Querido Gabo
M¨¢s que un escritor eras una voz b¨ªblica que relat¨® su tiempo y nos dej¨® un mapa de se?ales.
En alg¨²n momento se acabar¨ªa ¡°la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte¡± que has llevado hasta el extremo. El mes de abril de este a?o 14, se da por concluido el c¨ªrculo de un tiempo que parec¨ªa no pasar, sino dar vueltas en redondo. Justo cuando todo ese continente al que perteneces cambia tambi¨¦n su ciclo y los coroneles se extinguen como dinosaurios incapaces de seguir royendo vidas ajenas.
M¨¢s que un escritor eras una voz b¨ªblica que relat¨® su tiempo y nos dej¨® un impagable mapa de se?ales. Te imagino al poner punto final a Cien a?os de soledad como un dios que termina una complicada creaci¨®n. Satisfecho por tu esfuerzo, pero triste por el final. ?Comprender¨ªan los humanos que solo se trataba de una advertencia para no repetir el terrible c¨ªrculo de la estirpe de los Buend¨ªa y fundar, en tiempos futuros, un nuevo Macondo libre de la enfermedad de la soledad?
No hac¨ªa falta una l¨ªnea m¨¢s, una obra m¨¢s, en esa escritura redonda, circular. Todo lo dem¨¢s ya estaba en las p¨¢ginas de tu relato b¨ªblico. Quiz¨¢ algo de amor, quiz¨¢ una mayor explicaci¨®n de la g¨¦nesis de este sentimiento, perdido en la juventud, a?orado en la madurez, recuperado en esa segunda inocencia que es la vejez.
Te guardaste la llave del manejo del tiempo. La llave dorada que da cuerda adelante y atr¨¢s a las historias y que traza intrincados mapas cronol¨®gicos. Como si el tiempo fuese un espacio, un lugar visitable del que se pueden dibujar mapas, relaciones, porque no hay presente ni pasado sino escenarios que se conectan en esa casa grande en la que habitamos y que, en algunos sue?os, vislumbramos que posee habitaciones desconocidas.
Te llevaste el secreto del nuevo f¨¢tum, de un destino humano no escrito por los dioses, sino por la terca voluntad de los humanos. Tus personajes deambulan por los textos esperando que algo los detenga, sabiendo que nadie lo har¨¢, celebrando el magn¨ªfico d¨ªa que amanece y del que ser¨¢n completamente ajenos en un breve lapso de tiempo. Entre la vida y la muerte hay solo el grosor de un cabello y todas tus ciudades desembocan abruptamente en la pared de un cementerio.
Nos ense?aste las interioridades de los dictadores, sus cr¨ªmenes privados, m¨¢s reveladores que sus ignominias p¨²blicas. La ruina moral que carcom¨ªa (ojal¨¢ el tiempo pasado est¨¦ definitivamente escrito) todo el continente. Nos mostraste cambios incre¨ªbles que se produc¨ªan en 24 horas, la maldita alianza entre la guerra y la industrializaci¨®n descarnada de la United Fruit Company. Enviaste tu c¨®lera divina contra estas ciudades y las arrasaste con diluvios interminables, con vientos que empezaban como brisas y acababan como vendavales capaces de arrancar de cuajo las ciudades de los viejos vicios del silencio y la soledad.
Dibujaste este paisaje de desolaci¨®n para romper la maldici¨®n, para advertir a los humanos de que est¨¢ en nosotros la posibilidad de fundar nuevas ciudades que no desemboquen en cementerios; pueblos que no vuelvan a asistir impasibles a la muerte de sus vecinos; amores que no naufraguen por la resignaci¨®n. A fin de cuentas, si es posible dibujar mapas del tiempo y sentir el paso del espacio, el destino no pertenecer¨¢ m¨¢s a los guerreros ni a los dioses. La prueba es que su periodista favorito, se ha ido a descansar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.