Recordando a Bebo Vald¨¦s
La inmensa humanidad de Chucho Vald¨¦s, inici¨®, sentado ante el teclado, el largo y c¨¢lido homenaje
El hist¨®rico pianista cubano Bebo Vald¨¦s falleci¨® el pasado mes de marzo y el Festival de Jazz de Barcelona, en el que actu¨® en diversas ocasiones, decidi¨® rendirle un homenaje. Y trat¨¢ndose de un m¨²sico ?qu¨¦ mejor que m¨²sica para recordarlo? Es m¨¢s: trat¨¢ndose de un gran m¨²sico lo propio era recordarlo con grandes m¨²sicos, con buena m¨²sica. Y as¨ª sucedi¨® en la noche del martes: un pu?ado de int¨¦rpretes de gran categor¨ªa, mucha m¨²sica caliente y un p¨²blico entregado que agot¨® las entradas de la sala Barts.
La velada comenz¨® con m¨¢s de media hora de retraso ya que el acceso a la sala fue lento para tal cantidad de gente que, adem¨¢s y al parecer, se apuntaron a la historia en el ¨²ltimo momento, como si al final el boca-oreja hubiera funcionado de urgencia.
La inmensa humanidad de Chucho Vald¨¦s, otro de los grandes pianistas cubanos de las ¨²ltimas d¨¦cadas e hijo de Bebo, inici¨®, sentado ante el teclado, el largo y c¨¢lido homenaje. Un piano ante el que fueron sucedi¨¦ndose algunos nombres importantes de la m¨²sica cubana actual, sobre todo Mauricio Vallina que evoc¨® a Lecuona y Cervantes con una fuerza y una sensibilidad impresionantes, todo y que una parte del p¨²blico escogi¨® ese momento m¨¢s cl¨¢sico, por llamarle de alguna manera, para charlar o ir a buscar las cervezas al bar, l¨¢stima.
Los asistentes quer¨ªan ritmo, moverse y en el resto de la velada prim¨® ese ritmo m¨¢s contagioso y, a menudo, m¨¢s bailable. Chucho Vald¨¦s demostr¨® ser el m¨¢s contundente de los pianistas que pasaron pero Omar Sosa o Javier Mass¨®, m¨¢s conocido como Caramelo, le fueron a la zaga. Un gran momento jazz¨ªstico se vivi¨® cuando el trompetista niurrique?o Jerry Gonz¨¢lez comparti¨® un B¨¦same mucho con el contrabajista navarro Javier Colina y el mencionado Caramelo. Tambi¨¦n Colina protagoniz¨® otro momento ¨¢lgido al compartir escenario con Chucho. Pero ni el jazz ni la cl¨¢sica contempor¨¢nea eran el meollo de la celebraci¨®n sino el ritmo m¨¢s pegadizo, ese ante el que nadie puede parar quieto. Bebo Vald¨¦s era un mago al repartirlo y probablemente hubiera estado contento al ver como el martes, adoctrinados por su propio hijo, la gente disfrutaba con esa m¨²sica que ¨¦l ayud¨® a erigir.
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