Ensayo de ruptura
Lo ¨²nico que se ha fortalecido es la idea de que la izquierda no puede entenderse
En la madrugada de ayer se puso fin a la primera gran crisis del Gobierno andaluz. La presidenta de la Junta derog¨® el decreto de adjudicaci¨®n de viviendas y se redujeron a ocho los realojos autorizados de la corrala La Utop¨ªa.
A quien haya elegido este terreno de juego para la confrontaci¨®n del Gobierno andaluz, la derecha deber¨ªa hacerle un monumento. Si algo ha quedado claro con la crisis es la radical injusticia de la pol¨ªtica de vivienda. Los datos son apabullantes: tres millones y medio de casas vac¨ªas y varios millones de personas sin hogar; m¨¢s de 400.000 desahucios desde el inicio de la crisis, la mayor parte promovidos por la banca, mientras recib¨ªan 108.000 millones de euros de dinero p¨²blico para compensar las p¨¦rdidas de su aventura especulativa salvaje. Por otra parte, el realojo de los vecinos de La Utop¨ªa correspond¨ªa al Ayuntamiento de Sevilla, que ha mantenido una actitud hostil a pesar de disponer de 528 viviendas municipales vac¨ªas. Pues nada, Ibercaja (la entidad bancaria que ha instado el desalojo) y el Ayuntamiento de Sevilla han salido de rositas en este conflicto, mientras contemplaban con fruici¨®n el radical enfrentamiento entre los miembros del Gobierno andaluz.
Hemos asistido a un trist¨ªsimo debate entre los que tienen poco y los que no tienen nada. El que est¨¢ pagando con mucho esfuerzo y sacrificio su hipoteca o alquiler, se siente ofendido porque se repartan llaves a los vecinos de La Corrala; el que est¨¢ en la lista de espera-desespera, se lamenta de que hayan sido postergados y la derecha aprovecha para convertir la lucha por una vivienda digna en una causa indigna, ego¨ªsta e ilegal.
Si el PSOE cree que ha ganado prestigio y autoridad e IU apoyo social, est¨¢n muy equivocados
En este terreno de juego los ¨²nicos ganadores del debate son quienes est¨¢n en contra de las pol¨ªticas p¨²blicas de vivienda; los que abominan de los movimientos sociales que defienden el derecho a vivir bajo un techo; los que consideran, en definitiva, que cada uno en la vida tiene lo que merece.
Es imperdonable que en un tema tan importante como este, los dos socios de Gobierno no se hayan comunicado, acordado, establecido unas pautas comunes de actuaci¨®n pero, sobre todo, es absolutamente inexplicable que el realojo de ocho familias, haya puesto en cuesti¨®n un Gobierno de la izquierda cuya finalidad principal era mostrar la posibilidad de otra pol¨ªtica frente a la ofensiva neoliberal. Tambi¨¦n es incomprensible que durante dos a?os no se haya solucionado la situaci¨®n de los vecinos de la corrala La Utop¨ªa que, mucho antes de ser arrojados a la calle, viv¨ªan una situaci¨®n de emergencia social en unas viviendas sin luz y sin agua.
Por ahora la crisis de Gobierno se ha resuelto y ambas fuerzas hacen recuento de p¨¦rdidas y ganancias. Aunque las declaraciones p¨²blicas han sido muy sosegadas, ha habido un tremendo mar de fondo en el que se han vuelto a agitar los fantasmas de ¨¦pocas pasadas. Ninguno de los dos socios reconoce haber cometido ning¨²n error lo que hace menos veros¨ªmil la estabilidad de la paz reci¨¦n alcanzada.
Si el PSOE cree que ha ganado prestigio y autoridad e IU apoyo social, est¨¢n muy equivocados. Lo ¨²nico que se ha fortalecido es la idea de que la izquierda, o ll¨¢mese como se quiera, no puede entenderse; que el experimento andaluz tiene los d¨ªas contados y que no ser¨¢ punto de referencia para conformar mayor¨ªas amplias en el Estado. As¨ª las cosas, los ¨²nicos que pueden frotarse las manos (am¨¦n de una derecha que no sab¨ªa c¨®mo aplaudir con m¨¢s estruendo) son los sectores de IU opuestos a cualquier acuerdo con el PSOE desde el inicio y la vieja guardia del PSOE empe?ada en defender una gran coalici¨®n con el PP. Ahora son Susana D¨ªaz y Antonio Maillo ¡ªque apenas si se hablan o entienden¡ª, quienes deben escribir el final de esta historia y decidir si revitalizan el pacto de Gobierno o van a acumular argumentos para certificar el fracaso de la experiencia andaluza.
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