Sobre la vida y sus habitantes
La artista valenciana Carmen Calvo expone en el Tom¨¢s y Valiente de Fuenlabrada
En la bienal de Venecia de 1996, Carmen Calvo y Joan Brosa ocuparon el pabell¨®n espa?ol con dos propuestas que dejaron boquiabiertos a los visitantes. El poema visual de Brossa ten¨ªa forma de bal¨®n tocado con una peineta azul. Calvo llev¨® una gigantesca caja forrada de espejos, bautizada como Una conversacion, en la que decenas de peque?os y medianos objetos (telas, mu?ecos, astillas de muebles, restos de cer¨¢micas, matojos de pelo) aparec¨ªan mezclados y suspendidos de techos y paredes en una apoteosis barroca con la que la artista valenciana propon¨ªa una relectura del tiempo, una reinterpretaci¨®n del pasado.
La obra, una de las m¨¢s famosas de la artista valenciana, ha sido reconstruida para convertirse en la pieza central de la retrospectiva que se le dedica en el Centro de Arte Tom¨¢s y Valiente de Fuenlabrada. Un verso de Paul Val¨¦ry, Todas las sombras que el ojo acepta, le sirven para repasar m¨¢s de 30 a?os de creaci¨®n. La exposici¨®n, programada antes de que le fuera concedido el premio Nacional de Artes Pl¨¢sticas 2012, exhibe 60 obras que arrancan desde 1980, a?o en el que Calvo fue una de las elegidas para participar en la News Images from Spain, en el Museo Guggenheim de Nueva York, hasta sus trabajos m¨¢s recientes.
Ante esa acumulaci¨®n de casi 800 objetos, entre los que no se escapa la presencia inspiradora de Marcel Duchamp o Andr¨¦ Bret¨®n, Carmen Calvo (Valencia, 1950) despliega una energ¨ªa apabullante. Durante diez d¨ªas se instal¨® en un hotel pr¨®ximo para participar directamente en el montaje. Doce horas diarias de trabajo no le han dejado m¨¢s mella que la p¨¦rdida de unas gafas que probablemente permanezcan confundidas entre los objetos que integran muchas de sus piezas. Entre las obras expuestas hay pr¨¦stamos de museos como el IVAM o el Reina Sof¨ªa, pero la mayor¨ªa son propiedad de la artista. Y no por af¨¢n acumulativo, sino porque, seg¨²n explica con humor y resignaci¨®n, vende poco. Ni siquiera el premio nacional ha aumentado, de momento, su mercado de coleccionistas.
Puede que sus obras sean raras y poco complacientes para adornar salones, reconoce ante No es lo que parece (1999) un collage-fotograf¨ªa en la que se ve a una ni?a que va a hacer la comuni¨®n vestida de monja y a la que el h¨¢bito se le ha convertido en un burka y sobre la que pende un amenazante y largo cord¨®n. Tampoco es una imagen id¨ªlica del matrimonio la que se representa en Mi alma est¨¢ cansada de la vida (2004), donde a un matrimonio poco agraciado les ha dejado sin mirada. A ¨¦l le ha emborronado los ojos de azul; mientras que a ella se los tapa una fusta que ¨¦l sujeta con los dientes.
Su vocaci¨®n de recopiladora de historias partiendo de personajes a los que da un nuevo sentido, impacta tambi¨¦n en C¡¯est le malheur (2001), una antigua fotograf¨ªa de una joven mujer sobre la que Carmen Calvo ha desplegado pu?ados de pelos con pezoneras insertadas en el centro. Como explica el comisario de la exposici¨®n, Alfonso de la Torre, Calvo es una artista destructora y recomponedora de historias, una incitadora de im¨¢genes capaz de presentar nuevas realidades rescatadas de pasados remotos.
Para reconstruir esas nuevas realidades, Calvo utiliza como materia prima objetos del pasado que ha ido acumulando a lo largo de los a?os. Muchas son fotograf¨ªas antiguas encontradas en la basura o compradas en los rastrillos, recuerdos de un pasado que ya no interesa a nadie y del que alguien, voluntariamente, se ha desprendido. Adem¨¢s de fotograf¨ªas, acumula mu?ecos,muebles, cintas, sogas, pizarras, cristales, piedras; cosas que en sus manos adquirir¨¢n una vida con un significado muy diferente al que ten¨ªan. Tambi¨¦n acumula libros. De ellos obtiene los elaborados t¨ªtulos con los que acaba bautizando cada una de sus obras, porque es de los que cree que el t¨ªtulo es el toque final perfecto para una obra. No le entusiasma que la gente crea que carga con cualquier objeto y que se dediquen a enviarle rarezas a su casa o a su estudio. ¡°Hubo un tiempo¡±, recuerda entre risas, ¡°en el que utilic¨¦ algunos crucifijos y se me llen¨® la casa de ellos. No es ese mi objetivo ni forma de trabajar¡±.
Pintar (ella se define como pintora) es lo que m¨¢s le interesa en la vida. Y lo hace sin concesiones a modas ni a mercados. La emoci¨®n le aflora a los ojos cuando se remonta los 14 a?os, al tiempo en el que decidi¨® que esto era lo suyo y que en ello pondr¨ªa sus cinco sentidos. Comprometida con su tiempo, los temas que aborda tienen que ver con lo que le desagrada: el catolicismo, el matrimonio, la manipulaci¨®n, el abuso y toda manifestaci¨®n de injusticia. Estos d¨ªas est¨¢ profundamente indignada contra la reforma de la ley del aborto de Gallard¨®n. El tema le ha inspirado dos ilustraciones que se publicar¨¢n en ¡®La Maleta de Portbou', la revista bimestral que dirige Josep Ramoneda, en las que el rojo sangre habla del drama que supone esta regresi¨®n en la vida de las mujeres.
Vistas en conjunto, las obras de Carmen Calvo participan de un mundo con mucho en com¨²n. Sobre fondos negros, blancos, o dorados, los protagonistas evocan una historia que tiene siempre que ver con la vida real. ¡°Con la parte m¨¢s dura de la vida¡±, puntualiza. Y entre los m¨²ltiples objetos que pueblan cada cuadro, hay uno que se repite: el pelo. Lo utiliza de las maneras m¨¢s variadas: para tapar ojos, para cerrar bocas, para romper la armon¨ªa. ¡°El pelo tiene una simbolog¨ªa muy fuerte. Es algo muy primario. No hay m¨¢s que ver que es una de las primeras formas de castigo que se utiliza contra las mujeres. Es una reliquia que se asocia a la vida¡±.
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