Revitalizados sin letra

Resulta sintom¨¢tico que un grupo tan apreciable como Elefantes sustancie su regreso, tras ocho a?os de par¨¦ntesis, con un tema como Lo m¨¢s alto. De bella intensidad creciente en lo musical, la letra incurre, en cambio, en pedestres cambios de acentuaci¨®n m¨¢s propios de un imp¨²ber que de un tipo sensible, diferente y experimentado como Shuarma. La sensaci¨®n se repetir¨¢ varias veces durante la segunda noche consecutiva del cuarteto en Joy Eslava, con el aforo cubierto y el entusiasmo indisimulado. No se corresponde el renovado vigor de la banda, la plena vigencia de un sonido singular y orgullosamente renacido, con la anodina retah¨ªla verbal en Equilibrios o la simplona reivindicaci¨®n (10.000 formas) de la, digamos, autonom¨ªa personal en la toma de decisiones.

Esa molicie l¨ªrica desmerece un regreso convincente en todo lo dem¨¢s, nueva formulaci¨®n de una bisectriz perfecta entre M¨®dulos y Triana con una pizca de Los Brincos. Shuarma sublima su manierismo esc¨¦nico, esa capacidad casi raphaelesca de gesticular y retorcerse con cada verso sin perder un ¨¢pice de intensidad en la voz. Elefantes suenan a Elefantes, saludablemente desclasificados: ni rockeros ni indies, ora amanerados y ora ¨¦picos, barceloneses con deje sure?o que siguen cumpliendo sin complejos su sant¨ªsima voluntad. No me busques sobresale entre el material de estreno con su bater¨ªa seca y mala baba rockera, acentuada con una mal¨¦vola dedicatoria al ministro Wert. Pero nada iguala a¨²n el aire solemne y afectado de Azul, tema bandera acogido con un memorable abrazo colectivo.