Brain consistente en un gorro de ba?o con las circunvalaciones cerebrales grabadas en su superficie. Hay botellas de pl¨¢stico que contienen un filtro de agua, una protecci¨®n de goma para poder beber directamente de una lata sin lavar, o unos escalones auxiliares para escaleras altas. Y entonces, cuando comienza a invadirte la sensaci¨®n de teletienda, tropiezas con el simulador de huracanes, una cabina transparente en el interior de la cual se proyecta un chorro de aire que va adquiriendo velocidad hasta alcanzar una fuerza similar a la de una peque?a tormenta tropical.
Saco la entrada y la recepcionista me sugiere que vaya al lavabo, aunque no tenga ganas. Encuentro una pantalla justo encima de la taza, si levanto la tapa o tiro de la cadena se activa una peque?a filmaci¨®n de la compa?¨ªa Tricicle, donde juegan con los tama?os y las comparaciones entre varones. Ignoro si hay una pantalla id¨¦ntica en los servicios de se?oras (y si la hay, qu¨¦ im¨¢genes pueden verse all¨ª). Otra de las estrellas de la muestra es un tobog¨¢n que permite el acceso a la planta inferior. Por suerte tambi¨¦n hay escaleras, as¨ª que los adultos acomplejados podemos bajar c¨®modamente. Tienen una secci¨®n dedicada a inventos absurdos que son la ant¨ªtesis de una marca, aquellos productos que respond¨ªan a necesidades no muy extendidas, o que todav¨ªa complicaban m¨¢s aquello que pretend¨ªan simplificar.
Una b¨¢scula quita
En la carrera por el ¨¦xito comercial, ¨²tiles como una envasadora de huevos en unidades individuales para solteros o un reciclador de serpentinas no parece que vayan a encontrar mucha clientela. De largo es el apartado m¨¢s sugerente, con un plato de dieta psicol¨®gica que parte su superficie en dos mitades gracias a un separador de espejo que s¨®lo permite servir la mitad de comida haciendo que parezca el doble. Mucho m¨¢s ¨²tiles me parecieron los calcetines con un n¨²mero de serie impreso para poder localizar f¨¢cilmente la pareja. La forma parox¨ªstica de esta clase de propuestas ser¨ªan los Inventos del TBO del genial Ram¨®n Sabat¨¦s, que a partir de 1943 estuvo dibujando las vi?etas del profesor Franz de Copenhague.
El museo recoge algunas p¨¢ginas originales en las que puede verse el funcionamiento de un silenciador de contenedores de vidrio, o una m¨¢quina para enhebrar agujas. Entre las sugerencias llama la atenci¨®n una silla anti-ca¨ªdas, con un mecanismo similar al que imagina Homer Simpson en el cap¨ªtulo que intenta emular a Edison. Una versi¨®n de ba?o de la b¨¢scula de la entrada, donde puedes pesar como Marylin Monroe o Gary Oldman. O una comida para perros fosforescente, para no pisar sus deposiciones de noche (parece ser que hay mucha gente que se desplaza por la casa a oscuras, y a la cual tambi¨¦n ir¨ªan muy bien las zapatillas-linterna). En definitiva, un lugar entretenido del que en un futuro podr¨ªan surgir productos que se publicitar¨¢n en las paredes de nuestra ciudad, marcas registradas como las que han protagonizado estas cr¨®nicas veraniegas.
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