Como en el sal¨®n de casa
El cantautor de Seattle alterna psicodelia, sentimientos a flor de piel, ecos de Nick Drake y conversaciones con el p¨²blico durante dos horas solo en escena
El canto, casi quejido, de Damien Jurado se ha enraizado tanto en el coraz¨®n de los aficionados madrile?os que cada nuevo disco bien merece una visita por estos andurriales, distantes un oc¨¦ano y un continente de Seattle. Brothers and sisters of the eternal son constituye la und¨¦cima entrega del po¨¦tico cantautor y, aunque no ver¨¢ la luz hasta enero, la parroquia no dud¨® en agotar las butacas del Teatro del Arte, nave moderna y extremadamente pr¨®xima. Acertaron con el voto de confianza: primero, porque el nuevo ¨¢lbum es tan brillante y coherente como su antecesor, Maraqopa; y adem¨¢s, porque Jurado aprovech¨® su soledad y nuestra cercan¨ªa para comportarse como si se encontrara en el sal¨®n de casa. Y no solo por esa enraizada costumbre de quitarse las deportivas, sino porque logr¨® una quietud reverencial que solo se relaj¨® cuando abri¨® un ins¨®lito turno de preguntas.
Damien permaneci¨® casi dos horas sentado, encogido, sin despojarse siquiera del abrigo; invocando el esp¨ªritu de Nick Drake con su voz fr¨¢gil y conmovedora, las incursiones en el falsete y esos arpegios que nacen de acordes inesperados. Muchos de los nuevos temas (Magic number, Jericho road) encajan en lo que denomin¨® ¡°faceta psicod¨¦lica¡±, aunque no han sido ¡°escritos ni interpretados bajo la influencia del LSD¡±, seg¨²n advirti¨® con sorna. Otros, como los prodigiosos Foolishly in love, Rachel & Cali o Cloudy shoes, se adentran en territorios m¨¢s sentimentales pero nada recurrentes. Jurado es un tipo divertido de repertorio ultrasensible, un hombre capaz de rubricar la bell¨ªsima quietud de Silver joy y al tiempo burlarse del inmenso agujero de su calcet¨ªn derecho, un rasgo involuntariamente m¨¢s valleinclanesco que de Raymond Carver. En el ¨²ltimo suspiro, y a ra¨ªz de la pregunta de un espectador, nos regal¨® Almost home, el fruto de su ins¨®lita colaboraci¨®n con Moby. Y no, tampoco ah¨ª decepciona.
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