?Y si no hay consulta?
Para evitar las consecuencias de un desenga?o colectivo, los convocantes del 9-N deben trazar con celeridad un plan B
El curso pol¨ªtico que ahora termina se ha centrado b¨¢sicamente en la consulta del pr¨®ximo 9 de noviembre sobre el futuro de Catalu?a. A finales de 2013 se anunci¨® la fecha y se pact¨® una doble pregunta, m¨¢s tarde se solicit¨® al Congreso de los Diputados, sin ¨¦xito, la delegaci¨®n temporal a la Generalitat de la competencia para celebrar un refer¨¦ndum, y recientemente se ha aprobado en comisi¨®n parlamentaria, con los votos en contra de PP y Ciutadans, una proposici¨®n de ley de consultas populares no referendarias que previsiblemente aprobar¨¢ el Parlament a finales de septiembre.
Durante todo este tiempo se han generado m¨²ltiples y variadas discrepancias pol¨ªticas y jur¨ªdicas sobre los conceptos de democracia, legitimidad, soberan¨ªa popular o sujeto pol¨ªtico y jur¨ªdico soberano. El objetivo de la consulta tambi¨¦n ha sido uno de los principales incentivos de la actividad social del curso que acaba, y se han organizado centenares de iniciativas populares y asociativas (manifestaciones, concentraciones, campa?as, conferencias, coloquios, seminarios y manifiestos de todo pelaje) a favor o en contra del llamado derecho a decidir de los catalanes.
Por su parte, los medios de comunicaci¨®n han informado sin cesar sobre todo lo relacionado con la consulta. Noticias, art¨ªculos, editoriales, documentales, reportajes, tertulias, debates y dem¨¢s formatos period¨ªsticos han abordado desde distintos ¨¢ngulos los pros y los contras de la consulta.
La consulta ha conseguido acuerdos antes inimaginables entre partidos muy distantes ideol¨®gicamente, como CiU y la CUP o ICV-EUiA. Pero tambi¨¦n ha comportado serias disensiones internas en algunas formaciones pol¨ªticas catalanas, como en el PSC o en CiU, y el abandono de sus cargos de Pere Navarro y Josep Antoni Duran Lleida.
Las disputas sobre la consulta tambi¨¦n han contribuido a ocultar debates urgentes, como las repercusiones de la crisis o las err¨¢ticas pol¨ªticas de los gobiernos de Espa?a y de Catalu?a. Los partidos de izquierdas, a pesar de intentarlo con insistencia, no han logrado situar en la agenda pol¨ªtica cotidiana las graves consecuencias sociales que ha provocado la mala gesti¨®n de la crisis por parte de la derecha. Incluso hay quien aventura que el proceso soberanista es una estrategia de los ejecutivos espa?ol y catal¨¢n para eludir las cr¨ªticas a su desgobierno, aunque ser¨ªa un modo de proceder demasiado perverso.
En definitiva, ha habido, hay y habr¨¢ una actividad fren¨¦tica alrededor del supuesto convencimiento de celebrar una consulta popular sobre el futuro de Catalu?a, a pesar de saber con certeza que el Gobierno espa?ol impedir¨¢, con todo tipo de argucias jur¨ªdicas, que sea legal y tampoco tolerar¨¢ una consulta ilegal que, por otro lado, obtendr¨ªa poco cr¨¦dito internacional.
Entonces, ?por qu¨¦ partidos y asociaciones favorables a la consulta afirman, reafirman y confirman que habr¨¢ consulta si realmente saben que no se realizar¨¢? ?Por qu¨¦ seguir insistiendo, a poco m¨¢s de tres meses para el 9 de noviembre, en que tendremos consulta si el Gobierno de Espa?a, que tiene la potestad de evitarlo, reitera justo lo contrario?
Es comprensible la consigna de apelar con firmeza a que el pueblo de Catalu?a decida sobre su futuro, si tenemos en cuenta que m¨¢s del 80% de los catalanes lo desea, pero parece imprudente seguir anunciando que habr¨¢ consulta en noviembre y afianzar una falsa expectativa. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando el gobierno espa?ol impugne la ley de consultas e impida que los catalanes vayan a las urnas, como era de prever desde el primer instante? ?Se esfumar¨¢ el espejismo de la consulta?
Para evitar las imprevisibles consecuencias de un desenga?o colectivo, ?no ser¨ªa mejor que los partidos y las asociaciones favorables a la consulta trazaran con celeridad un plan B que permitiera votar a los catalanes y que, a diferencia del plan A, dependiera solo de Catalu?a? ?No generar¨ªa mayor confianza saber que nuestros representantes tienen previstos y acordados varios desenlaces fiables a la demanda de la mayor¨ªa de los catalanes?
Algunos consideran que la soluci¨®n ser¨ªa la celebraci¨®n inminente de unas elecciones auton¨®micas, que el presidente Mas puede convocar sin el permiso de Rajoy, con una candidatura unitaria, transversal y con representantes de la sociedad civil, que abogue por una declaraci¨®n unilateral de independencia y que se comprometa a formar un gobierno de concentraci¨®n que negocie la secesi¨®n. Se trata, sin embargo, de una decisi¨®n que requiere una gran coalici¨®n y una nueva dosis de incertidumbre, y cuesta creer que todas las formaciones pol¨ªticas que ahora defienden la consulta est¨¦n por la labor de iniciar y acompa?ar un proceso de estas caracter¨ªsticas.
En todo caso, para poder dar una respuesta a la voluntad de la mayor¨ªa de catalanes, hay que pactar un plan alternativo a la consulta del 9 de noviembre con el m¨¢ximo apoyo de partidos, asociaciones y agentes sociales. Una necesidad que ser¨¢ m¨¢s apremiante tras el encuentro de este mi¨¦rcoles entre Mas y Rajoy.
Jordi Matas Dalmases es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la UB.
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