La mort, l¡¯¨²nic frac¨¤s aut¨¨ntic
L¡¯autor va dir ad¨¦u al seu m¨®n (el real i el de ficci¨®) en les dues ¨²ltimes obres
Al final de la novel¡¤la Erec y Enide, la darrera que Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n va publicar en vida, el personatge central aixeca la copa i recorda un epigrama prerenaixentista: ¡°A hurtadillas le llega la muerte a lo vivo, la vejez a lo joven; mientras preguntamos qu¨¦ hora es, esa hora pasa¡±. ?s, efectivament, un ad¨¦u, perqu¨¨ immediatament afegeix: ¡°Distancia y tiempo, queridos. Distancia y tiempo. Presiento que poco me queda de la una y del otro y no quiero aprovechar esta oprtunidad para haceros confidencia de mis angustias, sino part¨ªcipes de mi cari?o. Pase lo que pase, dure lo que dure, recordadme siempre como alguien que os quiso desde su fortaleza de autista¡±.
No ¨¦s la primera vegada que un personatge de V¨¢zquez Montalb¨¢n evoca la possibilitat de la mort imminent, i es podria pensar que les frases formen part exclusivament de la l¨°gica narrativa si no fos que aquest presentiment es repeteix una altra vegada a la novel¡¤la seg¨¹ent de l¡¯autor, Milenio, publicada en dos volums el 2004, pocs mesos despr¨¦s de la seva mort i escrita de manera gaireb¨¦ simult¨¤nia a Erec y Enide. Es diria que V¨¢zquez Montalb¨¢n intueix la pr¨°pia mort, la veu venir. Una mort no volguda, per¨° que inspira menys temor que la decrepitud del cos i de l¡¯esperit.
Milenio narra la volta al m¨®n de Pepe Carvalho i el seu ajudant, Biscuter. Ja des de ben aviat queda clar que no ¨¦s un viatge inici¨¤tic, sin¨® de comiat. En arribar a Israel, el detectiu diu al seu company: ¡°Nunca volver¨¦ a Jerusal¨¦n¡±. I en acabar el primer dels dos volums, hi torna: ¡°Es que nunca volver¨¦ aqu¨ª. T¨², no lo s¨¦, pero yo s¨¦ que nunca volver¨¦¡±. Ja al segon volum, Carvalho es repeteix: ¡°Nunca volver¨¦ a Australia¡±. Per¨° no ¨¦s conscient ¨²nicament que no tornar¨¤ a un lloc determinat. Tamb¨¦ sap que se li acaba el temps. D¡¯aqu¨ª que reflexioni: ¡°Ya no vivir¨ªa para verlo, pero tal vez en el futuro los europeos aumentar¨ªan su crueldad represora contra el islam, a medida que aumentara su miedo por el cerco isl¨¢mico¡±.
I ¨¦s que, com explica el narrador, que coneixia b¨¦ el personatge, ¡°Carvalho se desped¨ªa de los lugares sin melancol¨ªa pero para siempre. Era consciente de que nunca m¨¢s volver¨ªa a ver y a vivir lo que estaba viendo y viviendo¡±.
No era volguda, per¨°
Aquest presentiment de la immin¨¨ncia de la mort fa que l¡¯obra estigui plena d¡¯evocacions de la inf¨¤ncia, de personatges que nom¨¦s viuen ja en la seva mem¨°ria, de racons de la ciutat desapareguts per transformaci¨®. Aix¨ª, recorda ¡°los cigarrillos de herborister¨ªa que fum¨¢bamos los ni?os en Espa?a despu¨¦s de la guerra¡± o creu recon¨¨ixer a la llunyana ?ndia ¡°aromas y colores como los de su infancia¡±. Una sensaci¨® que es reprodueix a Dakar, on pensa que, potser ¡°la ciudad de su infancia, el pa¨ªs de su infancia, tuviera colores y olores m¨¢s cercanos a ?frica que a Europa¡±.
Durant el viatge, el detectiu recorda aventures de novel¡¤les passades i es retroba amb alguns personatges que havia conegut feia molts anys. Un d¡¯ells ¨¦s un vell policia tailand¨¨s de nom Charoen. Carvalho va a visitar-lo per explicar-li que est¨¤ fent la volta al m¨®n, i el policia li pregunta: ¡°?De qu¨¦ se despide usted?¡±. La resposta del detectiu ¨¦s vaga: ¡°De todo y de nada¡±, per¨° el narrador explica que Carvalho ¡°nada hab¨ªa dicho de despedida, pero Charoen hab¨ªa acertado en el sentido de su viaje¡±.
De fet, a la novel¡¤la anterior (El hombre de mi vida), la consci¨¨ncia de la finitud estava molt present i el narrador havia advertit que a Carvalho ¡°ya s¨®lo le quedaba dar vueltas en torno a la vejez y la muerte¡±, una informaci¨® que arriba al lector poc abans que el detectiu es digui a si mateix: ¡°Te haces viejo¡±. Per afegir: ¡°El enemigo est¨¢ dentro de nosotros mismos y el hijo de puta estudia cada d¨ªa por d¨®nde puede jodernos y llega un momento en que se da cuenta de que envejecemos, de que se nos ha debilitado la defensa y entonces no se ataca por todos los frentes y si puede lo m¨¢s que nos permite es agonizar bebiendo agua con una pajita aliment¨¢ndonos por la nariz¡±. Charo, que reapareix en aquesta obra despr¨¦s d¡¯un temps a Andorra, li proposa: ¡°Estoy dipuesta a irme contigo para siempre¡±. I el detectiu respon: ¡°A mi edad ser¨ªa un siempre muy breve¡±.
?s la mort, la consci¨¨ncia de la mort, el que fa que la gent, diuen, repassi la vida. Els motius dels actes duts a terme. Per aix¨° ara es pot saber que Carvalho cremava llibres perqu¨¨ ¡°confi¨¦ demasiado en ellos en el pasado y no me ense?aron a vivir, ni a envejecer. Ni me salvar¨¢n ante la decadencia y la muerte¡±. La mort, ¡°el ¨²nico fracaso aut¨¦ntico¡±.
I V¨¢zquez Montalb¨¢n, de la m¨¤ de Carvalho, s¡¯acomiada amb paraules prestades, com ja deia a Una educaci¨®n sentimental que constru?a els seus poemes. En aquest cas ¨¦s una can?¨® de Barbara. La tornada deia: ¡°El temps perdut / no es recupera mai¡±. Cal tornar a l¡¯epigrama: ¡°Mientras preguntamos qu¨¦ hora es, esa hora pasa¡±.
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