Saraiva de Carvalho contra el miedo
El h¨¦roe de la Revoluci¨®n de los Claveles pide recuperar el esp¨ªritu del 74
Va camino de los 78 a?os y est¨¢ medio sordo -¡°he dejado de ir al teatro, no me entero de lo que dicen¡±, explica a la audiencia, pero Otelo Saraiva de Carvalho, protagonista central de la Revoluci¨®n de los Claveles, de la que el viernes se cumplen 40 a?os, conserva un chorro de voz con el que recuerda ante el aforo completo del Teatro Principal de Pontevedra la preparaci¨®n y ejecuci¨®n milim¨¦trica de aquella operaci¨®n ¡®viragem hist¨®rica¡¯ que en 17 horas puso fin a una dictadura fascista de cuatro d¨¦cadas. ¡°Un acontecimiento notable, un d¨ªa memorable de reconquista del concepto de ciudadan¨ªa¡±, que los portugueses deben recordar para derrotar al ¡°miedo¡± paralizante y evitar que les desmonten el pa¨ªs.
Invitado por la Semana de Filosof¨ªa, quien fuera jefe operativo de los revolucionarios el 25 de abril de 1974 dice que hablar¨¢ despacio para que le entiendan pero enlaza a toda velocidad an¨¦cdotas y recrea di¨¢logos de aquella jornada y su v¨ªspera, como las exhortaciones a los mandos m¨¢s dispuestos a echar mano de la carabina. ¡°Aqu¨ª nadie mata a nadie¡±, cuenta que clamaba por radio, el medio que sirvi¨® tambi¨¦n para controlar las comunicaciones de los sorprendidos dirigentes del r¨¦gimen. ¡°Era una cuesti¨®n psicol¨®gica, no ¨ªbamos a destruir el patrimonio¡±, dice sobre la parada de los tanques ante la sede de la Guardia Nacional Republicana en Lisboa, el cuartel do Carmo donde se hab¨ªa refugiado el primer ministro, Marcelo Caetano, y la amenaza de volar el edificio si no dimit¨ªa.
En la hora y media larga de discurso, repasa los condicionantes hist¨®ricos de aquella rebeli¨®n: la debacle colonial, el reclutamiento de universitarios para formar cuadros militares medios para paliar la sangr¨ªa en las academias, la inopia de los jefes de gobierno ante lo que se avecinaba¡ Tambi¨¦n intercala sucesos m¨¢s personales, como el encuentro que mantuvo con su esposa minutos antes de salir de casa a hacer la revoluci¨®n: el matrimonio ten¨ªa entradas para ir a ver La Traviata, pero con los preparativos del plan Otelo se hab¨ªa olvidado y no era cuesti¨®n de posponer la operaci¨®n, ante lo que ella, ¡°con sentido economicista¡±, le pregunt¨® si pod¨ªa pasarse por la taquilla para que le devolviesen el precio de los billetes. Una flema que escond¨ªa el temor. Tras la despedida, el militar repar¨® en que se hab¨ªa olvidado la pistola y volvi¨® a la casa, para encontrarse a su esposa llorando desconsolada, las rodillas recogidas bajo los brazos.
Saraiva mantiene que la operaci¨®n era exclusivamente militar y que nunca tuvo ansias de poder, recuerda que rechaz¨® varios ascensos con sus correspondientes pensiones y detiene el relato en el triunfo del 25, sin detenerse demasiado en la contrarrevoluci¨®n. ¡°Me r¨ªo de quienes dicen que fue la ambici¨®n lo que lo estrope¨®¡±, dice. Referentes izquierdista, estuvo preso unos meses en el 76 y despu¨¦s cinco a?os entre el 84 y el 89 en prisi¨®n preventiva como supuesto ide¨®logo de una organizaci¨®n armada clandestina. Le amnistiaron a?os despu¨¦s de unos cargos que ¨¦l siempre neg¨® y achacaba a una persecuci¨®n de elementos del Partido Comunista. Ya no volvi¨® a presentarse a unas elecciones, a las que hab¨ªa concurrido en dos ocasiones. S¨ªmbolo recuperado de la lucha contra la tiran¨ªa, Saraiva de Carvalho y otros veteranos del 74 buscan que la efem¨¦ride sirva de acicate para que Portugal plante cara a la troika.
¡°Se est¨¢ destruyendo la cohesi¨®n familiar. Enfrentan a los viejos con los j¨®venes, a los que trabajan con los parados, al norte con el sur¡±, protesta sobre un rumbo pol¨ªtico y econ¨®mico en cuyo horizonte surge la amenaza de una ¡°dictadura paternalista¡± que se haga con el control. La desobediencia incluye la negativa a participar en los actos conmemorativos en el Parlamento portugu¨¦s mientras no se deje hablar a los capitanes del 25 de abril.
Aborrece a los partidos, ¡°un club que solo defiende sus intereses y que deja al bienestar general en segundo lugar¡± y reclama, en definitiva, ¡°vencer el miedo¡±, por mucho que el pueblo portugu¨¦s sea ¡°sumiso¡± y esclavo del ¡°respetinho¡¯, capaz solo de ingenio e iniciativa ¡°cuando est¨¢ protegido¡±. El pesimismo, en cualquier caso, no es total. ¡°El pa¨ªs de ahora no tiene nada que ver con aquel. Tenemos sentido de la libertad, de la dignidad¡ Ojal¨¢ podamos reconstruir la alianza para cambiar este panorama¡±.
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