¡®I want to vote¡¯
Ahora solo podemos salir del atolladero votando, pero no en una consulta que no tendr¨ªa garant¨ªas, sino en unas auton¨®micas
El pasado refer¨¦ndum escoc¨¦s sirvi¨® a nuestros soberanistas para redoblar su campa?a de internacionalizaci¨®n de la consulta ¡ªWe want to vote¡ª y para lamentarse incansablemente de que Rajoy no sea como Cameron. Pudieron haber a?adido, y no lo hicieron, que tambi¨¦n es una l¨¢stima que Mas no sea como Salmond, y que, antes de poner en marcha una consulta sobre la independencia del pa¨ªs, no se haya impuesto, como s¨ª hizo el escoc¨¦s, la obligaci¨®n de apoyarse en una mayor¨ªa absoluta en el Parlament ganada en las urnas con una propuesta inequ¨ªvocamente independentista.
Y es que en Catalu?a nos hemos saltado, como ahora se dice, una pantalla: un mandato claro para preguntar a la ciudadan¨ªa sobre la independencia. S¨ª, ya sabemos que la inefable pregunta del 9-N incluye tambi¨¦n la posibilidad esot¨¦rica del S¨ª-No, pero hasta el mismo David Fern¨¢ndez (diputado de la CUP y coautor del bodrio), en un debate con representantes de los partidos catalanes el mismo d¨ªa del ¨²ltimo debate de pol¨ªtica general en el Parlament, afirm¨® que eso del S¨ª-No nadie sab¨ªa muy bien qu¨¦ quer¨ªa decir.
Sentado a la diestra de Fern¨¢ndez, el representante de ICV, partido al que se supone impulsor de la introducci¨®n de esa opci¨®n en la pregunta, otorg¨® con su silencio. Y es que, como acaba de recoger expl¨ªcitamente toda la prensa internacional de referencia, lo que se ha planteado para el 9-N es un refer¨¦ndum ¡ªno una consulta¡ª sobre la independencia, y no otra cosa. Pero, ?ay!, para eso, guste o no, no existe un mandato popular expresado en las urnas.
As¨ª que la consulta del 9-N no es que quepa o no en la Constituci¨®n, sino que quienes la impulsan carecen de mandato democr¨¢tico para convocarla. S¨ª lo tendr¨ªan para preguntar a la ciudadan¨ªa sobre cu¨¢l ser¨ªa la opci¨®n preferida en la relaci¨®n entre Catalu?a y el resto de Espa?a; pero entonces la pregunta deber¨ªa considerar las tres opciones que hoy defienden los partidos que obtuvieron representaci¨®n parlamentaria en noviembre de 2012: el estatuto actual, un autogobierno reforzado en el marco de un Estado federal, la independencia. La pregunta pactada para el 9-N recoge las opciones primera y tercera, pero no la segunda, como el propio David Fern¨¢ndez ya ha dejado claro.
Hemos llegado a un punto en el que solo podemos resolver el problema que tenemos votando
Hemos llegado a un punto en el que solo podemos resolver el problema que tenemos votando. Pero hay que respetar los procedimientos. Y eso quiere decir que el president Mas deber¨ªa cumplir de verdad con su promesa y llamar a la ciudadan¨ªa a votar, aunque no en una consulta que, m¨¢s all¨¢ de que nos guste o no la pregunta, y aceptemos o no su legalidad, no podr¨¢ realizarse ya con las m¨ªnimas garant¨ªas democr¨¢ticas y la necesaria deliberaci¨®n exigibles a un proceso de este tipo. Mas debe llamar a elecciones (que cada uno le ponga el adjetivo que quiera, si es que hace falta) al Parlamento de Catalu?a. Si esta vez los partidos pol¨ªticos fijan claramente su posici¨®n sobre la cuesti¨®n de la independencia, esas elecciones nos dir¨¢n qu¨¦ opinan los ciudadanos al respecto. O al menos lo har¨¢n con mucha mayor exactitud que cualquier encuesta o que una consulta descafeinada como la que, de llevarse a cabo en las actuales circunstancias, tendr¨ªa lugar el nueve de noviembre.
?ltimamente hay quien sostiene ¡ª y algunas afirmaciones del presidente Mas en su entrevista con M¨°nica Terribas parec¨ªan ir en esa direcci¨®n¡ª que de lo que se tratar¨ªa el 9-N es de saber la opini¨®n de los catalanes de cara a poner en marcha, o no, la competencia de la Generalitat de instar una reforma de la Constituci¨®n que diese cauce a la opci¨®n ganadora de la consulta. L¨¢stima que, incre¨ªblemente, nadie sepa todav¨ªa cu¨¢l ser¨¢ el criterio de c¨®mputo para establecer qu¨¦ opci¨®n ha ganado.
En todo caso, si se tratase de eso, ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil, claro y democr¨¢tico que los partidos que defiendan esa v¨ªa la incorporen a sus programas electorales. Y que quien defienda la v¨ªa unilateral a la independencia lo haga tambi¨¦n. Todos sabr¨ªamos entonces d¨®nde estamos y a qu¨¦ atenernos. Con esas condiciones, y en funci¨®n de la mayor¨ªa que se diese en el Parlament, en mi opini¨®n, una Espa?a democr¨¢tica deber¨ªa ir pensando en una reforma constitucional y, en su caso, en acogerse al modelo canadiense y aplicar los principios de la ley de claridad.
Ese es el camino. Algunos dir¨¢n que ya sabemos a d¨®nde conduce: al mismo lugar en que estamos ahora. Pero nada est¨¢ escrito en ninguna parte. Y el ciclo electoral que viene trastocar¨¢ de tal manera el paisaje pol¨ªtico espa?ol y catal¨¢n que los an¨¢lisis basados en los mapas actuales van a quedar obsoletos.
Desde el campo soberanista se reclama continuamente el apoyo de los dem¨®cratas espa?oles al proceso en marcha en Catalu?a, pero se pide sin haber hecho los deberes correspondientes. H¨¢ganse y ex¨ªjase entonces el mismo comportamiento democr¨¢tico que se habr¨¢ mostrado previamente. As¨ª pues, Mister President, we want to vote; I want to vote. Molt Honorable President de la Generalitat de Catalunya, respetuosamente, haga el favor de poner las urnas. Las de verdad.
Francisco Morente es profesor de Historia Contempor¨¢nea en la UAB
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