El canto elegante

Dos juegos de correspondencias, a cual m¨¢s interesante, enmarcaron el interesant¨ªsimo concierto del bar¨ªtono estadounidense Thomas Hampson y la ?msterdam Sinfonietta, ayer en el teatro Real de Madrid. La primera asociaci¨®n, que llenaba la primera parte del programa, un¨ªa una obra de juventud de Schoenberg con una de madurez de Brahms. El primero defend¨ªa en su libro El estilo y la idea el car¨¢cter progresivo de la obra del segundo. Escuchando los Cuatro cantos serios, de Brahms, a continuaci¨®n de la Noche transfigurada, de Schoenberg, las complicidades saltan a la vista. Los dos compositores viven y sienten las mismas inquietudes. Tienen ra¨ªces comunes.

En la parte final del concierto se intercalaron canciones de Schubert y Wolf. Fue muy estimulante ligar la espontaneidad mel¨®dica del primero con la componente intelectualmente expresiva del segundo. Todo estaba muy pensado en el programa. E interpretativamente muy rodado. Desde el 25 de enero van de un sitio a otro con la misma propuesta. Han estado en Munich, ?msterdam, Hamburgo, Dubl¨ªn o la Sociedad Filarm¨®nica de Bilbao antes de desembarcar en Madrid, y a¨²n har¨¢n escala en Oviedo y Lisboa esta semana. Hampson es un bar¨ªtono elegante y se encuentra en un estado de serena madurez. (En marzo hace su primer Wozzeck en el Metropolitan de Nueva York con Levine, en abril comparte con Ren¨¦e Fleming la cabecera de cartel para ¡°Arabella¡± en el Festival de Pascua de Salzburgo con Thielemann).

Su Brahms desprendi¨® profundidad, su Barber melancol¨ªa y su incursi¨®n en Schubert y Wolf una envidiable sabidur¨ªa. Caso aparte fue su Mahler, ya en la segunda propina, que nos trajo el recuerdo de su integral en ?msterdam en 1992 dentro de un inolvidable Festival dedicado al compositor. Candida Thompson dirigi¨® con precisi¨®n una orquesta de cuerda mayoritariamente femenina. Los arreglos de David Mattthews permitieron su lucimiento en todo momento.