Ramploner¨ªa eurovisiva

Han conseguido armar un ruido notable estos bullangueros noruegos de Bergen cuyo nombre desaf¨ªa a los autocorrectores. Son ocho veintea?eros que se suponen divertidos a rabiar, gente desinhibida que salta, suda y se quita la camiseta en el escenario para expandir por la sala unas ansias irrefrenables de baile. Todo ello est¨¢ muy bien, y m¨¢s cuando tanta falta nos hace un poquito de algarab¨ªa en esta vida que llevamos, tan mugrienta como nuestras calles. Pero el sentido musical, como el del humor, puede ser fino o de brocha gorda, agudo o rupestre. Y nuestros amigos n¨®rdicos, tan resalados ellos, son mucho mejores saltimbanquis que compositores. Pueden agitar el cotarro, y m¨¢s si nos pillan predispuestos, pero sus hechuras musicales se antojan tan sutiles como una casete de Marianico el Corto.

No es broma la capacidad de convocatoria de estos rubicundos escandinavos con ex¨®tico bajista morenazo. El Price parec¨ªa anoche una monumental fiesta de colegio mayor, con 1.500 chavales dispuestos a desfasar antes de que acechen los ex¨¢menes cuatrimestrales. Lo desolador es el redundante cat¨¢logo de oooh oooh ooohs con los que Kakk¡­ ventilan cada estribillo. Los matices son m¨ªnimos: la discotequera Make the first move parece compuesta en un taller de imitadores malos de Abba, Gangster no more es el reggae para un programa de variedades en alguna tele auton¨®mica y Self-esteem demuestra lo risible que se vuelven los rubiales cuando intentan bailotear al modo caribe?o.

En el octeto cantan casi todos, a veces al un¨ªsono, lo que agudiza su genuina ramploner¨ªa eurovisiva: terminan resultando tan transgresores como aquellos New Seekers que triunfaron con el anuncio de la Coca-Cola. Y todo ello por no ahondar en la faceta m¨¢s troglodita de la banda. Estos noruegos no conocieron el landismo, pero acaban comport¨¢ndose como don Alfredo con las suecas: los coristas canturrean ¡°Hola, hola, Espa?a, Espa?a¡± y el bajista pregunta al p¨²blico qui¨¦n es del Madrid y qui¨¦n del Atleti. Ol¨¦.