El hombre que interpreta desnudo a Julieta
La obra 'Desnudando los cl¨¢sicos' apuesta por un hombre para interpretar papeles femeninos El montaje reflexiona sobre las verdaderas diferencias entre los Romeos y Julietas
No hay comienzo de la actuaci¨®n. Al entrar en la Nave 73, incluso antes de sentarse en una de las sillas colocadas en c¨ªrculo, el espectador es catapultado hac¨ªa otra realidad: una experiencia, un encuentro con dos hombres desprovistos de ropa que le tocan, se sientan sobre su regazo, le llevan de la mano al centro del escenario para jugar a la gallinita ciega y protagonizan con br¨ªo a cuatro parejas cl¨¢sicas de la literatura durante dos horas: Julieta y Romeo, Do?a In¨¦s y Don Juan, Beatrice y Dante, Ofelia y Hamlet.
Los papeles femeninos est¨¢n interpretados por Vicente Navarro; esta es la gran novedad del reestreno en Madrid despu¨¦s de dos a?os de gira por Espa?a y Europa. ?Por qu¨¦ Santi Senso, quien adem¨¢s de subirse al escenario dirige la obra, quiso que fuese un hombre quien reemplazase a su antigua compa?era de reparto In¨¦s Blanco? ¡°Nunca hay una explicaci¨®n. Soy impulsivo, visceral, inmediato¡±, contesta el interesado. O tal vez haya muchas.
Desnudando a los cl¨¢sicos
Autor: Jos¨¦ J. Serrano. Int¨¦rpretes: Santi Senso y Vicente Navarro. M¨²sica en vivo: Cary Rosa Varona. Direcci¨®n: S. Senso.
Nave 73, cada s¨¢bado en febrero y marzo.
Menos por la inversi¨®n de g¨¦nero, el concepto no ha cambiado. Entre improvisaci¨®n, participaci¨®n del p¨²blico y un texto de Jos¨¦ Serrano, dos actores declaman palabras de amor y desamor inspiradas en cl¨¢sicos ¡ªShakespeare, Zorilla y Dante¡ª ¡°sin la censura moral de la ¨¦poca en la que fueron escritas¡±. Sin olvidar las notas y voz cautivadoras de la violonchelista cubana Cary Rosa que acompa?an espor¨¢dicamente a las escenas. As¨ª, sin ropa pero con m¨²sica, Julieta se rebela contra el machismo y envenena a Romeo. Don Juan abandona los eufemismos y deja claro (cantando, casi gritando) toda la sexualidad y perversidad escondidas entre las l¨ªneas de la obra cl¨¢sica: ¡°Me penetrar¨¢s, me tocar¨¢s, me besar¨¢s, ya ver¨¢s qu¨¦ gusto te dar¨¢. Te enredar¨¢s y ya lo veras, ma?ana te mato¡±.
La desnudez justamente permite el paso fluido entre el principio -fiel a la obra cl¨¢sica- y el final libremente reescrito d¨®nde la mujer vence. ¡°Decir 'Qu¨¦ pasa t¨ªo' vestido de ¨¦poca quedar¨ªa mal¡±, explica Vicente. Desnudo, tanto los versos de ¨¦poca como lo moderno suenan ver¨ªdicos. Se trata tambi¨¦n de no temer a la fragilidad, reforzar la accesibilidad, y salvarse de las ideas preconcebidas. En la calle uno les puede encasillar; Vicente por su pendiente, Santi por su look hipster, admiten entre risas pero en la escena apuntan por ¡°cero etiqueta¡±. L¨®gicamente con cero ropa.
