La emergencia de Podemos
El adanismo de Pablo Iglesias recuerda al que caracteriz¨® a Felipe Gonz¨¢lez desde su irrupci¨®n en 1974
Tras el excelente resultado obtenido en las s europeas del 25 de mayo, los dirigentes de Podemos proclamaron que su objetivo a corto plazo no era la consolidaci¨®n de las posiciones reci¨¦n adquiridas, sino la victoria en las pr¨®ximas elecciones generales. Nada de seguir avanzando poco a poco. A ganar. Por lo tanto, era inevitable que, m¨¢s bien pronto que tarde, el nuevo partido se lanzara a alcanzar ya lo que en su primer congreso formul¨® el pasado fin de semana como la conquista de la centralidad pol¨ªtica en Espa?a. Nada de pensar en si lograr¨¢ formar mayor¨ªa con uno, dos o tres socios. A ganar.
Consolidar las muy minoritarias posiciones logradas tras superar la dif¨ªcil barrera del 3% de los votos exigidos para entrar en las Cortes o algunos parlamentos aut¨®nomos es lo que hicieron, por ejemplo, peque?os nuevos partidos como la UPyD de Rosa D¨ªez o Ciudadanos de Albert Rivera. Un par de diputados aqu¨ª, unos cuantos all¨ª, unos pocos concejales esparcidos, etc¨¦tera. Y mucha paciencia. Fe en futuros crecimientos electorales, esperanza en alcanzar posiciones de bisagra que aumenten el poder pol¨ªtico de la organizaci¨®n, etc¨¦tera. Por ambiciosos que sean, y ambici¨®n no es lo que parece faltarles a sus l¨ªderes, ambos partidos han considerado que ser¨ªa irreal, ilusorio, incluso rid¨ªculo, plantearse la idea de ganar, de ser la primera fuerza en unas elecciones.
Este no es el modelo que quiere seguir Podemos, a juzgar por lo que dice y hace, por los objetivos que se fija. La v¨ªa de la consolidaci¨®n organizativa convencional, por ejemplo, aconsejar¨ªa poner toda la carne en el asador en las pr¨®ximas elecciones municipales y auton¨®micas. Es lo que permitir¨ªa adquirir ya algunas posiciones de poder. Reclutar personal cualificado para tareas de gobierno que requieren ciertas competencias t¨¦cnicas, etc¨¦tera. Y, as¨ª, concurrir mejor pertrechado al reto de las legislativas del oto?o de 2015.
La v¨ªa que Podemos est¨¢ siguiendo recuerda en algunos aspectos, aunque salvando las enormes diferencias de contexto, la que en su momento sigui¨® el PSOE despu¨¦s del congreso de Suresnes de 1974 que entroniz¨® a Felipe Gonz¨¢lez y Alfonso Guerra. Eso suced¨ªa cuando Espa?a segu¨ªa sometida a la dictadura militar franquista. Una sociedad harta de cuatro d¨¦cadas de dictadura esperaba, y en medida poco a poco creciente, empujaba para ponerle fin.
Un mont¨®n de circunstancias que ahora es imposible detallar llevaron al PSOE a quedar en 1977 como segunda fuerza en las primeras elecciones democr¨¢ticas
Pasaron solo ocho a?os desde que Gonz¨¢lez y Guerra se hicieron con la direcci¨®n del PSOE hasta que ganaron las elecciones de 1982. Las que les dieron una abultad¨ªsima mayor¨ªa absoluta en las Cortes y el Gobierno de Espa?a en c¨®modas condiciones parlamentarias. Para lograrlo, aquella direcci¨®n del PSOE cont¨® con un mont¨®n de circunstancias ajenas que jugaron a su favor, entre las que destacaba el poder de la socialdemocracia en la Europa occidental. Pero tambi¨¦n con algunos decisivos aciertos estrat¨¦gicos sin los cuales habr¨ªa fracasado. El primero de ellos fue reclamar para s¨ª, con la desverg¨¹enza del adanismo, la condici¨®n de izquierda genuina, aunque eso distara de corresponderse con la realidad de la lucha pol¨ªtica de las dos d¨¦cadas anteriores. Se lanz¨® al ruedo pol¨ªtico con una verbosidad izquierdista que dej¨® a su derecha al partido comunista. Se proclamaba republicano y laicista, defend¨ªa las nacionalizaciones, la autogesti¨®n de las empresas por los trabajadores. Sus l¨ªderes acudieron a Leningrado a fotografiarse ante el Palacio de Invierno. El congreso de Suresnes apoy¨® el derecho de autodeterminaci¨®n de las naciones en Espa?a, etc¨¦tera. Es un cl¨¢sico de la pol¨ªtica: Pas d'ennemi a gauche.
Hab¨ªa que superar al PCE como el partido de la izquierda. Ese era el primer problema y si no se superaba el primero, el segundo, el de gobernar en solitario, no iba a plantearse nunca. Ese fue el gran acierto pol¨ªtico. Un mont¨®n de circunstancias que ahora es imposible detallar llevaron al PSOE a quedar en 1977 como segunda fuerza en las primeras elecciones democr¨¢ticas. Superado el PCE en votos y esca?os, y minimizado su peso pol¨ªtico por una ley electoral que le arrinconaba en media Espa?a, el PSOE de Gonz¨¢lez y Guerra particip¨® en el debate constitucional renunciando uno tras otro a mojones ideol¨®gicos como la Rep¨²blica, el laicismo, y no digamos ya el derecho de autodeterminaci¨®n de las naciones. Pese a ello, no logr¨® ganar las elecciones de 1979 y eso fue lo que llev¨® a la pareja Gonz¨¢lez-Guerra a forzar el solemne abandono del marxismo. Se trataba de ocupar la centralidad pol¨ªtica, algo imprescindible si se quer¨ªa alcanzar la mayor¨ªa de gobierno en una sociedad de clase media creciente y clase trabajadora menguante. Una centralidad imposible si se manten¨ªa aquel sello ideol¨®gico.
Podemos gan¨® en las elecciones europeas a sus adversarios de izquierda y, hegemonizado ese espacio, apunta ahora hacia la parte de la centralidad pol¨ªtica ocupada por un debilitado partido socialista. Por un PSOE que duda entre girar a la izquierda para hacer olvidar su condici¨®n de pareja de baile del desprestigiado PP, o continuar aferrado a ¨¦l en el modelo bipartidista espa?ol de los ¨²ltimos 40 a?os.
El adanismo que lucen Pablo Iglesias y los suyos recuerda al de Gonz¨¢lez y Guerra en 1974. ?Ap¨¢rtense, que lleg¨® yo! Los libros de historia muestran muchos casos en los que, por sorprendente que pueda parecer, la confianza en la propia capacidad de liderazgo termina siendo tambi¨¦n una de las condiciones del ¨¦xito.
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