Catalu?a y el PP
Lo l¨®gico ser¨ªa hablarle al pueblo catal¨¢n y reconocerle gran parte de sus demandas
No hay nada como la distancia para colocar las cosas en su sitio. Por eso intentan que la memoria no exista sino un presente sin ra¨ªces ni historia. Durante la elaboraci¨®n del Estatuto de Catalu?a, el PP elabor¨® anuncios como ¨¦ste y otros bastante m¨¢s ofensivos, en el caso del PP de Andaluc¨ªa y su incombustible Javier Arenas:
¡ª?Sabes que si nos vamos a vivir a Catalu?a nuestro hijo tendr¨¢ que estudiar catal¨¢n?
¡ª??C¨®moooo?!
¡ªLo que oyes, que en Catalu?a es obligatorio estudiar catal¨¢n y no se puede en espa?ol, que es la lengua de todos.
¡ª?Y por qu¨¦?
¡ªPorque Zapatero lo consiente y Chaves lo apoya¡±.
Recogieron, seg¨²n sus datos escasamente contrastados, cuatro millones de firmas para pedir un refer¨¦ndum en toda Espa?a contra algunas disposiciones del Estatuto Catal¨¢n y presentaron un recurso al Tribunal Constitucional (TC) que anul¨® 14 art¨ªculos, modific¨® la lectura del pr¨®logo y sembr¨® el descontento entre la poblaci¨®n catalana. Los graves problemas que seg¨²n el TC ten¨ªa el Estatuto eran considerar a Catalu?a como una naci¨®n, establecer el catal¨¢n como lengua vehicular y preferente, otorgar al Sindic de Greuges ¡ªsu Tribunal de Cuentas¡ª la supervisi¨®n de la actividad de la Generalitat, poder establecer tributos locales o compartir algunas competencias con el Estado. Nos dar¨ªa risa si no fuera para echarse a llorar. Hoy, cualquier gobernante incluso de la derecha m¨¢s recalcitrante, estar¨ªa encantado de firmar un acuerdo con Catalu?a en estos t¨¦rminos, pero la sentencia del Constitucional fue el detonante de gran parte de los problemas actuales.
Desde hace a?os el PP viene utilizando el tema catal¨¢n de forma casi obsesiva. Hasta ahora, se trataba de un enfrentamiento rentable en t¨¦rminos electorales y no les ha importado en absoluto incrementar de forma exponencial el descontento popular de los catalanes. Dos medidas recientes erizan el vello de la sensibilidad catalana: declarar el valenciano como una lengua no catalana (contra toda consideraci¨®n cient¨ªfica) y proponer como una de las medidas de le ley de Educaci¨®n el objetivo de ¡°espa?olizar a los ni?os catalanes¡±. En los 15 d¨ªas siguientes de esta afirmaci¨®n del incre¨ªble Wert, el independentismo catal¨¢n subi¨® 10 puntos netos.
Esta aventura equinoccial del PP ¡ªsaludada fervorosamente en secreto por el independentismo m¨¢s radical¡ª es lo que impide una soluci¨®n l¨®gica, negociada y pol¨ªtica al conflicto catal¨¢n. Lo l¨®gico, en estos momentos, ser¨ªa hablarle al pueblo catal¨¢n y reconocerle una parte importante de sus demandas: en primer lugar, son una naci¨®n, sin ning¨²n tipo de reservas y, en segundo lugar, su lengua preferente e hist¨®rica es el catal¨¢n, al que no solo hay que respetar sino cultivar y proteger como una riqueza cultural de nuestro pa¨ªs. En tercer lugar, sus demandas pol¨ªticas tienen que tener un cauce para expresarse, que puede concertarse entre todos y, en cuarto lugar, es posible una reforma constitucional de corte federal.
Nada de esto puede hacerlo el PP, a no ser que est¨¦ dispuesto a una reformulaci¨®n completa. Su ¨²nica carta, que sin duda jugar¨¢ en alg¨²n momento, es establecer alg¨²n tipo de singularidad econ¨®mica y competencial para Catalu?a, incluso a trav¨¦s de un a?adido a la Constituci¨®n actual, pero es precisamente eso lo que resulta inaceptable para comunidades como Andaluc¨ªa que no va a consentir que, por la puerta de atr¨¢s, volvamos a un modelo desigual e insolidario. El aviso de su presidenta, Susana D¨ªaz, ha sido el primer toque de esta campana y un aviso a sus propios navegantes.
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