?Duro con ellos!
La juez Alaya tiene un club de fans numeroso que jalea todas sus actuaciones, al que le caracteriza el odio a la pol¨ªtica
Tiene la juez Alaya un club de fans numeroso que jalea todas sus actuaciones. Si leen sus comentarios y sus parabienes lo que les caracteriza es un profundo odio a la pol¨ªtica y, de paso, una nefasta idea de la autonom¨ªa. Por ejemplo se expresan as¨ª sobre el Parlamento de Andaluc¨ªa: ?Duro con ellos! ?Muy bien entrar en la guarida! ?Todos a la c¨¢rcel! ?Tanta autonom¨ªa y tanta tonter¨ªa! ?A por el Parlamento!
Cuando se empezaron a conocer los primeros datos sobre las correr¨ªas de Guerrero, sus juergas, borracheras y toneladas de coca¨ªna, convirtieron estas caracter¨ªsticas en una especie de marca para toda la Administraci¨®n andaluza. Ten¨ªamos los chorizos m¨¢s vulgares de todo el Estado, nada que ver con el seny de los delincuentes p¨²blicos catalanes o con el glamour de los protagonistas de la G¨¹rtel. Pero, cuando el p¨²blico realmente se rindi¨® a los pies de la juez Alaya, y la cubri¨® de alabanzas entusi¨¢sticas, fue cuando elev¨® el tiro y, seg¨²n sus propias palabras decidi¨® ¡°dar un paso cualitativo¡± de la instrucci¨®n y apuntar al m¨¢s alto nivel de la pol¨ªtica andaluza.
El delito, dej¨® en ese momento de ser individual, contable y objetivable, para convertirse en una simple cuesti¨®n de organigrama. El verdadero punto culminante de la juez Alaya no es la imposici¨®n de una fianza millonaria a Magdalena ?lvarez, sino la imputaci¨®n de 24 ex altos cargos de la Junta de Andaluc¨ªa por el simple hecho de haber ejercido como directores generales, secretarios t¨¦cnicos o puestos de responsabilidad en el Gobierno, sin que se detallen las actuaciones delictivas concretas y personalizas. El foco se desplaz¨® de los Guerrero, Lanzas y C¨ªa, a los m¨¢s elevados puestos de la pol¨ªtica. La tesis principal de la juez Alaya es que existi¨® una conspiraci¨®n de alto nivel para facilitar el robo de caudales p¨²blicos. Se supone que existi¨® en Andaluc¨ªa toda una banda organizada de altos cargos que se coordinaban para facilitar los delitos. ?Qu¨¦ ganaban con ello? ?A qui¨¦n encubr¨ªan? ?Qu¨¦ pruebas existen? No se conoce la respuesta a ninguna de estas preguntas.
Todav¨ªa no se ha diagnosticado como patolog¨ªa, pero la misopol¨ªtica es una nueva enfermedad que recorre Espa?a. No se ha determinado el agente causante de la misma ni la forma de sanarla, pero presenta s¨ªntomas muy comunes: un tremendo malestar en la boca del est¨®mago, una irritaci¨®n profunda que no atiende a argumentos, un ansia desmesurada de descargar las tensiones en los representantes p¨²blicos, sin distinciones.
Los pol¨ªticos son culpables per se. Da igual si se han enriquecido o no con la comisi¨®n de los delitos; si su falta fue no vigilar de forma suficientemente eficaz o cobrar por el crimen.
La instrucci¨®n de la juez Alaya es una mina para los estudios sem¨¢nticos de desplazamiento de los contenidos. As¨ª, el procedimiento de las subvenciones, considerado ¡°inadecuado¡± por la C¨¢mara de Cuentas, se convierte en ¡°irregular¡± y, a rengl¨®n seguido, en ¡°ilegal¡±.
Debemos a la juez Alaya el uso del t¨¦rmino ¡°preimputado¡± que no existe pero que es una indeleble letra escarlata. Pero, quiz¨¢ la elaboraci¨®n m¨¢s novedosa sea la de considerar que el Parlamento de Andaluc¨ªa aprueba leyes ¡°ilegales¡±. Que se sepa, las leyes ¡ªen una democracia, claro¡ª no son ilegales m¨¢s que si as¨ª lo declara un tribunal competente o el Tribunal de Justicia Europeo.
Presuponer que las leyes aprobadas por el Parlamento de Andaluc¨ªa son ilegales y que su finalidad era ayudar a una red de delincuentes a robar dinero p¨²blico, convierte a todos los representantes p¨²blicos en c¨®mplices del delito o en descerebrados personajes que no se enteraban del contenido de las leyes.
En esta trama sin fin, la juez ya ha solicitado la transcripci¨®n de los debates del Parlamento de Andaluc¨ªa para determinar en qu¨¦ medida conoc¨ªa o particip¨® en esta macroconspiraci¨®n.
La juez Alaya, en un acto inaudito, desvela que ¡°con probabilidad cierta¡± sus imputados ser¨¢n condenados. El populismo penal triunfa plenamente: todos culpables, todos chorizos, todos ladrones. Pero no es verdad. Hay quien rob¨® dinero p¨²blico y quien no lo hizo. Hay responsabilidades penales y responsabilidades pol¨ªticas y no se puede meter todo en la misma coctelera porque afecta a nuestra democracia, a nuestra autonom¨ªa y, a la larga, al prestigio de la justicia.
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