El hotelero que descubri¨® una tumba
Jordi Clos publica ¡®Con la vida en los talones¡¯, unas memorias en las que relata su trayectoria vital y empresarial y sus aventuras por todo el mundo
Literariamente no son las memorias de Chateaubriand, pero no se les puede negar inter¨¦s. Se cuenta en ellas la trayectoria vital y profesional de un c¨¦lebre personaje de Barcelona y sus viajes y aventuras, muchos de los cuales ¡ªen el T¨ªbet, el ?frica negra o Egipto¡ª no desentonar¨ªan en las p¨¢ginas del g¨¦nero o en las vi?etas de Tint¨ªn. Se trata de Con la vida en los talones (la Esfera de los Libros), de Jordi Clos, reconocido empresario hotelero, coleccionista, mecenas y empedernido egipt¨®mano, que ha decidido explicar su vida (hasta el momento, esperemos sinceramente que d¨¦ para mucho m¨¢s) en 250 p¨¢ginas escritas en un tono muy coloquial, sin grandes revelaciones ni ajuste de cuentas alguno ¡ªexcepto uno, peque?ito, con la burocracia patrimonial que le impidi¨® exponer in situ las piezas que encontraron al reformar el Palau del Quatre Rius (Hotel Arai)¡ª. Es la historia que se quiere aleccionadora y estimulante de un hombre que ha progresado en la vida y ha cumplido muchos de sus sue?os, lo que no es poco.
Las memorias de Clos, tras un pr¨®logo en el que explica la conmovedora historia de una pareja de viejos amantes que se daban cita cada a?o en el Claris durante m¨¢s de una d¨¦cada, arrancan a lo Oliver Twist, con un granujilla que medra con su pandilla por el Raval pidiendo chicle a los marineros de la Sexta Flota, y acaban con el protagonista convertido en el Gran Gatsby de la hosteler¨ªa barcelonesa.
Jordi Clos explica sin tapujos su infancia en el Raval, donde naci¨® en 1950. Hijo de un polic¨ªa de la Generalitat que asumi¨® la direcci¨®n de la comisaria de Terrassa durante la Guerra Civil, Clos apenas conoci¨® a su padre, condenado tras la contienda a treinta a?os de c¨¢rcel, indultado en 1949 y fallecido en 1954. Jordi Clos sufri¨® de ni?o de poliomelitis, que le produjo una leve cojera, pero sali¨® adelante gracias a los cuidados esforzados de su madre que incluyeron alimentarle con sopa de casquer¨ªa, algo que costaba imaginar ayer durante la presentaci¨®n del libro en la rutilante terraza de su hotel Claris mientras baj¨¢bamos el jam¨®n con sorbos de Pommery helado.
El destino de aquel chaval de barrio humilde cambi¨® gracias al noviazgo y posterior matrimonio de su hermana mayor Olga con un arist¨®crata catal¨¢n Ram¨®n de Dalmases y Olabarr¨ªa, marqu¨¦s de Mura, que llev¨® a vivir al chico con ellos a Sarri¨¤ y asumi¨® su educaci¨®n. La otra hermana de Clos era bailarina de cl¨¢sico del Liceo.
El chico se revel¨® un hacha de los negocios desde muy joven, por no hablar de su idea de ligar con las alumnas de las Damas Negras organizando viajes tur¨ªsticos de un d¨ªa a Tarragona. Tras trabajar de botones en una inmobiliaria entr¨® en Muebles Mald¨¢ ¡ªya vest¨ªa de Denver¡ª y creo su primera empresa, Roberts. En 1975 conoci¨® a su mujer, Montse Casellas, al coincidir en un viaje a Egipto ¡ª¡±vinculando a la mujer de mi vida con mi gran pasi¨®n¡±¡ª. Ella, relata Clos, sufri¨® un ataque de p¨¢nico en el interior de la Gran Pir¨¢mide y ¨¦l la sac¨® de all¨ª y la abofete¨® para que reaccionara, lo que es todo un principio tipo colonia Patrichs. Con Egipto en horas bajas, Clos, que no avizora una mejor¨ªa, ha suspendido los viajes y cursos que organizaba su fundaci¨®n en el pa¨ªs del Nilo.
En el cap¨ªtulo El arte de recibir, Clos detalla su desembarco en el mundo de los hoteles, de la mano del Derby, y su desarrollo del concepto de hotel moderno, con ideas como aprovechar las terrazas y, lo m¨¢s caracter¨ªstico, la inclusi¨®n de arte.
El secreto de su ¨¦xito empresarial, dice con modestia, no ha estado tanto en su intuici¨®n como en saber rodarse de buenos equipos. Siempre al pie del ca?¨®n, ayer aprovech¨® para reivindicar la excelencia hotelera y volver a cargar contra los apartamentos tur¨ªsticos clandestinos, ¡°una lacra¡±.
El autor revisa su faceta de coleccionista y explica por ejemplo c¨®mo se hizo con t¨®tems de la colecci¨®n Folch, con 280 mosaicos romanos o con una tanka en Lamayuru, o la fundaci¨®n del Museo Egipcio en 1994. En cambio, no encontr¨®, ay, la ciudad inca perdida de Vilcabamba.
En lo personal, sus grandes momentos han estado vinculados a la arqueolog¨ªa y los viajes, que para ¨¦l siempre han de ser de aventura ¡ªuna vez pill¨® el dengue¡ª: el hallazgo de una pir¨¢mide perdida en Nubia (que dio subt¨ªtulo a su primer libro, en 2002), la tumba de Semesu-Uhemu, o la de pozo H-11 en la necr¨®polis de Sharuna. Clos explica con detalle y mucha emoci¨®n c¨®mo excav¨® personalmente esa tumba egipcia inviolada, embriag¨¢ndose con el aire de cuarenta siglos que brot¨® de ella. ¡°Disfrut¨¦ como un loco¡±, escribe. Nunca le ha supuesto una cortapisa no ser arque¨®logo. En otra ocasi¨®n memorable asisti¨® subido a un ¨¢rbol a la gran batalla donga, un sangriento ritual de bastonazos de los guerreros surma et¨ªopes. ¡°Flipante¡±.
El empresario y coleccionista Jordi Clos.
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