Los Tercios regresan de nuevo
Una exposici¨®n recrea el ¡°Camino espa?ol¡±, ruta militar al Flandes del XVII
Si quien dispone de algo m¨¢s de una hora de su tiempo propio desea descubrir un episodio, casi desconocido por el gran p¨²blico mas lleno de resonancias sobre la Historia de Europa y de Espa?a, puede acudir, hasta el s¨¢bado, a una exposici¨®n singular: la misma que, bajo el t¨ªtulo El camino espa?ol, se exhibe en la Escuela Superior de Guerra de la calle de Santa Cruz de Marcenado, 25. El acceso es libre. La muestra versa sobre el corredor terrestre de 1.100 kil¨®metros que durante una centuria conect¨® Espa?a, a trav¨¦s de Italia, Suiza, Alemania y Francia, con el entonces coraz¨®n de Europa, los Pa¨ªses Bajos, entre los siglos XVI y XVII, que contemplaron la hegemon¨ªa hispana sobre el mundo entonces conocido.
La v¨ªa terrestre, abierta a partir de 1567, estaba log¨ªsticamente organizada para satisfacer prop¨®sitos de control militar ¡ªpol¨ªtico pues¡ª de las posesiones imperiales en el Viejo Continente, se?aladamente las de Flandes o Pa¨ªses Bajos. Tales dominios hab¨ªan sido heredados por Espa?a de la dinast¨ªa Habsburgo, tras entroncar con el linaje a la saz¨®n reinante en la pen¨ªnsula ib¨¦rica. Las principales frecuentadoras de tan larga ruta fueron unidades militares, ¨²nicas en su tiempo: los Tercios, cuya destreza en los campos de batalla, una combinaci¨®n de buena direcci¨®n, arrojo y t¨¦cnica militar depurada, asegur¨® a Espa?a aquel dominio continental. Son pues los Tercios los otros protagonistas de esta exposici¨®n, impulsada por la Asociaci¨®n Ret¨®genes y la de Amigos del Camino Espa?ol, con el apoyo del Ej¨¦rcito de Tierra del Ministerio de Defensa.
La ruta cruzaba Italia, Suiza, Alemania y Francia hasta Bruselas
Las temibles tempestades del Canal de la Mancha, m¨¢s la belicosidad de brit¨¢nicos, franceses y flamencos del norte ¡ªsiete de cuyas 17 provincias se emanciparon por las armas del dominio espa?ol¡ª aconsejaron a Felipe II a abrir una ruta terrestre desde enclaves siempre afectos como el puerto de G¨¦nova y otros del Ducado de Mil¨¢n, trinchera europea y frontera con la disputada hegemon¨ªa turca en el Mediterr¨¢neo. De los puertos italianos arrancaba el Camino espa?ol, tras recibir los hombres, sus pertrechos e impedimenta, desde Cartagena, Rosas, Barcelona, Denia y Alicante.
Precisamente, en el puerto alicantino embarcar¨ªa Miguel de Cervantes para combatir en los Tercios, al oropel de cuyas glorias castrenses acudieron dos colegas suyos de pluma, tambi¨¦n egregios literatos: F¨¦lix Lope de Vega y Pedro Calder¨®n de la Barca, que llevaron a sus versos su afecci¨®n por aquellas unidades de arcabuceros, piqueros, alf¨¦reces y mosqueteros tan temidos por su bravura como respetados por su serenidad en el combate. As¨ª, el cl¨¦rigo y dramaturgo madrile?o escribir¨ªa: ¡°Porque aqu¨ª / a lo que sospecho / no adorna el vestido el pecho /, que el pecho adorna el vestido¡±.
Unidades militares de intervenci¨®n aseguraron la hegemon¨ªa hispana
Los tercios fueron inmortalizados por Vel¨¢zquez en su sorprendente La rendici¨®n de Breda. Tales encomios de Calder¨®n iban referidos a los combatientes, no solo espa?oles, sino adem¨¢s, italianos, valones, alemanes, suizos, irlandeses, incluso franceses y brit¨¢nicos, alistados en los tercios permanentes o ¡°de ocasi¨®n¡±, movilizados por Espa?a en Europa, con destino t¨¦rmino en Bruselas, viaje en el que el comandado por el tercer Duque de Alba, al frente de 10.000 hombres y m¨¢s de un millar de caballos, emplear¨ªa 56 d¨ªas, entre junio y agosto de 1567, a una media de 20 kil¨®metros diarios. Se dio el caso de un Tercio que emple¨® tan solo 32 jornadas, en pleno invierno: es preciso recordar que los tercios llegados de Espa?a deb¨ªan atravesar los pasos del Simpl¨®n, de San Gotardo, en el coraz¨®n de los Alpes suizos, o bien posteriormente el Spluga, en el Alto Tirol, batidos por temporales que dejaban nieves perpetuas.
En 1620 se aprovech¨® una revuelta anti-protestante de los lugare?os de la agreste zona de la Valtellina para llevar por all¨ª el Camino espa?ol, muy asediado en las rutas primigenias, dirigidas hacia el Franco Condado, Lorena, Luxemburgo y Namur. La pompa que en su marcha los Tercios desplegaban llamaba la atenci¨®n a quienes les ve¨ªan surcar, tan vigorosamente, los caminos de Europa: sus atuendos vistosos; sus chambergos emplumados, cuando no sus destellantes capacetes; pecheras curvas de metal sobre ropajes de rasos de colores vivos. En sus morrales portaban los llamados doce ap¨®stoles, los frasquitos donde los arcabuceros trasladaban la p¨®lvora. Acollonaban las enormes picas secas, de hasta 5 metros de longitud, cuyo desenvuelto manejo las convert¨ªa en art¨ªfices de mil victorias de la infanter¨ªa espa?ola sobre cualquier arma enemiga. Todo aquel boato ¡ªque la exposici¨®n madrile?a muestra¡ª se ve¨ªa restallar entre el brillo toledano de sus armas, quiz¨¢ la m¨¢s temida, la peque?a daga llamada ¡°de misericordia¡±, para rematar al adversario.
Completan la exposici¨®n atuendos, espader¨ªa, mapas o filmaciones como la del propio Camino recorrido a vista de p¨¢jaro desde Google Earth, que permiten al visitante hacerse una idea de aquella log¨ªstica aplicada a territorios europeos dispares. All¨ª se desplazaba previamente un comisario para acopiar v¨ªveres, bastimentos y alojamientos para la inminente partida militar, sembrando de vales los gremios de los que se aprovisionaban los ej¨¦rcitos en ruta.
Tambi¨¦n hay una enorme maqueta de la batalla de Nordlingen, flor¨®n de las victorias de los tercios espa?oles, que har¨¢ las delicias de los coleccionistas, as¨ª como valiosos libros, desde una edici¨®n de 1535 de De Re Militari, de Flavio Vegecio, al Perfecto artillero, de 1648, adem¨¢s de mapas, dibujos y cuadros de Augusto Ferrer-Dalmau en clave neo-historicista, que ha recreado pol¨ªcromamente aquel mundo, heroico, temible e ido.
Camino espa?ol. Una cremallera en la piel de Europa. De lunes a viernes, 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00. S¨¢bado, de 11.00 a 14.00. Escuela Superior de Guerra. Santa Cruz de Marcenado, 25. Entrada libre.
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