Profesores asociados¡ y precarios
Es rastrero contratar a un profesional de prestigio para que imparta una materia obligatoria por 180 euros brutos al mes
Las universidades ya est¨¢n planificando el pr¨®ximo curso acad¨¦mico y, un a?o m¨¢s, gran parte de la docencia universitaria la asumir¨¢n los profesores asociados, una categor¨ªa de profesorado precaria, mal pagada, desatendida y, en demasiados casos, usada fraudulentamente.
Seg¨²n la legislaci¨®n vigente, los profesores asociados son especialistas de reconocida competencia que acreditan una actividad profesional fuera de la universidad y que son contratados temporalmente y con dedicaci¨®n a tiempo parcial para desarrollar tareas docentes relacionadas con sus conocimientos y experiencia profesionales. La realidad, sin embargo, es muy distinta, radicalmente opuesta a la voluntad del legislador y, sobre todo, a un modelo universitario que apueste por el prestigio de su profesorado y de la actividad docente.
Los profesores asociados, que deber¨ªan complementar pero no sustituir al profesorado universitario con dedicaci¨®n exclusiva y al profesorado en formaci¨®n, son la categor¨ªa predominante en el sistema universitario catal¨¢n. Seg¨²n datos de enero de 2014, el 43% de los profesores de las universidades catalanas son asociados (6.655 de un total de 15.376), mientras que el porcentaje de asociados en toda Espa?a no llega al 30% (siendo Catalu?a y Baleares las comunidades aut¨®nomas que, con un porcentaje similar, poseen m¨¢s asociados; en Madrid representan un 27% y en el Pa¨ªs Vasco un 15%).
Si analizamos los datos de la principal universidad de Catalu?a, la Universidad de Barcelona, observamos que en los ¨²ltimos cuatro a?os el n¨²mero de profesores asociados ha pasado de 1.234 a 1.669 (a los que hay que sumar otros 484 asociados m¨¦dicos), representando un 40% del cuerpo docente. La falaz equivalencia entre el aumento de figuras laborales temporales de profesorado y una mayor ¡°excelencia¡± universitaria, que siguen defendiendo algunos ministros y consejeros, es un disparate que las universidades pagar¨¢n muy caro.
Hay muchos profesores en formaci¨®n, es decir, sin una actividad profesional reconocida, que, ante la inexistencia de una pol¨ªtica efectiva para iniciar la carrera acad¨¦mica, se acogen a un contrato de asociado como ¨²nica opci¨®n. Son los llamados falsos asociados: un fraude de ley permitido y fomentado por las universidades. Por otro lado, tambi¨¦n hay asociados que trabajan fuera de la universidad pero que o bien no son especialistas de reconocida competencia o bien no desarrollan una actividad laboral relacionada con sus asignaturas.
Las constantes reivindicaciones de los asociados para mejorar? condiciones laborales decimon¨®nicas, no parecen inquietar a los responsables de las pol¨ªticas universitarias
Otro aspecto grave son las retribuciones mis¨¦rrimas que cobran los asociados desde hace muchos a?os. Impartir una asignatura no solo significa cumplir con el horario de clase, sino que hay que preparar a conciencia clases te¨®ricas y pr¨¢cticas, organizar y corregir numerosos trabajos y pruebas, hacer tutor¨ªas, atender el campus virtual, asistir a reuniones, as¨ª como un sinf¨ªn de actividades parapedag¨®gicas que requiere la ¡°doctrina bolo?esa¡±.
Es muy rastrero contratar a un profesional competente y de prestigio para que realice todas estas actividades impartiendo, por ejemplo, una asignatura obligatoria o dos optativas por solo 180 euros brutos al mes, como pasa en la UB. El precio por hora que paga esta universidad para retribuir toda la dedicaci¨®n que se exige a los profesores asociados oscila entre 13,6 y 15,5 euros brutos. Con sueldos inferiores a 500 euros al mes hay muchos asociados que realizan el 75% de la docencia de los profesores con dedicaci¨®n exclusiva. Envileciendo profesores y rebajando salarios estamos degradando la principal actividad de la Universidad y su raz¨®n de ser: la docencia.
Las constantes reivindicaciones de los asociados para mejorar, en pleno siglo XXI, unas condiciones laborales decimon¨®nicas, no parecen inquietar a los responsables de las pol¨ªticas universitarias de personal. Ni las Administraciones, ni los rectores, ni los comit¨¦s de empresa tienen la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de atender las demandas, justas, de un colectivo que, para mayor desgracia, tampoco cuenta con el apoyo necesario del resto del profesorado. A finales del pasado a?o una representaci¨®n de los profesores asociados acudi¨®, como ¨²ltimo recurso, al S¨ªndic de Greuges para que examinara su situaci¨®n de extrema precariedad.
La base de cualquier sistema universitario es la calidad de su profesorado, y cuando las autoridades pol¨ªticas universitarias est¨¢n m¨¢s preocupadas por las estructuras o por los procesos burocr¨¢ticos que por las pol¨ªticas de formaci¨®n y desarrollo profesional de su profesorado, demuestran una gran irresponsabilidad e incompetencia. Fracasar en el modelo de acceso a la carrera acad¨¦mica y en los programas de estabilizaci¨®n del profesorado mejor preparado, y tratar de compensarlo abusando del profesorado asociado, significa condenar a la universidad a ejercer un papel residual en un contexto que demanda fortalecer la ense?anza superior como generadora de un conocimiento decisivo para el desarrollo econ¨®mico y social.
Jordi Matas Dalmases es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB
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