Cuando Venecia era una ciudad
La Akademie f¨¹r alte Musik Berlin triunfa en Torroella de Montgr¨ª
Antes de ser un decorado tur¨ªstico, una parodia de si misma, una caricatura esperp¨¦ntica, una inmensa pizzer¨ªa monstruosa, Venecia fue una ciudad potente con una vida cultural riqu¨ªsima.
A principios del siglo XVIII floreci¨® all¨ª una important¨ªsima escuela de compositores que crearon los modelos de la m¨²sica de las d¨¦cadas que siguieron. Destac¨® Vivaldi, pero hubo muchos m¨¢s: Antonio Caldara, Tomaso Albinoni, Alessandro Marcello y a¨²n otros, como Carlo Tessarini, no nacidos en Venecia pero activos en la ciudad. Todos nacieron en un intervalo de menos de veinte a?os y formaron una generaci¨®n de oro de la m¨²sica italiana.
Sobre estos compositores y sobre este privilegiado per¨ªodo vers¨® el concierto que la Akademie f¨¹r alte Musik Berl¨ªn ofreci¨® en el Festival de Torroella de Montgr¨ª.
Se escucharon Sinfon¨ªas, Oberturas, Sonatas de los autores citados y, muy especialmente, Conciertos ya fueran para viol¨ªn o para dos violines, de la mano de Georg Kallweit y Mayumi Hirasaki, violines solistas, o para oboe, a cargo de Xania L?ffler.
Con la excepci¨®n del Concierto para dos violines Rv. 522 de Vivaldi y del Concierto para oboe de Marcello, divulgados, especialmente el primero, el resto del programa, todo el de calidad superior, constituy¨® un feliz descubrimiento para el p¨²blico.
La Akademie f¨¹r alte Musik Berl¨ªn hizo honor a su prestigio y que la acreditaba como una de las mejores orquestas alemanas especializadas en repertorio barroco. Tocaron con tino, con sabidur¨ªa, con conocimiento de causa, pero por encima de todo, con ganas, con un hermoso tri¨¢ngulo de miradas que se buscaban entre concertino, violonchelo y primer viol¨ªn segundo y todos los dem¨¢s siempre pendientes de ese tri¨¢ngulo fundamental.
Kallweit, desde el puesto de concertino, estuvo preciso, pero tambi¨¦n suelto, mandando con dulzura. Marcaba el ataque y manten¨ªa el tempo con la cabeza, expresaba el matiz con el torso y dibujaba la frase con las rodillas, con naturalidad y equilibrio, sin amaneramiento, haciendo que fluyera f¨¢cil aquella m¨²sica de cuando Venecia era una ciudad.
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