Los ¡®otros¡¯ presos vascos
Un total de 1.420 personas cumplen condena en las tres prisiones de Euskadi Los especialistas apuestan por el impulso de la justicia restaurativa
La estad¨ªstica concluye que la poblaci¨®n reclusa de Euskadi asciende a 1.420 personas (1.266 hombres y 154 mujeres), seg¨²n datos de octubre pasado de Instituciones Penitenciarias que Carmen Gonz¨¢lez, abogada y miembro de la asociaci¨®n Zubiko, especializada en la inserci¨®n social y laboral de los internos, se niega a tratar como cifras. La letrada es una de las personas que acompa?an a los presos tanto en su estancia en la c¨¢rcel como una vez que salen de ella. La Administraci¨®n, ONG y otros organismos compaginan una labor para posibilitar que los reclusos puedan reintegrarse a la sociedad.
Cuando la pol¨¦mica pol¨ªtica se centra de forma repetida en los presos de ETA y su situaci¨®n, muchas veces se pasa por alto las condiciones de vida y el futuro de estos otros presos vascos.
¡°Cumplimos un mandato constitucional¡±, resume Andoni Garc¨ªa, el miembro de la Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Gipuzkoa responsable del turno de asistencia penitenciaria. Este servicio brinda orientaci¨®n jur¨ªdica a los reclusos. Dos veces por semana, resuelven dudas, ayudan a preparar escritos para pedir un permiso o simplemente escuchan. ¡°Muchas veces tienen ganas de hablar, de sentirse escuchados. Es una labor que trasciende el ¨¢mbito penitenciario¡±, dice Garc¨ªa.
Drogas, robos y lesiones son las principales causas de las penas
Las personas que trabajan con los reclusos echan por tierra muchos de los estereotipos que envuelven a las c¨¢rceles. ¡°No estamos hablando de Luis B¨¢rcenas. Hablamos de vidas complicadas, de personas que no lo han tenido nada f¨¢cil y que pr¨¢cticamente ten¨ªan el camino hecho hacia la c¨¢rcel¡±, ilustra la abogada de Zubiko, cuyos clientes cumplen de forma mayoritaria condena por delitos relacionados con el tr¨¢fico de drogas, robos, lesiones ¡°con abusos de drogas y de alcohol de por medio¡±, quebrantamientos de ¨®rdenes de alejamiento y delitos contra la seguridad vial. ¡°La realidad de la prisi¨®n es m¨¢s cercana de la que nos podemos imaginar¡±, resalta.
¡°No queremos idealizar la c¨¢rcel, ni a los que est¨¢n all¨ª¡±, defiende el capell¨¢n de la prisi¨®n donostiarra de Martutene, Luis Miguel Medina, y asiente el delegado de Pastoral Penitenciaria de Gipuzkoa, Jos¨¦ Luis Gorrotxategi. Uno de los primeros pasos en el trabajo con los reclusos es que tomen conciencia del delito que han cometido. ¡°A veces, las personas se victimizan. Hablan de la sociedad... y no. Analizo con ellos la sentencia. Te han condenado por esto, esto es lo que ha pasado¡±, ilustra Gonz¨¢lez.
Una vez impuesta la pena que deben cumplir, tiene que entrar en juego la justicia restaurativa, defiende la Pastoral Penitenciaria de Gipuzkoa, lo que implica la reparaci¨®n a las v¨ªctimas. ¡°Ese es el mayor reto, que luego se puedan reinsertar en la sociedad¡±, subraya Gorrotxategi, cuya primera misi¨®n dentro de una c¨¢rcel, adem¨¢s de desarrollar una labor puramente religiosa, es la de ¡°humanizar¡±. ¡°Simplemente el hecho de entrar a una prisi¨®n y escuchar. Despu¨¦s de estar con un preso salimos al patio y me dio las gracias. Gracias, ?por qu¨¦? Por escucharme. Aqu¨ª nadie escucha a nadie. Somos como vasos que estamos llenos de agua y nadie se puede vaciar en nadie, pero cuando ven¨ªs gente de fuera os podemos contar nuestras penas¡±, recalca.
Los recortes
El ararteko, I?igo Lamarca, alertaba en su ¨²ltimo informe anual, correspondiente a 2012, de que los recortes por la crisis han puesto en peligro las iniciativas sociales que se desarrollan dentro de las c¨¢rceles, con lo que la misi¨®n de reinserci¨®n puede verse afectada.
El Defensor vasco incid¨ªa en que, de forma paralela a la supresi¨®n o recorte de este tipo de programas, se ha producido un ¡°aumento del uso de la prisi¨®n para la gesti¨®n de la conflictividad social¡±. Y se?alaba como uno de los efectos de la crisis ¡°el haber contribuido a revelar las funciones de castigo y prevenci¨®n del delito asignadas a nuestras c¨¢rceles de modo esencial, poniendo de manifiesto la contradicci¨®n entre la ret¨®rica rehabilitadora de nuestro sistema penitenciario y la desocializaci¨®n que produce en la pr¨¢ctica¡±.
Tanto la abogada de Zubiko, que trabaja en las prisiones de Bizkaia y ?lava, como Gorrotxategi y Medina consideran que, para que una persona haya entrado en prisi¨®n, ¡°algo ha fallado previamente en la sociedad¡±. ¡°El delito es un fen¨®meno social, que ha nacido en la sociedad y la sociedad tambi¨¦n se tiene que responsabilizar de ello¡±, argumenta el delegado de Pastoral Penitenciaria.
La c¨¢rcel, sostiene el religioso, es la expresi¨®n de un fracaso, de un problema que tiene unas ra¨ªces contra las que hay que luchar y que nacen en las injusticias sociales. Con ayudas, con educaci¨®n y con los mecanismos adecuados de respaldo social, Gorrotxategi se muestra convencido de que la delincuencia se podr¨ªa prevenir y reducir. Cita un estudio de un profesor de la Universidad de Cambridge que se?ala, entre otros aspectos, la escasez de ingresos, el mal comportamiento en la escuela o que los padres hayan pasado por la c¨¢rcel como elementos que pueden provocar que un ni?o termine de mayor tambi¨¦n en prisi¨®n.
Pero, y para ello trabaja Gonz¨¢lez, que una persona est¨¦ interna en una c¨¢rcel no es sin¨®nimo de una puerta cerrada. Zubiko ofrece un programa integral a los reclusos, que incluye orientaci¨®n psicosocial, jur¨ªdica y un programa de acompa?amiento para el acceso al empleo y la formaci¨®n, adem¨¢s de otro complementario para las familias. El porcentaje de no reincidencia entre las 100 personas con las que han trabajado a lo largo del a?o se sit¨²a en el 97%. El programa de empleo ha conseguido encontrar trabajo para el 57% de ellos.
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