Respuesta a Joan B. Culla
El profesorJoan B. Culla i Clara, en art¨ªculo publicado en la versi¨®n digital de este peri¨®dico, encontraba contradictorio que yo, despu¨¦s de cuanto he dicho en pro de la identidad catalana y de la necesidad de obtener una soluci¨®n negociada al presente conflicto entre la Generalitat y el Estado, votara como consejero permanente que soy, el reciente dictamen del Consejo de Estado, en el sentido de que existen fundamentos jur¨ªdicos para impugnar ante el Tribunal Constitucional la reciente ley de consultas catalana.
A mi juicio, no existe contradicci¨®n alguna. Una cosa es el derecho positivo, ¨²nico que el jurista puede interpretar y aplicar y otra el derecho que se considera deseable y que el pol¨ªtico puede y debe propugnar.
Como ciudadano con preocupaciones y algunas experiencias pol¨ªticas he defendido y defiendo por escrito y de palabra y lo he hecho hasta la hartura, m¨¢s que nadie al Sur del Ebro, que Catalu?a es una naci¨®n y que debe tener las cotas de autogobierno que corresponden a tal condici¨®n, algo que creo perfectamente posible en el seno de la Espa?a plurinacional que siempre he defendido y que, por cierto, el presidente Mas propugnaba no hace mucho. Y como jurista creo, como gran parte de los jurisperitos catalanes y catalanistas, que la ley de consultas es manifiestamente contraria al vigente orden constitucional. Un orden que podr¨¢ reformarse, que puede reinterpretarse, pero que no puede unilateralmente violentarse como pretende hacerse mediante la citada ley. De ah¨ª mi voto.
Es importante respetar la legalidad y dentro y a partir de ella, negociar, como con acierto afirma el presidente del Gobierno. Pero es evidente que negociar no es un t¨¦rmino m¨¢gico que baste pronunciar para que surta efectos. Negociar exige tomar muy en serio la posici¨®n de la otra parte, algo que no parecen haber hecho ni unos ni otros. Negociar supone renunciar a la pol¨ªtica de hechos consumados, tanto como al hostigamiento administrativo. Negociar requiere crear un clima de confianza y, para ello, desde el propio Consejo de Estado, algunas medidas he venido sugiriendo a lo largo de muchos meses. Negociar supone sentarse con calma y discreci¨®n a buscar soluciones concretas que eviten victorias y derrotas y produzcan acuerdos. Yo ya he ofrecido alguna el pasado 9 de abril en el C¨ªrculo de Econom¨ªa de Barcelona, con notable eco medi¨¢tico y que el propio C¨ªrculo ha publicado. Un jurista de alto bordo, el Sr. Mu?oz Machado acaba de publicar un libro docto e inteligente (Catalu?a y las otras Espa?as, Barcelona, Critica, 2014) proponiendo otras v¨ªas que abren posibilidades varias. No son por tanto ideas lo que falta. Pero en vez de trabajar sobre ellas o producir otras aun mejores, los protagonistas del conflicto comenzaron aferr¨¢ndose a categor¨ªas abstrusas -?Qu¨¦ es el pueblo? ?D¨®nde radica la soberan¨ªa?- y ya van enfang¨¢ndose en cuestiones de procedimiento. Pero la banalizaci¨®n de los problemas graves no los resuelve. Los pudre.
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