Cig¨¹e?as al abrigo de Valdeming¨®mez
Miles de cig¨¹e?as hacen escala en el vertedero de Valdeming¨®mez antes de partir hacia ?frica El proyecto que ha descubierto estos movimientos migratorios se llama Migra
Llegar¨¢ un d¨ªa en el que Pepe, Enara, Dal¨ªa y Goyo?coger¨¢n carrerilla y echar¨¢n a volar. Como todos y todas. Llegar¨¢ otro d¨ªa en el que el ruido que producir¨¢ su crocoteo resonar¨¢ en Alcal¨¢ de Henares, Colmenar Viejo o la sierra madrile?a, donde previsiblemente vivir¨¢n, como las m¨¢s de 10.000 que hay censadas en la Comunidad. Y pasar¨¢n las noches en sus nidos, encima de las iglesias, de las chimenas, de los tejados. Como todas. Como siempre. Porque ellas nunca cambian de hogar, y entonces les vendr¨¢ un invierno, y otro y se marchar¨¢n. ?Camino del norte de ?frica como llevan haciendo desde siglos? No. Miles de estas cig¨¹e?as se quedar¨¢n aqu¨ª, en Madrid. En el vertedero de Valdeming¨®mez.
¡°En algunos momentos del a?o, pueden pasar por all¨ª hasta 10.000 ejemplares. Han encontrado una fuente de alimentaci¨®n segura, por lo que muchas de ellas pasan el invierno cerca del vertedero en lugar de migrar al sur¡±, afirma Juan Carlos del Moral, responsable del ?rea de Seguimiento de Especies de la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa Birdlife.
Juan Carlos del Moral, responsable del ?rea de Seguimiento de Especies de la Sociedad Espa?ola de Ornitolog¨ªa Birdlife
El proyecto que ha descubierto estos movimientos migratorios se llama Migra y consiste en instalar un GPS al animal, del tama?o de tres monedas de un euro. As¨ª, esta organizaci¨®n pionera en Espa?a en la conservaci¨®n de aves, puede controlar todos sus desplazamientos. Una especie de Gran Hermano visual para avanzar en su conocimiento. Las cig¨¹e?as blancas son las estrellas de este estudio que permite conocer con precisi¨®n, d¨®nde paran, hacia d¨®nde se dirigen, si cambian de rumbo, como en el caso de este vertedero, o si contin¨²an la ruta de cada invierno en busca de un cobijo y de un alimento en el sur de Espa?a o en el norte de ?frica.
Estos aparatos tienen un elevado coste, que puede llegar hasta los 3.000 euros. Su colocaci¨®n, seg¨²n la ONG SEO Birdlife, requiere de mucho tiempo en t¨¦rminos de inversi¨®n en dispositivos y trabajo de campo. El n¨²mero de ejemplares a marcar es limitado. El objetivo es sellar 12 o 15 de cada especie, repartidos por la geograf¨ªa espa?ola, de diferentes edades y sexos. Y as¨ª intentar extrapolar lo que hace la poblaci¨®n de cada ejemplar.
Un hecho est¨¢ claro: las cig¨¹e?as han cambiado de h¨¢bitos. De rutas. De viajes. Ya lo ven¨ªan haciendo desde hace a?os pero ahora este punto madrile?o, al que llegan cada d¨ªa 4.000 toneladas de residuos, generados por 4,8 millones de personas en la capital, Rivas y Arganda, se ha convertido en una estaci¨®n casi obligatoria en su viaje invernal. El claro ejemplo es el pasado a?o, cuando se marc¨® a tres adultas y se pudo determinar que una de ellas, procedente de Suiza, pas¨® el invierno en este vertedero. Al cobijo de los desperdicios. Y hace unos d¨ªas, otra cig¨¹e?a marcada en ?lava, llamada Felicia, tambi¨¦n inici¨® su vuelo y ha ido a parar al mismo sitio: el basurero.
A veces, el alimento que obtienen en Valdeming¨®mez puede ser una amenaza. ¡°Confunden gomas con serpientes y cogen pl¨¢sticos para el nido. Y despu¨¦s, muchos de sus pollos no salen adelante porque se quedan atrapados en el propio material¡±, asegura Arantza Leal, t¨¦cnica de seguimiento de aves.
Si no paran en esta escombrera, la ruta sigue. Las aves partir¨¢n, como cada a?o, desde Madrid al pe?¨®n de Gibraltar. El mejor sitio posible, seg¨²n esta ONG, para trazar un puente a¨¦reo hasta el viejo continente africano. La historia de estas aves ha dejado en los cielos el caso de Max, una cig¨¹e?a de 13 a?os de edad, que falleci¨® en 2012. Era una celebridad en Suiza. Ella fue la pionera en utilizar esta tecnolog¨ªa. Max lleg¨® a recorrer m¨¢s de 500 kil¨®metros en un solo d¨ªa y permiti¨® saber la fecha exacta del comienzo de sus viajes, cu¨¢nto duraban estos, a qu¨¦ velocidad se produc¨ªan, c¨®mo cambiaban o dejaban de cambiar de ruta¡
Desde la Puerta del Sol al pe?¨®n hay 598 kil¨®metros. M¨¢s de 120 horas caminando y m¨¢s de seis horas si se va en coche, sin contar con los retrasos que se est¨¢n produciendo ¨²ltimamente a ra¨ªz del eterno conflicto. Ellas, sin embargo, se lo pasan por alto. De hecho, el pasado 24 de julio, a las 11 de la ma?ana, una cig¨¹e?a blanca adulta marcada en Ciudad Real en primavera, alcanz¨® la costa africana. Fue la primera en esperar la corriente de aire caliente y saltar al vac¨ªo, seg¨²n esta ONG. Quince kil¨®metros surcando el estrecho, como las decenas de miles que ahora mismo est¨¢n en la roca, esperando el momento de la ola de viento c¨¢lido. Hasta que viene. Hasta que llega. Y entonces, cogen carrerilla, crocotean y se lanzan a planear.
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