Las redes sociales y los derechos
La autora sostiene que no es momento de limitar el ejercicio de derechos fundamentales, ni de establecer nuevas y m¨¢s restrictivas normas para la utilizaci¨®n de internet
"Las redes sociales son las plazas p¨²blicas del siglo XXI". Jos¨¦ Saramago. Poco pod¨ªa imaginar el legislador constituyente que treinta y seis a?os despu¨¦s, la proclamaci¨®n del art. 18.4 por la cual ¡°la ley limitar¨¢ el uso de la inform¨¢tica para garantizar el honor, y la intimidad personal y familiar¡¡± seguir¨ªa de plena actualidad. Y lo cierto es que en la actual sociedad de la informaci¨®n, son pocos los ciudadanos que todav¨ªa no han cedido a la tentaci¨®n, y se resisten a sumarse a las "comunidades virtuales"; no en vano se dice que en el mundo presente valemos tanto por lo que somos como por los contactos y la gente que nos sigue y a la que conocemos en la red. Nadie cuestiona que internet ha revolucionado nuestro mundo profesional, y tambi¨¦n el m¨¢s cotidiano y personal.
Las redes sociales centran su ¨¦xito en la consideraci¨®n social del ser humano, en su necesidad de relaci¨®n y en el intento de las personas por gestionar y controlar la impresi¨®n que causamos en los dem¨¢s. Aspiramos a construir nuestra identidad digital, que compartimos voluntariamente con los dem¨¢s, haci¨¦ndoles part¨ªcipes tambi¨¦n de nuestras experiencias, sentimientos, logros o decepciones. Nunca antes el ser humano hab¨ªa renunciado a tantas parcelas de su vida privada e ¨ªntima. Nunca antes las relaciones sociales y profesionales fueron tan visibles e interactivas. Ante esta realidad, con frecuencia nos asaltan informaciones sobre utilizaci¨®n abusiva e il¨ªcita de las redes sociales, donde el ciudadano, en un desmedido af¨¢n por mantener su presencia en la red, e ignorando los m¨¢s elementales derechos de la persona, amenaza, injuria o calumnia a terceros amparado en una supuesta impunidad, y vali¨¦ndose del anonimato que los medios digitales le facilitan.
Recupera entonces actualidad un debate jur¨ªdico que desde hace tiempo enfrenta a los expertos a prop¨®sito de la acuciante necesidad de "regular" internet y las redes sociales. No es momento de limitar el ejercicio de derechos fundamentales, ni de establecer nuevas y m¨¢s restrictivas normas para la utilizaci¨®n de internet; bien al contrario, son los ciudadanos quienes no pueden olvidar que nada hay m¨¢s real y permanente que internet, que su pretendida virtualidad es s¨®lo aparente, y que nuestra actividad en la red nos delata y tiene consecuencias y efectos jur¨ªdicos en el mundo real que debemos valorar y medir en nuestro comportamiento on line.
No es momento de limitar el ejercicio de derechos fundamentales"
La irrupci¨®n de la web 2.0 estableci¨® nuevos h¨¢bitos de conducta entre los ciudadanos, y forz¨® la necesidad de reinterpretar los derechos de las personas desde unos nuevos par¨¢metros que las tecnolog¨ªas perfilan. Los innegables beneficios y avances que se predican de esta nueva forma de relaci¨®n humana no pueden ocultar las evidentes incertidumbres y conflictos jur¨ªdicos que las redes sociales encierran. Nuestros datos personales, nuestra intimidad, imagen u honor y la de terceros pueden resentirse como consecuencia de una irresponsable o imprudente actuaci¨®n en estos entornos virtuales. En definitiva, las redes sociales han abierto una forma impensable de hacer pol¨ªtica, han establecido un espacio de libertad de expresi¨®n e informaci¨®n inimaginable hasta entonces, y han favorecido las relaciones personales y profesionales en un momento tan cr¨ªtico como el que vivimos.
En fin, en tanto tribunales y legislador se esfuerzan por seguir el ritmo de la tecnolog¨ªa, se espera que como usuarios de redes sociales desarrollemos un comportamiento responsable que no exponga gratuitamente nuestros derechos ni los de terceros y que asegure una respuesta eficaz y comprometida ante posibles conflictos o vulneraciones de derechos en la red. Ana Herr¨¢n Ortiz Profesora Titular de Derecho civil de la Universidad de Deusto
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