La abrumadora inactividad del sector de la construcci¨®n
Los ingenieros, adem¨¢s de dirigir los proyectos y las obras que les corresponden, poseen y dirigen potent¨ªsimas empresas constructoras
El tiempo que se empleaba antes en cumplir con los contratos y buscar trabajo ahora se emplea solo en buscar trabajo. No hay contratos. Se prev¨¦ ausencia de inversi¨®n p¨²blica y privada en infraestructuras y edificaci¨®n.
La fuente de trabajo parece estar en la rehabilitaci¨®n, sobre todo en la rehabilitaci¨®n energ¨¦tica de los edificios necesaria para cumplir con objetivos marcados. La direcci¨®n de estos proyectos corresponde a los arquitectos.
Buscar trabajo incluye, a algunos niveles, ir a hablar con los pol¨ªticos, enterarse y, si se da el caso, influir de forma que todo cuadre para que los posibles contratos puedan ser realizados por el que influye. Los pol¨ªticos preparan normas, leyes o decretos .
Sin aparente relaci¨®n con lo descrito apareci¨® un ¡°borrador¡± de ley de servicios profesionales que otorgaba a los ingenieros las atribuciones propias de los arquitectos, con la finalidad de que en los tiempos que corren, las estructuras creadas por ellos pudieran rascar cuantos contratos aparecieran. Grandes o peque?os. De su competencia o no.
Para vender el derecho a hacer esta adjudicaci¨®n de atribuciones a quien no tiene las competencias, el Gobierno aprovecha la circunstancia de que bajo el mismo nombre, en distintos pa¨ªses o periodos se encierran distintas titulaciones. El dentista antes en Espa?a era un m¨¦dico que, adem¨¢s, ten¨ªa la correspondiente especialidad, mientras que en otros pa¨ªses el titulo respond¨ªa a unos estudios espec¨ªficos que no pasaban por estudiar medicina. Este t¨ªtulo existe ahora tambi¨¦n en Espa?a y seguimos diciendo el "dentista¡±.
Aprovechar este juego de palabras para dar atribuciones de m¨¦dico a los dentistas no m¨¦dicos es jugada similar a la que propone esta ley.
Este inusitado y repentino favoritismo del pol¨ªtico hacia el ingeniero no es sentimental. Los ingenieros de este pa¨ªs, adem¨¢s de dirigir los proyectos y las obras que les corresponden, poseen y dirigen potent¨ªsimas empresas constructoras que tambi¨¦n ellos fundaron. Dominan, adem¨¢s, parte de la promoci¨®n privada a trav¨¦s de las divisiones inmobiliarias de estas constructoras.
El poder econ¨®mico dependiente del mundo de la construcci¨®n est¨¢, en grand¨ªsima medida, en manos de los ingenieros. Como todo poder econ¨®mico est¨¢ en estrecha relaci¨®n con el poder pol¨ªtico, y en situaci¨®n de responder a cuanto favor reciba.
Todos los expertos en el sector, sin excepci¨®n, conocemos esta situaci¨®n.
Este es el motivo por el cual el traj¨ªn necesario para vender la coherencia de esta mamarrachada ha incluido la farsa de decir que el Ministerio de Fomento estaba en contra de la ¡°medida¡±. La propuesta se le achaca al Ministerio de Econom¨ªa, porque el de Fomento no puede mostrarse como Ministerio desconocedor de lo que aqu¨ª y ahora es un arquitecto y un ingeniero.
La medida proviene de Fomento, que es el ministerio que organiza las empresas del sector.
Si la ley sigue adelante, este gobierno demostrar¨¢ que dirige su actividad diligentemente hacia el favor correspondido. Los ingenieros y los arquitectos lo sabemos.
El problema es que es dif¨ªcil hacer llegar esta informaci¨®n al ciudadano, porque los pol¨ªticos que utilizan su poder para organizar este tipo de contubernios, parecen no reparar en gastos a la hora de contratar a especialistas que cuenten las historias. De ah¨ª lo del Ministerio de Econom¨ªa, que aqu¨ª no pinta nada.
Si el Gobierno quiere ser considerado como tal debe retirar este anteproyecto de ley.
Lourdes Garc¨ªa Sogo es arquitecto
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