La Semana C¨®mica
La ciudad vivi¨® una huelga revolucionaria que se sald¨® con 30 muertos
Tal d¨ªa como hoy ¡ªhace 97 a?os¡ª se dio por finalizada la huelga revolucionaria de 1917. Hac¨ªa unos meses que los Estados Unidos hab¨ªan entrado en la guerra y en el frente Occidental se iniciaba la terrible batalla de Passchendaele, mientras en Rusia hab¨ªan derribado al zar y el pa¨ªs estaba gobernado por Aleksandr K¨¦renski que ve¨ªa estallar a diario nuevos motines bolcheviques en el ej¨¦rcito. En Barcelona la neutralidad estaba llenando los bolsillos de la burgues¨ªa, pero para el resto de la poblaci¨®n hab¨ªa supuesto recortes de sueldos, carest¨ªa en los productos de primera necesidad y un brutal incremento de los precios. En aquella ca¨®tica tesitura hicieron acto de presencia las Juntas de Defensa dentro del ej¨¦rcito, que expresaban el malestar entre la oficialidad del norte de ?frica y la que segu¨ªa acuartelada en la Pen¨ªnsula. Ese julio la Lliga Catalanista de Camb¨® impuls¨® la Asamblea de Parlamentarios, que exigi¨® nuevas elecciones generales y el reconocimiento de la autonom¨ªa. No obstante, ante el estallido de la huelga de ferroviarios, tanto los militares conspiradores como los empresarios catalanistas se pusieron al lado del gobierno.
La burgues¨ªa bautiz¨® el
El conflicto comenz¨® el lunes 13 de agosto, primero en los talleres y luego en los andenes del ferrocarril y en las cocheras de los tranv¨ªas. A las nueve de la ma?ana toda la ciudad estaba parada. En la Rambla hubo enfrentamientos con la polic¨ªa, y en la Ronda de Sant Antoni se produjo un tiroteo que se extendi¨® al Raval. En Riera Alta ya hab¨ªa un muerto, mientras en Poble Sec se registraban los primeros heridos. En la calle de Sants hubo un intercambio de tiros en el que muri¨® un guardia civil. Por la tarde los disturbios se trasladaron al Paral¡¤lel, donde los disparos se prolongaron hasta bien anochecido. La Cruz Roja tuvo que instalar un hospital provisional en el teatro Espa?ol. En Gr¨¤cia tambi¨¦n hubo combates, los militares montaron un ca?¨®n Schneider en la plaza Lesseps que dispar¨® contra diversas casas. El ej¨¦rcito ocup¨® el servicio de ferrocarril, en la Ilustraci¨® Catalana publicaron una foto de la Estaci¨®n del Norte desierta, un vag¨®n con peque?os cartelitos pegados llamando a la huelga y un grupo de soldados haciendo guardia ante una locomotora.
El martes continuaron los tiroteos, sobre todo en la Ronda de Sant Pau y el Raval. Hubo encontronazos en la plaza de la Universitat, en Carretas y en Nou de la Rambla. En la plaza Catalunya se form¨® un campamento militar, con diversas piezas de artiller¨ªa apuntando en todas direcciones. Los comercios segu¨ªan cerrados y no se ve¨ªa un alma por la Rambla. Hombres armados de la polic¨ªa y de los sindicatos saltaban de tejado en tejado. Entre los amotinados estaba el ferroviario Buenaventura Durruti, que particip¨® en diversas acciones de sabotaje. Con 15 a?os tambi¨¦n particip¨® Joan Garc¨ªa Oliver, quien describe los combates en sus memorias El eco de los pasos. El mi¨¦rcoles comenzaron a clausurarse sedes sindicales, donde se produjeron diversos intercambios de disparos. Hubo heridos en Terrassa, en Igualada, en Lleida y en Sabadell, donde el ej¨¦rcito abri¨® fuego con sus ca?ones derribando cuatro casas. El jueves se vivi¨® una calma relativa, todo el Raval fue rodeado por bater¨ªas de artiller¨ªa y la tropa desaloj¨® numerosas barricadas. Se cortaron los cables del alumbrado p¨²blico, lo cual fue aprovechado por bandas de delincuentes para robar a diversos transe¨²ntes. Esa noche tuvieron lugar los enfrentamientos m¨¢s importantes, sobre todo en la calle Pelai y sus alrededores, con ataques de la infanter¨ªa a la bayoneta.
Aquel viernes fue la ¨²ltima jornada de la revoluci¨®n, la milicia abati¨® a tiros a dos saqueadores y requis¨® diversos arsenales de bombas que fueron lanzadas al mar. En la Estaci¨®n de Francia los andenes segu¨ªan vigilados por numerosa tropa, aunque comenz¨® la carga y descarga de mercanc¨ªas. Solo el s¨¢bado 18 de agosto, el gobierno dio por restablecido el servicio de trenes y se abrieron algunas tiendas. El domingo la ciudad ofreci¨® un aspecto normal, como si no hubiese pasado nada.
La revoluci¨®n fracasada
Dado que no se quemaron iglesias ni edificios, la burgues¨ªa bautiz¨® sarc¨¢sticamente aquel conflicto como la Semana C¨®mica en oposici¨®n a la de 1909 conocida como la Semana Tr¨¢gica. No obstante, tanto los sindicalistas como los patronos se armaron y organizaron, y empezaron una guerra sucia conocida como el Pistolerismo. El balance oficial de la represi¨®n en Barcelona fue de una treintena de muertos y casi un centenar de heridos, aparte de los numerosos detenidos que fueron a parar a la c¨¢rcel. Parad¨®jicamente, aquella revoluci¨®n fracasada fue previa a la que hubo en octubre de aquel a?o, que signific¨® el nacimiento de la URSS y su gobierno comunista.
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