La gran esperanza blanca
Tras intentar debilitar la figura de Mas, queda ahora la posibilidad de romper, con ayuda de Duran, el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil del soberanismo
Duran Lleida estar¨ªa meditando la renuncia a algunos de sus cargos en la federaci¨®n de Converg¨¨ncia i Uni¨®. Lo dicen los peri¨®dicos. Lo confirman, aunque ambiguamente, algunas fuentes de su partido y, en cierto modo, lo ratifica el malestar que expresan algunos dirigentes de CiU. Duran no se ha pronunciando, ayer publicaba un art¨ªculo para explicar la abstenci¨®n de CiU en la votaci¨®n de la abdicaci¨®n del Rey, amable con el Monarca saliente y con el entrante y duro con Mariano Rajoy.
Las amenazas de dimisi¨®n de Duran Lleida tienen que tomarse siempre con precauci¨®n. La historia de CiU est¨¢ jalonada de ellas: Duran poniendo presi¨®n con la insinuaci¨®n de que se va porque tiene una gran oferta de la empresa privada, porque est¨¢ harto del papel ancilar de Uni¨® o porque ya es hora de que su partido tome un camino propio. A la hora de la verdad siempre ha quedado en nada. Alguna duda tendr¨¢ Duran sobre la potencia de Uni¨® cuando nunca se ha decidido a correr el riesgo de contarse electoralmente por separado.
El proceso soberanista ha aumentado la tensi¨®n entre Duran y Convergencia, y digo Duran porque Uni¨® en este tema est¨¢ lejos de la unanimidad en torno a su presidente, de modo que la ruptura de la coalici¨®n podr¨ªa agrietar gravemente al partido. En cualquier caso, si Duran ha dejado que se soltara el rumor de su renuncia a determinados cargos por algo ser¨¢.
Hasta el d¨ªa de hoy, Duran Lleida ha fracasado estrepitosamente en el empe?o de abrir una l¨ªnea s¨®lida de negociaci¨®n entre el presidente Rajoy y el presidente Mas para avanzar hacia una soluci¨®n del conflicto catal¨¢n. No ha encontrado en el PP la m¨¢s m¨ªnima disposici¨®n a allanar el terreno, parapetado en la Constituci¨®n y empe?ado en querer convertir un problema pol¨ªtico real y de fondo en una cuesti¨®n estrictamente legal.
Hasta el d¨ªa de hoy, Duran ha fracasado estrepitosamente en el empe?o de abrir una l¨ªnea s¨®lida de negociaci¨®n entre el Rajoy y? Mas
Mayor comprensi¨®n encontr¨® en Rubalcaba, que por lo menos se prestaba a fotografiarse con Duran para compartir la imagen de esforzados valedores de la voluntad de pacto. Si bien Rubalcaba nunca se desmarc¨® de las l¨ªneas rojas definidas por Rajoy y se ha ido sin haber conseguido que el presidente moviera ficha. El amago de renuncia de Duran podr¨ªa ser un aviso a Rajoy, que se puede quedar sin interlocutores dispuestos, y una advertencia a Mas, al que, si no le facilita la tarea, le puede robar algunos esca?os decisivos.
Pero hay otros dos factores estructurales a tener en cuenta. D¨ªas atr¨¢s tres influyentes dirigentes del PP desgranaron en Barcelona, ante la sorpresa de sus interlocutores, la idea de que Rajoy no dar¨ªa ning¨²n paso en relaci¨®n con Catalu?a, porque este es un tema que tienen que resolver los catalanes entre ellos. Una estrategia detr¨¢s de la cual resuena inevitablemente la vieja afirmaci¨®n del expresidente Aznar, que aventur¨® que en este proceso Catalu?a no se separar¨ªa de Espa?a pero saldr¨ªa profundamente dividida.
Y as¨ª llegamos al tercer factor. Desde que este conflicto subi¨® de escala, una de las cosas m¨¢s sorprendentes ha sido la actitud defensiva de PP y PSOE. Desde el primer momento (y el pleno del Parlamento espa?ol del 8 de abril fue la culminaci¨®n de esta posici¨®n) han actuado como si fueran incapaces de dar y ganar una batalla pol¨ªtica en Catalu?a. Por eso, no han hecho ninguna propuesta alternativa digna de este nombre, por eso se han parapetado detr¨¢s de la legalidad vigente.
Desde esta posici¨®n de impotencia, la ¨²nica estrategia posible es debilitar el frente soberanista. Cuando, varios meses despu¨¦s del 11 de septiembre de 2012 empezaron a asumir que el movimiento independentista era consistente, que no se hundir¨ªa por s¨ª solo, que CiU ya no era la del pujolismo y que, por tanto, no era probable que se asustara y buscara alguna propina para dar marcha atr¨¢s, que las contradicciones con Esquerra no romp¨ªan la alianza parlamentaria y que Artur Mas parec¨ªa decidido a llevar su apuesta hasta el final, pese a la p¨¦rdida de votos, toda la estrategia se centr¨® en el presidente catal¨¢n, pensando que si ¨¦l ca¨ªa todo el proceso se desmoronaba. Mas ha resistido incluso el sorpasso d'Esquerra, con lo cual la estrategia decae.
Se abre ahora otra posibilidad. Si Convergencia i Uni¨® es el eslab¨®n d¨¦bil de la cadena soberanista, romper la coalici¨®n da?ar¨ªa seriamente al proceso. Restar¨ªa algunos esca?os a Convergencia en unas eventuales auton¨®micas de car¨¢cter plebiscitario y demostrar¨ªa una cierta dificultad para incorporar determinados sectores ¡ªen este caso de la burgues¨ªa conservadora y empresarial¡ª al proceso.
En este contexto, cualquier movimiento de Duran Lleida adquiere los aires de acontecimiento. Duran es la gran esperanza blanca tanto del Gobierno espa?ol como de sectores del establecimiento catal¨¢n que temen la ruptura del status quo. ?Est¨¢ Duran Lleida dispuesto a jugar este papel? El problema es que las grandes esperanzas blancas casi siempre acaban perdiendo.
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