¡°Soy yo la que decido¡±, dice Ofelia a Hamlet, y la obra se pone patas arriba. Envuelto por el olor de palo santo (incienso usado por los chamanes en Am¨¦rica Latina) y aceites esenciales con los cuales los actores se embadurnan el cuerpo, el espectador puede pensar que tiene una alucinaci¨®n. En lugar de irse y hundirse como en la obra original, Ofelia, gritona, no tolera m¨¢s las idas y venidas locas de Hamlet, que la quiere pero la manda al convento. ¡°Estoy cansada de los machitos arrogantes que creen saber mejor que yo lo que necesito. Estoy harta de los hombres que van por ah¨ª meneando su miembro como si nos lo fu¨¦ramos a rifar.¡± Todo eso, dicho por Vicente y ¡°sus atributos obviamente masculinos¡±.
La mayor¨ªa de los espectadores se olvidan de este cambio de g¨¦nero. Muchas mujeres vienen a contar a Vicente c¨®mo se identificaron y se sintieron representadas por este Ofelia. Y Vicente mismo se olvida que es hombre. Cuando Santi le da un empuj¨®n y se cae al suelo, se protege cruzando sus brazos sobre su pecho imaginario. No se le ocurre ¡°protegerse los huevos¡±, dice contundente. ¡°En ning¨²n momento me plante¨¦ el personaje como si fuese una mujer. No quer¨ªa afeminarlo, ponerle falda a pesar de estar desnudo; si no empiezas a prejuzgar.¡±
Entonces, ?el actor no cree que haya g¨¦neros y que sea distinto ser hombre y ser mujer? Seg¨²n Vicente, cambia algo en la vida real por toda la carga de la educaci¨®n, de la historia de lo social. Pero en escena, no deber¨ªa. Cuando una mujer y un hombre son equilibrados, se parecen much¨ªsimo, casi no hay distinci¨®n de g¨¦nero. Las diferencias surgen de los desequilibrios, cuando uno adopta los estereotipos. Por ejemplo, si ella se siente insegura y el niega sus emociones, parecen opuestos cuando originalmente son iguales. Iguales en el sentido que puede haber m¨¢s cosas en com¨²n entre un hombre y una mujer que entre dos personas del mismo sexo.
Hasta f¨ªsicamente, menos por lucir pechos y poder embarazarse, Santi rechaza las supuestas diferencias de g¨¦nero: ¡°A In¨¦s la levantaba con una pierna, con Vicente no puedo porque pesa m¨¢s, es cierto. Pero hay mujeres de 1,80 metros y 80 kilos tambi¨¦n¡±. La clave es la debilidad, que no tiene g¨¦nero, y eso representa toda la sutileza del mensaje de la obra. Los dos hombres saben indignarse por ¡°la tremenda violencia contra la mujer¡±, por ejemplo, en cuanto al proyecto de ley del aborto, pero tambi¨¦n dicen a coro: ¡°Cuidado con el poder de una mujer¡±.
As¨ª, para denunciar a la sociedad patriarcal a la vez que la violencia psicol¨®gica de la mujer contra el hombre, usan a la famosa escena donde Don Juan quiere dar pruebas al padre de Do?a In¨¦s para que no le mate y crea en la sinceridad de su amor. En la obra original, Don Juan, que acaba de secuestrar Do?a In¨¦s, no se preocupa por convencerla, sino que le dice a su padre: ¡°Cuando estime tu juicio que la puedo merecer, yo le dar¨¦ un buen esposo".
En cambio, en la escena, Do?a In¨¦s arranca con una venganza jubilosa ¡ª¡°?Me mereces t¨²? ?Con qu¨¦ derecho me sacaste del convento?¡±¡ª pero pronto cae en un espantoso sadismo. Somete a Don Juan a todas las ¡°pruebas de amor¡± que se le ocurren al p¨²blico en este momento. Una verdadera terapia de grupo, intensiva, ¨ªntima y surrealista, donde uno se siente vivo, y un poco golpeado. Santi y Vicente nos echan en cara nuestras contradicciones empezando con la inocencia de su desnudez y lo salvaje de la intenci¨®n er¨®tica. M¨¢s que todo, al salir de la nave, se siente la alegr¨ªa de haberse comunicado y conectado con una incre¨ªble generosidad, casi desnudo, por un par de horas, de conceptos asumidos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.