Caixa Bank negociar¨¢ con los inquilinos de un bloque okupado en Madrid
12 familias comenzaron a instalarse el domingo en un inmueble del banco situado en Malasa?a "No es la primera vivienda recuperada ni ser¨¢ la ¨²ltima", se?alan los activistas antidesahucios
Lo llaman La Manuela. Un edificio de cinco plantas en pleno coraz¨®n de Malasa?a que desde el domingo pasado est¨¢ okupado. Una docena de familias, de las que ahora han trascendido pocos datos, se est¨¢n empezando a instalar en el bloque vac¨ªo de la calle Corredera Baja de San Pablo, en el barrio de Malasa?a. Este jueves, la Asamblea de Viviendas Centro ha hecho una suerte de presentaci¨®n en sociedad para periodistas del segundo edificio okupado de Madrid (el primero est¨¢ en Carabanchel) y el d¨¦cimo quinto en Espa?a, seg¨²n sus estimaciones. El pasado 13 de diciembre fue desalojado por orden judicial un inmueble en Salt (Girona) en el que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) hab¨ªan instalado a siete familias. El de Malasa?a ya estuvo okupado en 2011.?
La okupaci¨®n destinada a familias sin vivienda o desahuciadas en este tipo de inmuebles, que en la mayor¨ªa de los casos pertenecientes a bancos rescatados, es la ¨²ltima iniciativa puesta en marcha por colectivos antidesahucios, que llaman a esta acci¨®n ir¨®nicamente Obra Social (como las cajas de ahorros) y hablan de recuperar edificios ¡°como la mejor forma de hacer efectivo el derecho a una vivienda digna¡±, seg¨²n el comunicado que ha le¨ªdo este jueves a mediod¨ªa una de las activistas de la Asamblea de Vivienda centro sobre una tabla colocada sobre dos borriquetas en mitad de uno de los salones-cocina de la cuarta planta.
El edificio de Malasa?a -con los cables de las tomas de luz colgando del techo, un par de bombillas encendidas y parqu¨¦ y puertas nuevos y casi impolutos- pertenece a Caixa Bank, que el pr¨®ximo lunes se reunir¨¢ con los okupas para negociar. Desde el banco evitan hacer comentarios, aunque admiten que existe esa cita.
¡°La Manuela no es la primera vivienda recuperada en la ciudad de Madrid ni ser¨¢ la ¨²ltima¡±, ha le¨ªdo en voz alta una de las activistas que ha convocado a los medios en el edificio. ¡°Hay 12 familias que comienzan a vivir en ¨¦l, visibilizando un problema concreto: tener un edificio vac¨ªo propiedad de un banco rescatado con dinero p¨²blico es intolerable e inhumano¡±, ha proseguido.
Solo dos de las inquilinas estaban hoy presentes durante la rueda de prensa. F¨¢tima Khaled, de 37 a?os y ¡°medio siria medio espa?ola¡±, ha explicado a EL PA?S que perdi¨® su empleo de teleoperadora en 2008. Desde entonces ha estado ¡°tarjeteando y haciendo de relaciones p¨²blicas¡± en discotecas. Asegura que se qued¨® sin dinero y no pod¨ªa hacer frente a los 270 euros que le costaba el alquiler de una habitaci¨®n. Reclama un alquiler social, pero no cuantifica la cantidad que podr¨ªa pagar.
Marisa, que tiene 62 a?os y pide figurar sin apellido, cuenta que ha dedicado gran parte de su vida a trabajar en banca y en Bolsa en distintos puntos de Estados Unidos. Se fue con 17 a?os y volvi¨® a los 51 para cuidar de su madre. Dej¨® all¨ª a su hijo. ¡°Volv¨ª a un pa¨ªs en el que a los 50 ya eres viejo para encontrar un empleo digno¡±, explica. Cuando se le pregunta si ha pedido ayuda a su hijo, responde de corrido: ¡°?l est¨¢ bien, pero yo no le he dado a luz para que me mantenga. Hay derechos que son de cada individuo, como la alimentaci¨®n, el techo, la medicina o la ropa¡±. Baja los escalones despacito porque tiene una fractura. Al volver de Am¨¦rica vendi¨® su casa y asegura que agot¨® sus ahorros.
La imagen de su rostro enmarcado por un escueto corte de pelo circul¨® por las redes sociales hace unos meses con un mensaje: ¡°Marisa se queda¡±. Era una campa?a promovida desde los colectivos antidesahucio para evitar que la desalojaran del piso en el que estaba alquilada. Pero Marisa no se qued¨®. En diciembre, segundo intento, fue desalojada. Ahora se instalar¨¢ en un piso en la segunda planta de La Manuela con su gato. Marisa se considera una privilegiada. ¡°Mi caso es f¨¢cil comparado con lo que nos llega cada d¨ªa, se te rompe el coraz¨®n¡±, dice.
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