¡°Marchando una raci¨®n para la alcaldesa¡±
Todos los regidores, desde Tierno Galv¨¢n hasta Botella, han coincidido en tomar todos los 15 de agosto el aperitivo en la cervecer¨ªa Los Caracoles
La alcaldesa de Madrid se pidi¨® el viernes pasado una ca?a y una raci¨®n de caracoles para coronar el d¨ªa grande de la Verbena de La Paloma. No cabe duda de que a Ana Botella, que repite por tercera vez, le chiflan esos sabrosos moluscos amontonados en un plato y rociados con una salsa picante cuya receta sigue sin desvelarse despu¨¦s de casi un siglo, pero lo cierto es que no acude a este sitio motu proprio, sino movida por un ritual con visos de convertirse en tradici¨®n. La cervecer¨ªa Los Caracoles, sita en el n¨²mero 106 de la calle de Toledo, es el lugar al que acuden los alcaldes de Madrid cada 15 de agosto desde que lo hiciera Enrique Tierno Galv¨¢n hace ya m¨¢s de 30 a?os.
El local, que fue fundado hace 97 a?os, lo regenta Miguel Garc¨ªa
¡°Cuando se puso enfermo, Juan Barranco [su sustituto interino a partir de 1986] se tom¨® muy en serio lo de seguir su legado, tanto que incluso continu¨® con esta costumbre¡±, cuenta el due?o del local, Miguel Garc¨ªa. Desde entonces no ha fallado ni uno: Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n, Jos¨¦ Mar¨ªa ?lvarez del Manzano, Alberto Ruiz-Gallard¨®n y la actual regidora, Ana Botella.
Garc¨ªa, orondo y de rostro afable a sus 56 a?os, se planta en la barra cada d¨ªa con su mandil rojo y atiende a los clientes de t¨² a t¨² con la profesionalidad que solo dispensan los taberneros de toda la vida. Lo flanquean su hijo, con su mismo nombre y 20 a?os menos, y Seraf¨ªn, que lleva con ellos ¡°desde siempre, de modo que s¨ª, podr¨ªa decirse que esto es un negocio familiar¡±, contesta el v¨¢stago. Un negocio familiar de manual: el local que hoy regenta Garc¨ªa lo fund¨® el padre de su suegro hace 97 a?os, cuando lo llam¨® Juan Bueno.
La receta, con cierto sabor picante, es un secreto muy bien guardado
En Los Caracoles, nombre que adopt¨® en la d¨¦cada de los 80, poco queda de aquel local se?orial de espejos c¨®ncavos. En las paredes de pocos metros cuadrados abundan p¨®steres enmarcados con motivos tan manidos como repetitivos: carteles de antiguas corridas de toros, fotos de una f¨¢brica cervecera y una portada a¨²n m¨¢s antigua y desgastada del diario Marca, de mediados del siglo pasado: ¡°El Madrid y el Bilbao, semifinalistas¡±, reza su titular sobre un papel arrugado y ocre. Algunas fotos de bocatas azulados ya por el tiempo se empe?an en desdorar el local, pero no lo consiguen: quienes van all¨ª lo hacen por lo que se concentra dentro de su barra en forma de L, y sobre todo un poco m¨¢s all¨¢, tras la puerta batiente de la cocina, donde se almacenan los caracoles de tierra tra¨ªdos de Asturias y se cocinan y condimentan de la misma forma desde hace d¨¦cadas.
Pero volvamos a las paredes: en medio de ese maremagno de im¨¢genes, una l¨¢mina con marco dorado de ornatos barrocos contiene una pintura de la Virgen y un t¨ªtulo debajo: ¡°Nuestra Se?ora de la Paloma¡±. Este local es una parada obligada en las fiestas castizas, y no solo por alcaldes.
Algunos primeros ediles han preferido vermut de grifo?y boquerones
Ayer al mediod¨ªa las calles de la Latina estaban regadas de barras con tiradores de cerveza improvisadas en las aceras y guirnaldas tendidas de cornisa a cornisa con coloridos mantones de manila papirofl¨¦xicos, y por alg¨²n altavoz que otro sonaban chotis a?ejos. La afluencia de gente a¨²n no era muy grande pero, a pocos metros de all¨ª, cerca de la Puerta de Toledo, la cervecer¨ªa Los Caracoles ya serv¨ªa su especialidad a un ritmo endiablado. ¡°Y esto no es nada, en una hora no se puede ni entrar casi¡±, comenta Jorge Ruiz, un joven asturiano, mientras sorbe un caracol con fruici¨®n. ?Sab¨ªa que esta es la cervecer¨ªa neur¨¢lgica de los alcaldes desde hace d¨¦cadas en la fiesta de La Paloma ? ¡°Ni idea, pero esto est¨¢ riqu¨ªsimo¡±, responde. Un matrimonio sexagenario le secunda dando cuenta de su raci¨®n: ¡°Nosotros vivimos en el extrarradio, pero hace much¨ªsimos a?os que venimos aqu¨ª una vez por semana como m¨ªnimo, solo por los caracoles¡±, afirma ella. ¡°Bueno, en Madrid hay muchos sitios donde los cocinan muy bien, pero en ning¨²n sitio como este¡±, sentencia ¨¦l.
Poco m¨¢s de siete euros vale la copiosa raci¨®n con esa salsa picante, secreta e irresistible que fue en su d¨ªa el reclamo de Tierno Galv¨¢n y sus sucesores. ?Todos? ¡°Alg¨²n alcalde ha preferido nuestros boquerones o ha pedido vermut de grifo en vez de la ca?a habitual¡±, concede el due?o del local, celoso de dar nombres o detallar demasiado las visitas de los sucesivos regidores. Ni siquiera cuando se le pregunta por los tumultos que se han originado en algunas ocasiones a sus puertas, como, el de hace dos a?os, las protestas de los bomberos contra los recortes de Ana Botella. ¡°?Alguna an¨¦cdota? No mucho, solo te dir¨¦ que todos los alcaldes de la ciudad, cada vez que han entrado aqu¨ª, han dejado fuera su cargo y se comportan de lo m¨¢s normal, como cualquier cliente¡±. ?Y qu¨¦ suelen hacer? ?Qu¨¦ hizo la alcaldesa el a?o pasado? ¡°Pues eso: pedirse una ca?a y una raci¨®n de caracoles¡±.
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