Canet Rock: la juventud al poder
Veinticinco mil personas reivindican su generaci¨®n en una campa con colas para todo y en la que no hab¨ªa cobertura
![Llu¨ªs Gavald¨¤ con Jo vull ser rei provoc¨® el instante pol¨ªtico festivo de la jornada](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RPEUBJPVVAEOKXQ2UNPBI3N2OQ.jpg?auth=7632298c9f48039d8215166b5a49d0ee9307d79bd9a4ddcae65f36f42bc09f05&width=414)
Se dir¨¢ lo de siempre: que son maleducados, ego¨ªstas y poco dados al esfuerzo. Se les criticar¨¢ por hedonistas y por solo preocuparse por el f¨²tbol, ellos, y por estar guapas, ellas. Pero en tardes como la de ayer lo ¨²nico que destacaba de la juventud que se cit¨® en la campa del Canet Rock en Canet de Mar (Maresme) es que es educada, divertida y que aguanta estoicamente cualquier situaci¨®n, incluida la pobre e insuficiente producci¨®n que oblig¨® a la asistencia, unas 25.000 personas a lo largo de la jornada, a hacer colas para casi todo y a escuchar en unas condiciones m¨¢s bien mediocres los conciertos que ocuparon el primer tramo de la jornada.
Y s¨ª, el Canet Rock fue un ¨¦xito, entre otras cosas porque los j¨®venes fueron generosos y gritaron festivamente que ellos se sent¨ªan protagonistas en un d¨ªa en que Canet no fue, ni por asomo, el Canet de los a?os setenta.
Hubo s¨ª una comparaci¨®n posible entre ambas ¨¦pocas del Canet, en la jornada de ayer hab¨ªa la misma cobertura telef¨®nica que en los setenta: ninguna. Lo dem¨¢s fue todo distinto, ya que el festival, que quer¨ªa evocar la libertad de entonces, se var¨® por el camino en el Senglar Rock de los a?os noventa, una etapa por cierto superada por la mayor parte de los grupos presentes en el cartel, que se vieron inmersos en un ambiente que cre¨ªan olvidado. El tiempo ha pasado, la juventud se ha vuelto m¨¢s ordenada, incluso los vasos iban una vez usados a las papeleras, y todo el mundo soportaba con la sonrisa en el rostro las esperas m¨¢s dilatadas.
Se trataba de reivindicar, quiz¨¢s m¨¢s que cualquier otra cosa, la propia existencia, el derecho a tener un lugar en la historia. Por ello, probablemente, incluso la presencia de banderas esteladas no fue notable. Lo importante era decir ¡°nosotros estamos aqu¨ª¡±. Lo dem¨¢s se dio por sobreentendido.
Els Pets, los veteranos
A primera hora de la tarde ya era perceptible que la predisposici¨®n positiva del p¨²blico podr¨ªa con todo, inclusive con el calor reinante. Las puertas del recinto se abrieron solo con media hora de retraso, y finalmente se pudo entrar comida e incluso las astas con las que ondear las banderas. Todo eran risas y selfies que inmortalizaban el instante, una suerte de euforia juvenil contagiosa que hac¨ªa sonre¨ªr incluso a los veteranos que, sentados en sus sillas de c¨¢mping, comprobaban c¨®mo han cambiado los tiempos.
Lo cierto es que este cambio tampoco lleg¨® a todo el mundo, como se pudo comprobar con la actuaci¨®n de Pep Sala, un artista al que Micheal Jakson deber¨ªa haber conocido para que le ense?ase a parar el reloj de la vida. Sala recuper¨® el repertorio de Sau, pero sin Carles Sabater.Aquello era como escuchar versiones de Locom¨ªa escenificadas por heterosexuales.
Eso ocurr¨ªa a primera hora de la tarde, a¨²n con el sol castigando la campa. En esos momentos el Canet fue pop m¨¢s que rock, con artistas educados y pulidos, muy hijos de su tiempo como Manu Guix recuperando versiones de Llu¨ªs Llach y Mar¨ªa del Mar Bonet con Elena Gadel y Ram¨®n Mirabet, Ca?m Riba, que s¨ª conect¨® con el Canet primigenio gracias a su camiseta, en el que se representaba el contorno de Formentera y Joan Daus¨¤ junto a Blaumut. Pop sin aristas, adocenado y pulcro que sirvi¨® para matar el rato.
Tuvieron que ser unos viejales quienes demostrasen que los a?os pueden envejecer sin acartonar. Els Pets se llevaron al p¨²blico de calle sin tirar de la memoria, con un repertorio basado en su ¨²ltima ¨¦poca y ayud¨¢ndose con esos gui?os de gamberros que no se hab¨ªan visto en nadie hasta ese momento.
La El¨¨ctrica Dharma
El instante pol¨ªtico festivo lleg¨® con Jo vull ser rei, por supuesto precedido por una arenga republicana de Llu¨ªs Gavald¨¤, l¨ªder de un grupo que siempre se ha reconocido como politizado. El Bon d¨ªa con el que remataron su actuaci¨®n fue el momento ¨¢lgido del tramo del d¨ªa en el que el sol ya ca¨ªa.
Con la disminuci¨®n de la luz ambiental destac¨® un aspecto positivo de la producci¨®n, una sencilla escenograf¨ªa de Llu¨ªs Dan¨¦s fundamentada en bombillas de filamento enmarcadas en secciones circulares de bidones recortados. Un canto al reciclaje, algo que en la ¨¦poca del Canet de los setenta se practicaba devolviendo los cascos de las botellas a las tiendas sin necesidad de articular discursos ecol¨®gicos. Eran otros tiempos.
Por cierto, otro aspecto positivo de la organizaci¨®n, apenas hubo desv¨ªo horario en las actuaciones, y se pudo observar, al menos hasta pasadas las once de la noche - a falta de siete horas m¨¢s de concierto-, una puntualidad exquisita.
Tras Els Pets lleg¨® el turno a la Dharma, los supervivientes de aquella ¨¦poca junto con Sisa, que ten¨ªa prevista su actuaci¨®n m¨¢s tarde. El grupo de los Fortuny, que hab¨ªan actuado all¨ª mismo hace 39 a?os, homenaje¨® a sus dos componentes ya desaparecidos, Esteve y Josep, marcando un momento emocionalmente intenso. Sus melod¨ªas, hoy igual que ayer, hicieron botar a una multitud que lo olvid¨® todo para disfrutar y reivindicar los colores de una bandera que no fue necesario exhibir prolijamente para sentirla all¨ª presente. Y as¨ª hasta que salga el sol.
?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.