Un carnaval sin disfraces

La esencia del carnaval est¨¢ en poder adoptar, por unas horas, una apariencia distinta a la propia. Sin difraces no hay carnaval. Ayer, en el d¨ªa grande de esta fiesta en Barcelona la mayor¨ªa de personas que iban disfrazadas eran ni?os; el resto asist¨ªan como espectadores a los actos organizados por el Ayuntamiento. Este a?o, como no pod¨ªa ser de otra forma, el acto central se celebr¨® en el Born, en la explanada delante del nuevo centro cultural. All¨ª tuvo lugar la Taronjada, una fiesta tradicional de la ciudad en el siglo XIV, que el Consistorio se ha empe?ado en recuperar y celebra desde hace tres a?os. En esta batalla las naranjas han sido sustituidas por globos y confeti, menos agresivos.

Miles de personas llenaron la plaza Comercial donde, tras bailar danzas populares, fueron apareciendo en carruaje los Siete Embajadores de las villas hist¨®ricas de Barcelona, acompa?ados de m¨²sicos, cortesanos y saltimbanquis. En ¨²ltimo lugar, pis¨® la plaza el rey Carnestoltes y dio el pistoletazo de salida a la anhelada batalla campal que llen¨® el cielo de esferas y confeti naranja. Con la nebulosa de color cay¨® la noche y se inici¨® un flashmob en el que la mayor¨ªa se arranc¨® a bailar siguiendo los pasos marcados en una pantalla.