Este pa¨ªs es vuestro
Los j¨®venes se van ahora a Isla Reuni¨®n. De nuestra tierra deben salir los que hicieron de nuestra econom¨ªa un juego de casino.
En mi familia todos sabemos ahora d¨®nde est¨¢ Isla Reuni¨®n. Su nombre estaba agazapado en alg¨²n lugar de nuestra memoria de estudiantes de bachillerato pero ahora sabemos localizar ese lugar con precisi¨®n. En cada casa nombres de pa¨ªses y de ciudades ex¨®ticas han pasado a formar parte de la vida cotidiana. Nunca pensamos que ¨ªbamos a aprender nuevamente geograf¨ªa a golpe de exilio. Tampoco llegamos a imaginar que el futuro empezaba en una sala de embarque, en el pasillo interminable de un aeropuerto cercano.
Respiramos aliviados cuando nuestros j¨®venes sortearon los vendavales de la adolescencia y se centraron en los estudios. Ellos, por su parte, tuvieron que lidiar con sus propias decisiones, batallar muchas veces contra nuestros deseos de proyectar en ellos nuestras vidas. Estudiaron, se formaron, acumularon t¨ªtulos, m¨¢steres, dominios ling¨¹¨ªsticos. Fueron formales, estudiosos, cumplidores con la antesala de su futuro. Cumplieron perfectamente con el requisito de excelencia que se les exig¨ªa, sin saber que este pa¨ªs iba a premiar su esfuerzo con un boleto de salida.
Ahora se van a Isla Reuni¨®n, a Quebec, a S¨ªdney¡ Y si no se han ido todav¨ªa, lo est¨¢n sopesando, buscando afanosamente en Internet, compartiendo con otros j¨®venes los mejores lugares para salir de nuestro pa¨ªs, de nuestras vidas y de nuestro presente. Incluso los que se quedan, ya no est¨¢n aqu¨ª. Al finalizar la carrera, un cartel invisible de ¡°Game over¡± se coloca en sus vidas y el siguiente nivel del juego consiste en encontrar una puerta de salida fuera de nuestras fronteras.
Mentalmente han dejado de ser ciudadanos de este pa¨ªs que no los quiere, que prescinde de ellos como de un lujo innecesario. Volver¨¢n, nos dicen, cuando las cosas mejoren en nuestro pa¨ªs pero la pregunta que me golpea es: ?Qui¨¦n, si no ellos, puede mejorar este pa¨ªs? ?Qui¨¦n, sin ellos, har¨¢ los cambios necesarios? ?Qu¨¦ clase de futuro podremos conseguir sin el empuje y la fuerza de la juventud que va a vivirlo?
No hay un solo cambio social importante que se haya hecho sin el protagonismo de los j¨®venes. La democracia en nuestro pa¨ªs no la trajeron unos cuantos se?ores encorbatados y un rey condescendiente sino miles de j¨®venes que hicieron de la libertad su bandera, su forma de vida y un sue?o que no se pod¨ªa arrebatar. Hasta su forma de vestir, la m¨²sica que escuchaban, su forma de relacionarse se convirtieron en una oleada de aire fresco que acab¨® con la dictadura. Los encorbatados y reyes no solo no nos regalaron la libertad sino que pusieron l¨ªmites, pactos y fronteras a este sue?o.
Este pa¨ªs no es un negocio ruinoso que deba permanecer en las manos de los mismos que nos llevaron al desastre. Si hay alguien que debe salir de nuestra tierra son los que hicieron de nuestra econom¨ªa un juego de casino; los que despreciaron la ciencia, la tecnolog¨ªa, el medio ambiente y la cultura. ?Que se vayan ellos! Pero no vosotros.
Vuestra salida de la crisis no est¨¢ a la vuelta de la esquina. La suya s¨ª. Recuperar¨¢n la tasa de beneficio a costa de empobrecer los salarios. Se adue?ar¨¢n de los servicios p¨²blicos para convertirlos en negocio. Proclamar¨¢n el fin de los derechos sociales y del estado del bienestar. Os dir¨¢n que esto no os incumbe, que son medidas coyunturales provocadas por la crisis pero la realidad es que mientras busc¨¢is en Internet un pa¨ªs en el que protegeros del aguacero, ellos dise?an la Espa?a que encontrar¨¦is a vuestra vuelta, construida con los peores materiales del pasado.
Este pa¨ªs es vuestro. Es necesario decirlo, gritarlo, imprimirlo porque os lo han arrebatado. Nos han hecho aceptar con naturalidad vuestra huida para que no particip¨¦is en el dise?o del futuro. Vuestra historia individual, es colectiva. Vuestra maleta es la de toda una generaci¨®n. Vuestros recorrido en las salas de embarque, una marcha multitudinaria. Vuestros pasos callados, un ruido ensordecedor. Vuestro dolor personal, una herida colectiva. Por eso, si pod¨¦is, echadlos. A fin de cuentas son ellos quienes no tienen patria.
@conchacaballer
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