El dilema de IU
Ahora, todas las soluciones para Izquierda Unida son problem¨¢ticas
La direcci¨®n de IU estaba confiada en que la crisis econ¨®mica, el descenso del bipartidismo, la crisis existencial del PSOE y la indignaci¨®n social le iba a otorgar en las urnas un crecimiento espectacular.
Despu¨¦s de a?os de conformismo pol¨ªtico, la sociedad empezaba a hablar un lenguaje casi marxista. La denuncia de la desigualdad, el abuso de los poderosos, el deseo de un cambio profundo ya no era un discurso pronunciado en los m¨ªtines, pu?o en alto, sino una conversaci¨®n cotidiana en el bar, en el supermercado, en el centro de trabajo. En IU consideraron que hab¨ªa llegado su hora pero se olvidaron de las innumerables se?ales que la sociedad hab¨ªa hecho en otra direcci¨®n.
Durante d¨¦cadas, y tras un comienzo prometedor de apertura y de participaci¨®n social, IU se hab¨ªa dedicado a cerrar puertas, a desprenderse de todas aquellas personas que difer¨ªan de las decisiones adoptadas fundamentalmente por el PCE. Pero incluso eso parec¨ªa pertenecer al pasado, porque la crisis golpeaba con tal dureza al pueblo que necesitaba urgentemente una izquierda transformadora.
Tampoco percibi¨® la direcci¨®n de IU el nuevo lenguaje que el 15-M empez¨® hablar en las calles. No analizaron la hostilidad con que este movimiento recibi¨® la presencia de Cayo Lara en una de sus manifestaciones y lo achacaron a sectores minoritarios antipol¨ªticos porque, en el fondo, consideraron que el 15-M rubricaba sus an¨¢lisis y sus propuestas.
En las elecciones generales hicieron un peque?o movimiento de unidad por arriba con ciertas formaciones pol¨ªticas y creyeron que con la figura de Alberto Garz¨®n, un destacado militante comunista que hab¨ªa participado activamente en el 15-M, cubr¨ªan la cuota de representaci¨®n de los nuevos movimientos sociales. El tran-tran era prometedor.
En las elecciones europeas perdieron la ¨²ltima oportunidad de responder al ansia de cambio y renovaci¨®n de una gran parte de la sociedad. Miraron con desd¨¦n el anuncio de Pablo Iglesias de concurrir a las elecciones. Pronosticaron que no obtendr¨ªa representaci¨®n, que la historia les hab¨ªa ense?ado que fuera de los l¨ªmites de IU no hab¨ªa espacio para ninguna otra fuerza pol¨ªtica. Despotricaron contra la elecci¨®n de candidaturas a trav¨¦s de unas primarias abiertas y colocaron de cabecera de cartel a Willy Meyer, desde?aron los cambios, afirmaron sus c¨ªrculos de confianza y sus compromisos. Si en aquel momento hubiesen sido sensibles a las demandas de cambio; si hubiesen aceptado concurrir a unas primarias abiertas junto a Pablo Iglesias; si hubiesen abierto la puerta, en vez de cerrarla bruscamente, hoy la situaci¨®n pol¨ªtica ser¨ªa diferente. Pero ni siquiera ahora analizan cr¨ªticamente su actuaci¨®n, ni reconocen el m¨¢s m¨ªnimo error de apreciaci¨®n.
El 25 de mayo Podemos consigui¨® un mill¨®n doscientos mil votos. Al d¨ªa siguiente, seguramente, hubiera ya obtenido el doble. Las demandas de cambio, de novedad; la ilusi¨®n por cambiar el sistema pol¨ªtico ya no pasaban por la calle de IU sino por las plazas de Podemos.
Ahora, todas las soluciones para IU son problem¨¢ticas. Si van solos a las elecciones, quedar¨¢n aislados de las nuevas demandas de cambio pero tampoco est¨¢n realmente abiertos otros caminos. Podemos necesita pasar de puntillas por estas elecciones municipales. Su objetivo son las elecciones generales y han empezado a ser el contrapunto real al gobierno del PP. Apoyar¨¢n, aqu¨ª o all¨¢, algunas (que no todas) candidaturas sociales y presentar¨¢n un n¨²mero reducido de candidaturas propias. IU, sin embargo, se plantea ahora ganar terreno en asambleas ciudadanas y la posibilidad de concurrir en candidaturas de Ganemos pero los problemas son evidentes. Si estos movimientos ciudadanos son reales y poderosos no van a aceptar una hegemon¨ªa de IU sin resistencia. Adem¨¢s, IU perder¨ªa su representaci¨®n en las diputaciones, esas instituciones arcaicas pero que mantienen las organizaciones provinciales. Han llegado muy tarde al discurso del cambio, de la participaci¨®n social y de la apertura. A veces la historia pasa las p¨¢ginas de forma brusca pero, en este caso, hab¨ªa lanzado numerosas se?ales de aviso que nadie ha querido ver durante a?os.
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